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El caserío asturiano firmado por Joaquín Sorolla

Esta nota de color al óleo inspirada en un positivo antiguo, ambos conservados en el Museo Sorolla de Madrid, constituye uno de los ejemplos más significativos del interés del pintor valenciano por la tierra asturiana durante sus diversas estancias en la región

La pequeña obra de Sorolla “Caserío de Asturias”.

El pintor valenciano Joaquín Sorolla Bastida estuvo en Asturias en varias ocasiones entre los años 1902 y 1904. En la primavera de 1902, tras una breve estancia en Valencia, se dirigió a León y, a continuación, ya entrado el mes de julio, a San Juan de la Arena, donde pasó el verano pintando. En la primavera del año siguiente viajó con su familia de nuevo a León, donde pintó escenas de mercado y, posteriormente, se trasladó a San Esteban de Pravia, donde pintó algunas de sus obras más relevantes del periodo de trabajo en el Principado, entre las que destacan “Mar y rocas de San Esteban, Asturias”, “Segadora de Asturias” y “Campo de Asturias”. En 1904 pasó la primera parte del verano con su familia en la región, donde pintó, de nuevo, obras como “El Nalón, Asturias” y quizá una magnífica nota de color en óleo sobre cartón titulada “Caserío de Asturias”, de 23,9 x 33,9 centímetros.

Estas notas de color a las que el pintor denominaba “apuntes” eran impresiones, manchas de memoria, tiempo capturado en un instante, en las que recogía sus visiones personalísimas y que llegaron a constituir obras singulares con independencia propia. De este modo, el caserío asturiano que se muestra en este cartón, conservado en el Museo Sorolla de Madrid y firmado en la parte inferior derecha (J. Sorolla. B) muestra un hórreo y varias construcciones aledañas, añadiéndose a todo ello un balagar de hierba en primer término a la izquierda de la composición, todo rodeado de vegetación bajo un cielo azul intenso de marcadas nubes blancas.

El positivo en el que se inspira la obra.

Sorolla pudo inspirarse para la realización del hórreo en una de estas construcciones contempladas durante una de sus visitas a Oviedo. Él mismo pudo fotografiar este tipo de construcciones (pues era un gran aficionado a este arte gracias a la influencia de su suegro, el gran fotógrafo valenciano Antonio García Peris), pero, en este caso, quizá adquiriese el positivo fotográfico (conservado también en el Museo Sorolla) durante alguno de sus viajes a la región asturiana. Se trata de un positivo estereoscópico en vidrio con gelatinobromuro de plata formado por dos fotogramas con inscripción central manuscrita a tinta donde se señala: “Oviedo. Un hórreo”. La caja de placas es de la casa londinense Ilford Alpha, surgida en 1889, y lo que parece claro es la enorme influencia que esta supuso en la realización del cartón. Una composición de distintas tonalidades verdosas, ocres y blanquecinas, de pincelada empastada y gruesa en las líneas horizontales del celaje y de la vegetación que rodea a las construcciones, y menos cargada en las arquitecturas y en la hierba que inunda el primer término de la obra. Si bien este trabajo pudo participar, tal y como se señala en el catálogo del Museo Sorolla publicado en 1982, en la exposición celebrada en las galerías George Petit de París en 1906 con el número 221, parece que actualmente no existe ningún dato que permita corroborar esta aseveración.

  • Joaquín Sorolla trabajó en muchas ocasiones apoyándose o inspirándose en fotografías con la intención de captar distintos puntos de vista, perspectivas y contrastes lumínicos, que le sirviesen para realizar sus composiciones 
  • Aconsejado por su amigo el pintor Aureliano Beruete, viajó a Asturias para ampliar y mejorar sus composiciones de paisaje y captar los ocres, verdes y rojizos de sus aldeas y montes 

Durante las visitas de Sorolla a la región asturiana, los temas más recurrentes del pintor valenciano eran las escenas de pescadores y pescadoras secando las redes, las escenas de playa y los trabajos, especialmente de mujeres segando el campo o acudiendo al mercado para realizar cualquier tipo de transacción. Del mismo modo, los temas de paisaje y de construcciones netamente asturianas como las que el autor recoge en esta nota de color llamaron poderosamente la atención del pintor, tan interesando siempre en mostrar la idiosincrasia y particularidades etnográficas de cada región. De este modo, Sorolla realizó un sinfín de dibujos, generalmente al carboncillo y sobre papel continuo y ahuesado de pequeñas dimensiones, donde se muestran estos tipos y construcciones populares de factura abocetada, de gran interés para comprender el conjunto de su obra. El valenciano solo deseaba que no lloviera para poder trabajar con ese infatigable ímpetu que le caracterizaba. Un deseo difícil de cumplir y que también ayudó a que el valenciano comprendiera mejor las singularidades de esta tierra única.

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