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Una grieta en África

La enorme fractura del terreno que se produjo en Kenia es el estado inicial de una compartimentación que alejará la placa somalí del resto del territorio, pero se trata de un proceso muy lento, de sólo unos milímetros anuales

La grieta aparecida recientemente en Kenia.

Hace unos pocos días se ha difundido la noticia de la aparición súbita de una grieta de enormes dimensiones (15 metros de profundidad, hasta 20 metros de ancho y varios kilómetros de largo) en la región masái de Narok (Kenia), que bien merece una explicación geológica. Si bien el pasado 18 de marzo comenzaron a detectarse señales de agrietamiento en algunas edificaciones de la zona afectada, el surgimiento de la gran hendidura se produjo en los primeros días del mes de abril, ocasionando la interrupción de la turística carretera que conduce a la reserva nacional de Masái Mara, el parque natural por excelencia, un auténtico santuario de la vida salvaje (leones, hipopótamos, guepardos, leopardos, hienas, rinocerontes, jirafas, ñus, cebras, etcétera) y afamado en películas tan memorables como la obra maestra "Memorias de África".

El ámbito involucrado en el suceso se asienta en el denominado Gran Valle del Rift, una alargada fosa tectónica de orientación Norte-Sur que se extiende durante casi 5.000 km, desde Yibuti (en el triángulo de Afar, en el que confluyen importantes accidentes tectónicos) hasta Mozambique. En esta faja se encuentran las mayores elevaciones orográficas africanas, el volcán Kilimanjaro y el monte Kenia, ambos de origen volcánico, y los grandes lagos Turkana, Albert, Victoria, Tanganica y Nyasa o Malawi. El rift del oriente de África se prolonga hacia el norte por el mar Rojo y el valle del río Jordán.

Hace ahora medio siglo, la teoría de "Tectónica de Placas" logró explicar la mayoría de los procesos que acontecen en la corteza terrestre. Según el nuevo paradigma geológico, la litosfera (compuesta por la corteza y una parte del manto superior) se comporta como una capa rígida. Está fragmentada en varias "placas" que se mueven unas con respecto a las otras, deslizándose sobre un sustrato viscoso -dadas las altas presiones a las que está sometido el manto terrestre- denominado astenosfera, merced a una de las formas clásicas de transferencia de calor: las corrientes de convección. La mayoría de las grandes placas están configuradas por una parte de corteza continental junto con otra oceánica, de manera que ninguna de ellas está definida por los márgenes aflorantes de un continente; por ejemplo, la placa Africana -objeto preferente de este artículo- está formada por el propio territorio africano (de unos 30 millones de kilómetros cuadrados) más la corteza del océano Atlántico hasta la dorsal centroatlántica, por el Oeste, y la del océano Índico hasta la dorsal índica, por el Este.

Se diferencian tres tipos de bordes de placa: divergentes o constructivos (crean nueva litosfera y producen una separación), convergentes o destructivos (acarrean una colisión entre las placas) y de falla transformante o pasivos (una especie de fallas que desplazan las dorsales). En el caso que nos ocupa, debemos centrarnos en un tipo singular de borde divergente conocido como "fragmentación continental" que, como su nombre indica, conlleva la escisión de una placa de corteza continental en dos o más pedazos en el interior de un continente geográfico.

En realidad, el Gran Valle del Rift está integrado por varios valles interconectados de algún modo que se disponen por el entorno del lago Victoria, con una sección oriental donde se sitúan los montes Kenia y Kilimanjaro y otra occidental invadida en gran parte por el lago Tanganica. Desde un punto de vista geológico se considera que representa el estado inicial de una compartimentación continental que, si continúa en expansión, alejará la placa Somalí del resto del continente africano (placa Nubia); no obstante, el proceso es tan lento (sólo de unos pocos milímetros anuales) que impedirá levantar acta del resultado final a los que ahora habitamos el planeta.

La fracturación comenzó hace unos 20 millones de años, en la época del Mioceno, siendo favorecida por una corriente ascendente del manto que intruyó en la base de la litosfera, lo que produjo una deformación morfológica del terreno. Este hecho favoreció la gestación de fallas normales, dando lugar a enormes bloques hundidos del terreno que, en parte, fueron inundados por las aguas conformadoras de los lagos anteriormente aludidos. Además, una porción del magma basáltico procedente del manto migra hacia arriba a través de las fracturas y es expulsado a la superficie originando ciclópeos conos volcánicos, como son el Kilimanjaro y el monte Kenia, los cuales sobrepasan los 5.000 metros de altitud.

Lo que realmente supone la grieta recién creada es la expresión de la actividad tectónica que sacude a esta región. Si se mantuvieran las fuerzas tensionales, el Gran Valle profundizará y ensanchará, produciéndose entonces la división de la actual placa Africana. A la sazón, el rift se convertirá en un mar estrecho, similar al actual mar Rojo, que se generó cuando la placa Arábiga se separó de África; este mar lineal representa un buen ejemplo de lo que debió de ser el océano Atlántico en los inicios del Jurásico, cuando comenzaron a alejarse América de África.

Aunque el fraccionamiento de un continente comienza con la formación de un rift, entra dentro del campo especulativo determinar si éste va a evolucionar y logrará partir en dos al territorio africano, pues para conseguirlo deberán pasar millones de años.

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