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30 años de pertenencia a la UE

De aquí a Europa, a acelerones y frenazos

Asturias, región pionera en la organización de una estructura de captación de fondos europeos, se aletargó después hasta llegar a vivir, según expertos en el proceso, "demasiado tiempo de las rentas"

Documento firmado por Fernando Morán que otorga plenos poderes al secretario de Estado Manuel Marín para firmar el tratado de adhesión de España a la UE.

En la Asturias del ecuador de los ochenta, "los de las comunidades" notaban que les miraban raro. "Los de las comunidades" eran en 1985 los de la Oficina de Asuntos Europeos del Principado y habían instituido, antes que nadie en España, una estructura autonómica de captación de fondos comunitarios. Una cosa rara que se entendía mal. Apenas habían pasado tres meses desde la firma del tratado de adhesión de España a las Comunidades Europeas, suscrito anteayer hizo treinta años, y el Principado vio con anticipación que por los Pirineos se abría una puerta interesante. La oficina sigue funcionando, pero aquella Asturias extracomunitaria que desairaba a los "tecnócratas europeos", precursora en la búsqueda de su trozo de tarta en la Unión, es también una cosa rara mirada desde la distancia de las tres décadas que han transcurrido hasta hoy. No se reconoce, imposible imaginar en perspectiva distópica "dónde estaríamos ahora" de no ser por la UE, pero el balance sale a devolver antes de entrar en detalles. Seis asturianos que protagonizaron, fueron testigos o estudiaron la evolución del proceso, tres hablando desde Asturias, otros tres residentes en Bruselas, asumen la actualización física de las infraestructuras y la reestructuración del tejido productivo asturiano como frutos esenciales de los fondos y los intangibles de la Unión, pero confluyen en algún caso en la certeza de que aquel primer impulso visionario no se sostuvo en el tiempo, en que la súbita apertura de un mercado de quinientos millones de personas, el más poderoso del mundo, pedía tal vez mejores capacidades de aprovechamiento.

Pedro Cervilla ajustó los engranajes del mecanismo en el comienzo, dirigió la oficina europea del Principado en los albores de la integración y es ahora, desde 1994, el director del servicio jurídico del Comité de las Regiones. Con esa base invita a considerar el cambio radical y la modernización de la economía de la región para adjudicar a Europa una porción esencial de la responsabilidad de la transformación. Observa también, eso sí, que después de aquel impulso avanzado inicial sobrevino "quizás un cierto cansancio". Que a la "edad de oro" sucedió un acomodo que se llamará decaimiento en la voz de Paz Andrés Sáenz de Santamaría, catedrática de Derecho Internacional de la Universidad de Oviedo, que sitúa el cambio a mediados de los noventa y precisa que en torno a ese momento "se empezó a privilegiar la apariencia sobre la eficacia" hasta componer una impresión general en la que Asturias en su relación con la UE "lleva demasiado tiempo viviendo de las rentas y del impulso que algunos supieron darle en los tiempos iniciales de nuestra incorporación". Son treinta años de nubes y claros, de acelerones y frenazos.

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