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Así es la vida en Pesoz, el concejo que más habitantes perdió en los últimos 70 añosJuan Plaza

Así es la vida en Pesoz, el concejo que más habitantes perdió en los últimos 70 añosJuan Plaza

Pesoz, donde la gente desaparece: “Aquí no hay modo de vida, los jóvenes se tienen que ir"

El concejo del alto Navia perdió nueve de cada diez habitantes en medio siglo y es el municipio más tocado por el despoblamiento de Asturias

De la pared del Mesón As Cortes cuelga, enmarcado, un artículo de LA NUEVA ESPAÑA del 25 de enero de 1966. “Pesoz: la Asturias perdida”, reza el encabezado. “Solo tres jóvenes quedaron en la capital del concejo”, recoge el titular. Pero esos chavales– Lino, Jano y Freije– también acabaron marchando.

Cincuenta y cinco años después de ese reportaje, Pesoz, un concejo que limita con San Martín de Oscos, Illano, Allande y Grandas de Salime, sigue perdido y más vacío que nunca. Es el municipio asturiano que más menguó en población en las últimas siete décadas: por el camino dejó al 93% de sus habitantes. Hasta llegar a los 145 empadronados actuales, la mayoría de ellos jubilados. “Esto está como un solar”, dice a sus 71 años Alejandro Mesa, el Jano que protagonizó con 16 el artículo de prensa de 1966. “Pesoz lleva mucho tiempo en declive, no levanta cabeza. Yo me fui porque los jóvenes aquí no teníamos ningún aliciente”, asegura. Y el problema continúa.

El artículo de LA NUEVA ESPAÑA de 1966 titulado “Pesoz: la Asturias perdida”, en el Mesón As Cortes.

Mesa se marchó en 1968 para estudiar Delineación y Topografía e hizo su vida en Oviedo. Sin embargo, ahora, a raíz de la pandemia, él y su mujer, Conchita Fernández, pasan más tiempo en Pesoz, donde tienen una casa y un par de huertas, que en la ciudad. “La gente aquí no tiene trabajo. No hay agricultura, no hay industria... Y si no tienes medio de vida, ¿qué vas a hacer? En Pesoz solo hay jubilados”, afirma Fernández. Jubilados como la hermana de Jano, Marichu, que también alterna la ciudad con el pueblo. “Venimos cada ocho o diez días, cuando no tenemos médicos”, apunta entre risas. Los Mesa, aunque no viven de continuo en Pesoz, mantienen en pie cinco casas del concejo, una por hermano. “Cuando no estemos nosotros, se acabará el pueblo... Nuestros hijos tienen sus vidas en la ciudad”, señalan con pena.

Lorena Casariego, responsable del telecentro, y Ana Martínez, farmacéutica de San Martín de Oscos, toman el café de media mañana.

Por semana, en la capital del concejo hay demasiado silencio. Ningún coche de ida, ningún coche de vuelta. La vía principal funciona casi como una acera y las únicas tertulias están en el Mesón As Cortes y al pie de la carretera AS-13, junto a la furgoneta blanca de Abelardo González. Este gallego, residente en Barreiros (a 15 kilómetros de Ribadeo), vende productos de la huerta. “Aquí la población está muy envejecida, pero es gente maravillosa y muy unida. Por ejemplo, el que invita en el bar, invita a todo el mundo, no solo al amigo”, expresa. Ana Allonca es una de sus clientas más fieles. “Aquí no hay modo de vida. La gente joven se tiene que ir, no quedan descendientes”, advierte la mujer, que pide a los políticos “que nos ayuden y no nos aprieten”. “Quizá la solución –apunta– hubiese sido no acabar con el campo. Tienen que ponernos más facilidades”.

En el Mesón As Cortes, el único bar del pueblo que resiste abierto, toma un café Javier Fernández, que es distribuidor de bebidas. “Desde Boal hasta aquí (casi 40 kilómetros) solo funciona este establecimiento hostelero y otro más, cuando solo en Illano llegó a haber cinco. Antes veías un bar por cada cuatro casas. Y no olvidemos que como cierren las tiendas-bar, los pueblos van a pique”, cuenta. “Esta vez desde Boal no me crucé con más de cinco coches. El día que veo ocho ya digo: ‘Está la autopista llena’”, bromea. Las comunicaciones por carretera son uno de los males mayores de Pesoz: se tarda en llegar a su corazón casi dos horas y media desde Oviedo. Es decir, un asturiano residente en el centro de la región se planta antes en Santander que en Pesoz. Y ya se haga el trayecto por la costa o por el interior, las curvas son infinitas.

El alcalde del concejo, José Valledor, delante del Consistorio.

Por eso, el alcalde del concejo reclama ante todo “buenas infraestructuras”. “No es lógico que para ir Oviedo echemos cinco horas, entre ida y vuelta”, denuncia el socialista José Valledor, que pide reparar la AS-12, entre Navia y Grandas de Salime. Además de “acercar Pesoz por carretera al centro de Asturias”, el regidor remarca que hace falta “un mejor funcionamiento de las nuevas tecnologías”. Sin ir más lejos, en el mismo Ayuntamiento, un móvil Movistar no tiene cobertura. Pero tanto para lo uno como para lo otro, se necesita “dinero”. “A todo el mundo se le llena la boca con que hay que trabajar por la España vacía, pero es todo palabrería. En cuanto se habla de invertir, todas esas intenciones se quedan en nada”, denuncia Valledor, que no es demasiado optimista: “Como tarden cincuenta años en hacer otro reportaje como este, no sé si habrá gente para contarlo”.

Pese a ello, Pesoz pelea por un futuro. “Muchos de los que marcharon han vuelto con la pandemia. Pero son jubilados; el concejo necesita jóvenes y generar puestos de trabajo”, prosigue José Valledor. Jóvenes los hay, aunque son pocos: no llegan a la decena. El habitante más pequeño es de hecho el nieto del alcalde, de nombre Martín y de 2 años. Mano de obra, por su parte, hay que generarla.

El gallego Abelardo González vende productos para la huerta a una vecina en la carretera principal.

“Algo relacionado con la madera y la biomasa creo que tendría futuro aquí, porque tenemos la materia prima. O un parque eólico...”, lanza como ideas Valledor. La vecina Conchita Fernández propone explotar los viñedos. Y la farmacéutica Ana Martínez habla de industria verde. “El turismo y la agricultura no van a levantar este concejo. Hace falta cambiar el concepto y un plan serio, como se hizo con la industrialización. No se puede pretender que la gente vuelva a lo rural diciendo: ‘Se vive mejor aquí’”, señala Martínez, que es de San Martín y atiende una vez a la semana en Pesoz, junto al médico.

Alejandro Mesa, “Jano”, uno de los protagonistas del reportaje, en su huerta, en la capital de Pesoz.

Lorena Casariego, la técnica del telecentro del municipio, sufre en sus carnes otro de los problemas del Occidente: las limitaciones en la educación. “Un niño de esta zona no puede hacer otra cosa al margen de ir a la escuela. A mi hija le gusta la equitación y tengo que llevarla a Puerto de Vega, que me queda a hora y media. Tampoco podría hacer natación ni ningún otro deporte”, se queja. Con el agravante de que a los 16 años, los jóvenes ya tienen que salir fuera a estudiar. “O se marchan las familias al completo o se va el niño solo”, protesta el regidor, que cree nuevamente que “no hay igualdad de oportunidades” entre la zona rural y la ciudad.

Pesoz tiene clara la solución a su despoblación. ¿Y los que mandan?

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