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VÍCTOR M. FERNÁNDEZ MARTÍNEZ | Arqueólogo

"Estudiaba Historia por las noches, mientras trabajaba como ingeniero"

"La primera vez que fui a Sudán tenía 30 años y me impresionó; aún viajaban en los trenes que habían construido los ingleses en 1898"

Fernández, con Arbab Hassan, colaborador de la campaña de Nubia, atravesando el Nilo. ARCHIVO PERSONAL DE VÍCTOR M. FERNÁNDEZ

La trayectoria vital y profesional de Víctor Manuel Fernández Martínez (Gijón, 1948) está marcada por una decisión crucial: licenciado en Ingeniería, con un buen trabajo y un porvenir en el ramo, descubrió su vocación en el ámbito de la Historia y comenzó a estudiar por las noches para sacarse la carrera. Cuatro décadas después, Fernández es un referente en el ámbito de la arqueología y acumula decenas de excavaciones tanto en la península Ibérica como en África, un continente que le encandiló desde su primer viaje a Nubia, en 1978. Por su impecable trayectoria, Fernández fue homenajeado este mes por la Asociación de Profesionales Independientes de Arqueología en Asturias (APIAA), en el marco de la séptima edición de sus Jornadas de Arqueología Española en el Exterior. En esta primera entrega de sus "Memorias", Víctor M. Fernández relata sus primeros años de trayectoria profesional y sus primeras experiencias en África.

Ingeniería. "Me jubilé hace año y medio en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Estudié Ingeniería Aeronáutica, primero en Oviedo, en la Facultad de Química, y luego pasé a la Escuela Técnica Superior en Madrid, donde al acabar me quedé trabajando. Pero no me gustaba la ingeniería, así que empecé a estudiar Historia por las noches. En aquella época teníamos una suerte tremenda, había trabajo en cualquier lado, porque había poca gente. El caso es que me cogieron en la Universidad como profesor de Arqueología. Entré de ayudante, luego profesor titular y más tarde catedrático. He estado como profesor de Arqueología y Prehistoria desde el 78 hasta ahora".

Madrid. "En 1966, cuando tenía 17 años, me marché para Madrid. Pude haber vuelto a Asturias al acabar la carrera, porque me ofrecieron un trabajo de profesor de Secundaria en un instituto de Gijón. Pero el puesto no era muy bueno, y además en esa época me había costado tanto acostumbrarme a Madrid que, teniendo trabajo allí, no me veía volviendo. Lo he pensado a veces durante estos años, pero las oportunidades que he tenido en Madrid no las hubiera tenido en Asturias".

Irlanda. "Mi primera excavación fue en Irlanda, un verano que fui hasta allí de vacaciones. Les escribí a unos arqueólogos y trabajé con ellos aquel verano en un monasterio medieval, el monasterio de la Isla Santa (Holy Island), en el río Limerick. Después hice otra excavación medieval en Tiermes, en Soria. Tiermes es un núcleo romano muy famoso, algunos lo llaman Termancia, en relación con Numancia, pero su nombre real es Tiermes. Allí también excavé, luego, la muralla romana".

Financiación. "Después de excavar en Tiermes, ya en 1978, mi catedrático, que era Martín Almagro Basch, un profesor muy importante, me preguntó si quería ir a África. Y me fui con él a Nubia. Estuvimos excavando una gran necrópolis meroítica, de una época que entonces apenas se conocía. Después de aquella excavación estuve ocho años sin volver a África, porque no había dinero. Pero a finales de los ochenta y, sobre todo, a comienzos de los noventa empezó a haber financiación del Ministerio de Cultura, y estuve toda la década de los noventa excavando en Sudán Central, trabajando en cosas de Prehistoria, Mesolítico y Neolítico".

Almagro. "Aquel catedrático, Martín Almagro Basch, era una personalidad tremenda. Un catedrático franquista que tenía todo el poder en su mano. Yo pude entrar en la Universidad porque él me dijo: 'Tú'. Así escogían a la gente en aquel tiempo. Y él era director del Museo Arqueológico Nacional, catedrático de la Complutense y director del Instituto de Prehistoria del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Hablamos de tres órganos completamente distintos, y él era el director de los tres. Y era un hombre curioso, que trabajaba de todo, y en general bastante bien. Era muy tirano, tenías que hacer lo que él dijera, pero raramente se equivocaba".

Sudán. "La primera vez que fui a Sudán tenía 30 años. Me impresionó. Tenían trenes ingleses, los mismos que había construido Kitchener en 1898, cuando conquistó el país. Habían pasado ochenta años y los trenes eran los mismos. Que por otro lado funcionaban bien. Había un teléfono para llamar a Jartum, y lo escuchabas lejísimos, parecía que hablabas desde una montaña. Las cartas tardaban quince días en llegar. En 2004-2005, en Etiopía, ya llevábamos móviles. Cuando estábamos en Sudán Central teníamos que ir a hablar a una estación de gasolina que estaba a diez kilómetros. Y ahora en Etiopía vas por la montaña, al sitio más alejado, y te encuentras una antena de telefonía móvil".

Nubia. "La excavación más importante que hice fue la primera en Nubia, entre 1978 y 1981. Excavamos una necrópolis meroítica con cerca de 400 tumbas. Era impresionante. No he vuelto a Nubia porque es muy caro, está muy lejos y, sobre todo, porque me gusta cambiar. Pero Nubia es impresionante. Todo el valle del Nilo lo es. En Sudán Central no ocurre lo mismo porque ya hay algo de verde, ya llueve en verano, puede haber beduinos que van con los camellos... pero si tiras río arriba no llueve nunca, la única agua que hay es la del río. Y llevan generación tras generación, durante milenios, viviendo pegados al río. Tienes allí todos los yacimientos, termina uno y empieza otro, para un arqueólogo es maravilloso. Egipto es más importante, porque es faraónico, pero en Egipto también hay más población, que también ha destruido cosas y ha construido encima. Ha habido más continuidad y mayor cantidad. El río está más controlado, y cerca del Mediterráneo llueve en invierno. Pero en Nubia no vive casi nadie. Y es un sitio para ir".

Universidad. "Me costó mucho acostumbrarme a Madrid. Lo pasé muy mal, era demasiado joven, y a los asturianos nos entra siempre la morriña. Pero después, una vez que entré en la Universidad, me estabilicé. Nunca me planteé irme, también porque era muy difícil cambiar de Universidad. En España no es tan fácil, ni siquiera hoy. Desde 1986 soy funcionario y habría tenido tal vez la ocasión de volver a Asturias, donde hay mucha tradición de arqueología, pero no específicamente de lo que yo trabajo. El caso es que no he trabajado nada de Asturias. También es verdad que es por mi carácter: hay gente que pincha a la vez en varios sitios, y yo no soy así, me gusta que lo que hago hacerlo bien. Y eso lleva mucho tiempo".

Segunda entrega, mañana, lunes:

"Cuando hablas con la gente de África ves que quieren más libertad, no aspiran sólo al progreso económico"

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