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“O Asturias tiene un futuro en el campo de energías limpias o no tendrá futuro”

Pelayo García de Arquer.

Pelayo García de Arquer, científico, ingeniero en telecomunicaciones y matemático ovetense experto en energías limpias y renovables, ha sido distinguido como Investigador Joven en Física Experimental en los galardones de Física Real Sociedad Española de Física-Fundación BBVA. Tras concluir sus estudios en la universidad de Toronto trabaja en Barcelona en un proyecto para desarrollar ciencia y tecnología que contribuyan a la lucha contra el cambio climático. Un reto mayúsculo.

–¿Estamos a tiempo de salvar el planeta o el ser humano no aprende de sus horrores?

–Sí. Creo que estamos a tiempo y es la visión y el objetivo global compartido por gobiernos y líderes industriales más importantes. La batalla contra el lado oscuro destructor y negacionista siempre ha estado ahí, en esta y otras épocas. Pero no nos queda otra: si no, probablemente acabaremos como piezas de museo de alguna civilización venidera.

–¿Asturias tiene futuro en el campo de las energías limpias y renovables? ¿Algún consejo a las administraciones?

–Asturias, como otras regiones y el planeta, o tiene un futuro en el campo de las energías limpias y el desarrollo sostenible o no tendrá futuro. En el contexto actual, estamos ante una oportunidad única: los fondos de reestructuración europeos, un tren que difícilmente volverá a pasar. Estos fondos van asociados a inversiones en estos sectores, con el fin de digitalizar y modernizar industrias existentes y reestructurar nuestro modelo productivo hacía un modelo basado en conocimiento y sostenibilidad. Se trata de una oportunidad única tanto para atraer nuevas industrias como para adecuar y apuntalar grandes industrias tradicionalmente bandera de nuestra región tales como la siderúrgica, la agraria, o incluso la minería.

“Es necesaria valentía y visión de las administraciones, atadas a un cortoplacismo electoral”

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–¿Qué hace falta?

–Es necesaria mucha visión y valentía por parte de las administraciones, tradicionalmente atadas a un cortoplacismo electoral, y apostar por políticas atrevidas que creen el caldo de cultivo necesario para esta transformación. Ya que es algo inexorable, mejor aprovechar esta oportunidad. También, importante, hay que adelantarse y no se puede perder de vista la realidad de nuestra región. Es necesario reorientar la formación de puestos de trabajo que puedan acabar por desaparecer en el medio plazo debidos a esta transición y revolución tecnológica liderada por la automatización y la inteligencia artificial.

–¿A qué obstáculos se enfrenta la apuesta por las energías limpias?

–Recuerdo nítidamente que, cuando empecé mis estudios de doctorado allá por 2010, el coste de la energía fotovoltaica era bastante superior al de la energía “convencional”. El reto al que nos enfrentábamos por aquel entonces era el de reducir su coste cien veces de modo que pudiera ser competitiva sin subsidios estatales. Hoy, debido a varios factores, y sobre todo a una apuesta nítida y agresiva en inversión por parte de países tales como China, el coste de la energía solar es en muchos casos bastante mas barato que la energía basada en combustibles fósiles: carbón, petróleo, gas natural. Algo que parecía impensable entonces, ahora es una realidad. Los retos tecnológicos para la incorporación de energías limpias también se han transformado.

–¿De qué forma?

–Este tipo de energías son por lo general intermitentes –por ejemplo, solar y viento–, y su pico de producción es en muchos casos contrario al pico de demanda. Es necesario almacenar y distribuir esta energía en diferentes escalas de tiempo –días y meses– para que su incorporación aumente. También es muy importante tener en cuenta el mix de energías, considerando otras energías limpias como la hidráulica y la nuclear. En varios países fuera de España esto ya es un hecho, como en el caso de Noruega (hidráulica), Francia (nuclear), y China y Japón, donde la solar va ganando terreno. El caso de España es para mí un galimatías difícil de entender, donde parece haber bastantes intereses cruzados, falta de transparencia, y quizás falta de valentía en la toma de medidas en pos de una soberanía energética que nos permita no depender de materias primas extranjeras como es el caso del gas natural.

“Hay que reorientar la formación de puestos de trabajo que puedan acabar por desaparecer en el medio plazo”

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–¿Asturias reúne las condiciones para liderar esa nueva revolución?

–Asturias reúne las condiciones y también es, creo, uno de los líderes en la necesidad de abanderar esta revolución. No nos olvidemos, además, de la exasperante diáspora de gente joven. Desde mi punto de vista, Asturias puede aprovecharse del nuevo contexto global. Por ejemplo, durante el Covid, muchas empresas multinacionales han deslocalizado a sus trabajadores. El trabajo en remoto es cada vez mas una opción mas que viable, e incluso la preferida de muchas empresas tecnológicas. Asturias, debido a su particular atractivo, podría posicionarse como un hub, por ejemplo ofreciendo algún tipo impositivo especial y tomando ventaja de la cantidad de pueblos tan bonitos que o están ya vacíos o se están vaciando. Para ello, pero también clave para todos los puntos anteriores, ayudaría la apuesta por infraestructuras que mejoraran la conexión con el mundo y no solo con Madrid, que está muy bien, pero que no tiene tantas conexiones globales como Frankfurt, Londres, Paris, o Zurich.

–¿De quién se acordó al recibir el premio?

–Este premio ha sido fruto del trabajo de mucha gente, y se lo debo a todos mis mentores, colegas y colaboradores. He aprendido tanto de las virtudes como de los defectos de todo el profesorado que he tenido desde el colegio (Gesta I), instituto (IES Aramo) y la Universidad. Aunque sería injusto personalizar agradecimientos ya que todos ellos han sido importantes, me gustaría mencionar especialmente a Jesús Ángel Lobo Rodríguez, uno de los grandes maestros que he tenido en el colegio y quien tristemente falleció muy joven.

–De Asturias a estudiar en Toronto. Un buen salto.

–Toronto es una gran ciudad, súper cosmopolita, en un precioso país. La Universidad de Toronto está actualmente reconocida como la mejor universidad de Canadá y la segunda universidad pública de todo Norteamérica, tan solo por detrás de Berkeley. Mi experiencia allí ha sido muy buena. He tenido la suerte de trabajar en un grupo de investigación puntero en mi campo y de poder aprender de mucha gente de diferentes culturas y experiencia en ámbitos muy diversos. Aunque antes de ir a Toronto llevaba ya varios años fuera de Asturias, los asturianos siempre tendemos a comparar todo con la tierrina.

“En ciencia e investigación no vale con estudiar el día antes, hay que trabajar en los grandes retos de manera cuidada, decidida“

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–Compare.

–La verdad es que allí hay una naturaleza y paisajes asombrosos Es el segundo país en superficie del planeta. A nivel cultural, Toronto bebe de la cultura norteamericana así como de la alta inmigración, más o menos la mitad de su población. Pero, cómo no, allí también tuve la suerte de conocer más astures, e incluso de compartir casa con uno de ellos, lo que a mi abuela celebraba y parecía tranquilizarle bastante.

–¿Alguna enseñanza exportable a Asturias?

–El modelo educativo es bastante más aplicado, con más énfasis en aprender haciendo. Ello sacrifica algunos conocimientos teóricos, pero confiere otras cualidades muy interesantes. La relación del entorno académico –enseñanza e investigación– con la empresa es mucho más fuerte. Desde el punto de vista de la empresa, se trata con mucho mas respecto a la investigación: a las empresas les interesa colaborar con la universidad y pagan por ello como corresponde. Desde el punto de vista de la universidad, se fomenta también el trabajo con empresas. Hay una apuesta muy clara por la investigación, la innovación y la emprendiduría. Una gran parte del presupuesto de la universidad se nutre de estos contratos y del cobro de canones de patentes. Todo esto, hay que tener en cuenta, sucede dentro de un país con un modelo productivo movido por la tecnología y la innovación bastante arraigado, algo en lo que Asturias y España aún deben trabajar.

–Lleva en España desde abril. ¿Cómo ha sido la experiencia de la pandemia en su caso personal y profesional?

–Respecto a lo personal, supongo que un poco como todos. Preocupado por mi familia y seres queridos y contento de haberme podido vacunar. Respecto a lo profesional, pudimos aprovechar para revisitar bastantes datos experimentales que teníamos aparcados y poder publicar varios artículos en base ellos. Organizamos también varios cursos online y simposios. Sorprendentemente, conseguimos ser más o menos productivos. Planificar el retorno a los laboratorios también ha sido un reto, pero hemos sacado lecciones valiosas sobre cómo utilizar mejor el tiempo y los recursos. Algo que paradójicamente eché muy de menos eran las maratones en el laboratorio. Salir a comer, cenar, o a tomar café con mis colegas de trabajo... Estos interludios solían acabar siendo momentos de gran creatividad donde se nos ocurrían bastantes ideas, que en su mayor caso nunca funcionaban.

“Estamos ante una oportunidad única, los fondos europeos, un tren que difícilmente volverá a pasar”

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–¿Cuál es su cometido en Barcelona?

–Ahora mismo me encuentro en el apasionante momento de montar los laboratorios en el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), contratar personal investigador y trabajar en varias propuestas estatales y europeas para atraer mas fondos. El objetivo de mi grupo es el de seguir desarrollando ciencia y tecnología para contribuir a luchar contra el cambio climático.

–Por ejemplo...

–Trabajando para entender y mejorar los procesos relacionados en la captura y conversión de CO2 u otros procesos que se puedan electrificar; y de este modo ser operados utilizando energía renovable. Un área incipiente de mucho interés se centra en la posibilidad de convertir el nitrógeno del aire en fertilizantes utilizando esta estrategia. Ello permitiría descarbonizar uno de los procesos químicos mas contaminantes a escala global, la síntesis de amoniaco.

–¿En qué se basa?

–En fotónica, la ciencia de la luz. Utilizando diferentes tipos de luz, tales como rayos X de altas energías o luz infrarroja, podemos “interrogar” a diferentes actores involucrados en este proceso –átomos, moléculas, superficies–, y de este modo conseguir la información necesaria para mejorar el diseño de los bloques de Lego –nanomateriales– para catalizar estas reacciones.

–¿La pandemia reforzará el valor de la ciencia en la sociedad u olvidaremos las lecciones cuando volvamos a la normalidad?

–Yo no soy ningún gurú y tampoco tengo una opinión clara al respecto. Por un lado, soy optimista: creo que el valor de la ciencia e investigación ha quedado patente. Solo gracias al trabajo realizado por muchas personas durante muchos años en campos de investigación relacionados a las vacunas –y en especial del tipo de ARN mensajero– ha sido posible este hito científico, tecnológico, médico y social: el desarrollo de vacunas eficientes para un virus nuevo en tiempo record. La investigación es un proceso generalmente lento, cooperativo –se basa en el trabajo de mucha gente–, sujeto a prueba y error y a continua revisión. No puede realizarse de la noche a la mañana. España ha sido un ejemplo liderando este proceso de vacunación, de lo que me enorgullezco. Es imperativo que el mundo se tome esta lección en serio para trabajar en los grandes retos a los que nos enfrentamos de manera cuidada, decidida, y devota, en ciencia e investigación no vale con estudiar el día antes.

“Ayudaría la apuesta por mejorar la conexión en infraestructuras con el mundo, y no solo con Madrid”

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–Pero por otro lado...

–Está la omnipresente contrafuerza que no nos puede permitir bajar la guardia. Si algo hemos demostrado los humanos en este planeta, además de nuestra capacidad de adaptación y resiliencia, es nuestro empeño en no aprender de nuestros errores.

–Los jóvenes alemanes presionan en campaña para que sus líderes luchen contra el cambio climático. ¿La juventud en España debería alzar más la voz?

–Pues hay bastante movimiento en general por parte de la gente joven, véase manifestaciones hace poco en Barcelona respecto a la ampliación del aeropuerto de El Prat. Yo creo que, en general, la gente más joven está más concienciada que generaciones anteriores.

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