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XIII Encuentro de diplomáticos asturianos (1)

El nuevo desorden mundial tiene una China en el zapato

Expertos en política exterior advierten del riesgo que supone el despegue del gigante asiático y de sus valores alejados del modelo democrático occidental ante la debilidad de Estados Unidos

Por la izquierda, Javier Vallaure, Alberto Aza, José Laviña, Luis Arias, Federico Torres y Jorge Hevia, en el paseo de los Álamos de Oviedo. | Miki López

De pronto, cuando no se han apagado los cañones en Ucrania yse oyen las salvas de advertencia que China dispara hacia Taiwán, aquí ya "nadie entiende nada". Alberto Aza (Tetuán, 1937), más de 45 años de carrera diplomática, exembajador de España en Londres y entre otros muchos cargos jefe de la Casa del Rey entre 2002 y 2011, ha perdido en esta refriega alguno de los códigos que siempre le han servido para entender el mapa geopolítico del mundo. Su versión sobre la "complejidad casi imposible" que ha adquirido un planeta en constante sobresalto encuentra ecos abundantes en el decimotercer encuentro veraniego de diplomáticos asturianos que LA NUEVA ESPAÑA organiza desde 2009. Con la experiencia que dan las décadas de pescante en el servicio exterior, Aza, Luis Arias, Javier Vallaure, Federico Torres Muro, Jorge Hevia y José Laviña están hablando de la partida de Rusia contra Ucrania, pero ahora también de la de China y Taiwán, que es en realidad la de China y Estados Unidos. Del revuelo por la visita a la isla de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, y de las maniobras militares que han dado entrada al gigante chino en la escena turbulenta de un mundo que ha exacerbado su sensibilidad a las convulsiones desde la inesperada reaparición de la guerra en Europa.

"Cuando nos reunimos varias personas que tenemos esta especialidad, ahora la tendencia es hablar de Ucrania y Rusia, pero el gran reto, la gran incógnita a medio plazo, es cómo se va a configurar la relación entre Estados Unidos y China", apunta Torres Muro (Langreo, 1957), ahora director general de Política Exterior y de Seguridad en el Ministerio de Asuntos Exteriores y antes embajador en Ecuador y El Salvador, entre otros destinos. El mundo enfoca el futuro hacia la articulación de los vínculos "entre un poder hegemónico como Estados Unidos y una potencia emergente con un modelo de crecimiento económico que difiere del que se ha promulgado desde Estados Unidos y la UE, que no va acompañado de libertades… Eso es música celestial en muchas regiones del mundo y en particular nos está haciendo mucho daño en América Latina…" El nuevo gigante emergente se pone en guardia cuando ve que la vieja potencia hace guiños de advertencia a su antiguo conflicto con Taiwan, pero más allá de que pueda llegar a haber una Ucrania en el mar de China, el problema es de fondo. China ha demostrado "que hay atajos para conseguir ese supuesto bienestar económico" y ahora es "un competidor desleal", enlaza, que obliga a levantar la vista de su más reciente escarceo con Estados Unidos y a prevenirse contra una advertencia muy seria de futuro: "A medio o largo plazo", la emergencia china "nos puede perjudicar mucho".

Javier Vallaure (Hamburgo, 1949), embajador de España jubilado, ha vuelto a Pravia, pero en su hoja de servicios hay muchas claves para descifrar Norteamérica desde dentro. Fue entre otras muchísimas ocupaciones cónsul general de España en Los Ángeles y Miami y esos son "dos miradores estupendos" hacia el interior de la primera potencia mundial, uno con vistas a México, el otro con balcones a Cuba. Con los ojos entrenados ve que "China está aprovechando su momento estelar", que "se ha subido al tren en primera clase" con la propulsión adicional de Rusia, pero también "con el silencio de Corea del Sur y Japón agazapado", y que mientras tanto "Estados Unidos duda. Eso me preocupa". Los movimientos militares en el entorno de la antigua Formosa "tampoco son nada nuevo, puede ser el cuarto incidente serio, o grave, desde los años cincuenta", pero ahora el momento adquiere cierta tonalidad rojiza por el ambiente convulso del planeta, y porque "Estados Unidos es un país política y socialmente dividido. Más que nunca. Trump laminó el país como el caballo de Atila y Rusia en un frente y China en el otro han visto que el gigante norteamericano está debilitado". El diplomático asturiano observa con cierta perplejidad que el país "sigue con su obsesión del terrorismo islámico. La gran noticia de los últimos días ha sido que han matado al líder de Al Qaeda". Lo dicho, que Estados Unidos duda, y que cuando eso pasa "Europa, por extensión, también duda".

Luis Arias (Madrid, 1949), de origen valdesano, embajador de España que ejerció entre otros muchos destinos en Filipinas y Corea del Sur, mira con la experiencia del otro lado. Ve unas "maniobras muy significativas", "unas señales muy inquietantes" y una visita de alto rango estadounidense que se ve como un aviso a navegantes y "viene a demostrar", por lo que pueda pasar, "que una solución ucraniana para Taiwán no sale gratis. Pelosi lo ha dejado claro". Otro problema, y sabe de qué habla, es que "por allí está Corea del Norte, que no ha dicho nada y eso me inquieta. Su política consiste en estar presente en todas las decisiones y levantará el dedo en algún momento".

El colungués Jorge Hevia Sierra (1959) mira con "inquietud" desde su casi recién estrenado puesto de embajador de España en Arabia Saudí. Preocupa la "rivalidad" entre Estados Unidos y China por lo que tiene de ejemplo de crecimiento de "un régimen autoritario que encarna valores muy alejados de los nuestros y un modelo en algún sentido exitoso que gana adeptos". Hay que exigirle "más responsabilidad" y activar las alertas, "ojo con Taiwan", "porque en Ucrania muchos pensaban también que no iba a pasar nada".

Aquí influye el poderío económico de la antigua Formosa, y su liderazgo en el mercado mundial de los microchips, básicos para alimentar el gran "motor" de la industria automovilística estadounidense, pero antes de aventurarse a trazar posibles paralelismos hay que tener en cuenta "dos o tres factores de diferenciación" entre conflictos, aporta José Laviña (Oviedo, 1964), embajador en Guatemala. Si el valor simbólico que Ucrania juega para Rusia y Taiwán para China pueden pesar en el plato de las coincidencias, en el de las divergencias también hay cosas. De un lado, "la simetría de las dos partes, de Ucrania con Rusia y de China con Taiwan", no es la misma; de otro, "el apoyo internacional", tampoco, porque mientras Ucrania es un estado consolidado que mantiene relaciones diplomáticas con todo el mundo, la antigua Formosa tiene una compleja situación política y un reconocimiento diplomático muy limitado, circunscrito a apenas catorce países, pequeños estados de América Central y Oceanía sobre todo.

El caso es que "nos habíamos acostumbrado a vivir bajo un paraguas occidental patrocinado por Estados Unidos", resume de nuevo Aza, "que otorgaba seguridad, confianza democrática y un modelo económico". Pero todo ha quedado trastocado por la emergencia de "un país gigantesco", reanimado en su crecimiento por la globalización y con una sensación de "fuerza imparable" para afrontar la gran batalla del futuro, la tecnológica, la que "los americanos pueden perder en quince o 25 años", la que les llevaría a "perder el control de la seguridad mundial". "Casi todos nuestros nietos trabajarán para empresas chinas". La pregunta queda en el aire: "¿Como chinos?"

El foco asiático de inestabilidad ha venido a recordar que China también está ahí, y que también tiene dientes, en un momento en el que "la reaparición de la guerra en Europa nos incomoda, porque no estábamos acostumbrados. Nuestra generación no había tenido, felizmente, esa experiencia y tenemos que hacer un esfuerzo de compromiso, porque nos jugamos más de lo que parece. El curso de acción que está llevando a cabo Rusia no amenaza sólo a Ucrania. Es obvio que el modelo político de Putin es una amenaza. Para empezar para los rusos, luego para toda Europa..." Es Federico Torres Muro interpretando la onda expansiva de la invasión de Ucrania y las sacudidas que el tablero político del mapamundi sufre desde el 24 de febrero de este año. Su cargo como director de Política Exterior y de Seguridad en el Ministerio de Asuntos Exteriores, con el encargo entre otros de coordinar posiciones de defensa a escala europea, le otorga una perspectiva ideal para percibir que por ejemplo "tenemos dificultades para explicar fuera de Europa lo que representa la agresión de Rusia a Ucrania" y que aquí influye la habilidad rusa en el manejo de la propaganda. "Rusia está muy instalada en sitios donde uno no la esperaría", apunta el diplomático, "con medios de comunicación financiados por el poder político". Eso crea problemas en muchas zonas del mundo, y no hace falta que se mencione la profusa presencia de estos recursos propagandísticos en América Latina.

Sin perder de vista la irresponsabilidad letal de la Rusia de Vladimir Putin, Luis Arias anota "la sensación de que a partir de la caída del Muro de Berlín la OTAN actuó de una forma muy alegre con la nueva situación". Habla de "la admisión de países que pertenecían al Pacto de Varsovia" y del poso de "inseguridad" que eso dejó en una nación "acomplejada" por la amenaza de Occidente. "Que Rusia esté ribeteada, al norte y al oeste, por estados miembros de la OTAN no puede dejar indiferente a ningún dirigente ruso", dicho sea sin justificar, "ni muchísimo menos", los delirios bélicos del mandatario actual. Pero si hemos asumido que "la seguridad de Estados Unidos empieza en la orilla oeste del Atlántico en Europa, ¿dónde dejamos que empiece la de Rusia?", se pregunta el diplomático.

Arias dejará claro que no está en duda la certeza que añade Torres de que "nuestra seguridad depende del paraguas nuclear norteamericano", pero envía la reflexión como un apunte sobre "las razones por las que está ocurriendo esto", quién sabe si también "como un elemento de posible entendimiento con una Rusia desaforada".

El mundo, por lo demás, se ha puesto patas arriba de la mano de un país "con una gran capacidad de hacer daño y desestabilizar el mundo, pero menos poderoso de lo que parece". Jorge Hevia busca el PIB ruso, de un billón y medio de euros, no tan superior al de España, y constata que el poder económico ruso es sensiblemente inferior a las posibilidades destructivas de un estado que además "no sabe medir sus fuerzas". A la búsqueda de un flanco de ataque, dirige la mirada hacia un futuro cuya llave "puede residir en un debilitamiento de Rusia, en un cambio de régimen hacia una Rusia que facilite el entendimiento con Europa". Lo dice tal vez con más ilusión que base cierta, pero con la rotunda convicción de que en España "nos interesa apoyar a Ucrania. Por proximidad, pero también porque en cierta manera los embarcamos un poco cuando les dijimos que podían ser europeos y luego que nos encantaría, pero que tienen al ogro al lado. Además, hay un compromiso ético, una necesidad de transmitir que el mundo no es una sucesión de familias mafiosas. Está bien defender nuestros intereses, pero también tiene que haber un componente de valores. Hemos cometido errores, pero que no sean los ucranianos los que tengan que pagarlos". Todo esto se cuece en un mundo convulso que juega varias partidas simultáneas en áreas diferentes del tablero y que deja la mayor parte de las preguntas en el aire. Al final, volviendo al principio, a China, el cóctel puede tener otro ingrediente si se considera, lo hace Luis Arias, que "habrá que ver el futuro de las relaciones entre Rusia y China". Porque este entendimiento se parece a un matrimonio de conveniencia con enemigo común al fondo. Hasta ahora, su trato mutuo en el contexto internacional, afirma el diplomático, "nunca ha sido ejemplar".

Jorge Hevia y el «puñetazo en la mesa» de Arabia Saudí

Jorge Hevia Sierra vive desde hace ocho meses la experiencia «fascinante» de encabezar la embajada española en Arabia Saudí. Motiva el destino, avanza el diplomático colungués, por el momento, porque a estas alturas del siglo XXI será difícil «encontrar en el mundo una nación que esté atravesando un proceso de cambio de esta profundidad». Desde la residencia del embajador se ve «un país muy joven, con una proporción de población menor de 35 años de entre el sesenta y el setenta por ciento» y «grandes avances» para las mujeres en su condición de «sector tradicionalmente muy marginado». Crecen «a un ritmo muy acelerado. Tienen dinero, han estado cerrados y quieren abrirse, han visto cómo han progresado en su entorno Qatar o los Emiratos y han dado una especie de puñetazo en la mesa para hacer ver que son la nación líder de la zona». También es «una monarquía teocrática» y «un régimen monolítico» con sus problemas, muy preocupado por el fundamentalismo islámico. Pero el destino de Hevia, que sigue en su currículum al de embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington y al cargo de director político adjunto en la Dirección General de Política Exterior y de Seguridad, es sobre todo «una embajada de fuerte contenido económico, con una presencia importante de empresas españolas», un país que además conserva lazos «emotivos fortísimos» y «un afecto claro» hacia España.

Javier Vallaure, «leer, curiosear, imaginar» y enseñar

De vuelta en Pravia, a «ocuparme de mi hacienda», Javier Vallaure se dedica a «leer, curiosear e imaginar». Ha dejado atrás más de cuarenta años de carrera diplomática, con destinos entre otros al frente de las embajadas en Angola u Holanda y en los consulados generales de Los Ángeles o Miami, y además de todo lo dicho dedica su tiempo a la actividad que le exige su condición de catedrático honorario de Política Exterior y Diplomacia en la Universidad Católica de Murcia (UCAM), que ostenta desde 2017. Imparte en versiones presencial y online tres másteres sobre la UE y sus relaciones con el continente latinoamericano, protocolo y las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. «Cada vez me van dando más trabajo y eso me entretiene mucho y me tiene muy ocupado», agradece. «Me lo paso bomba». Mirando el mundo desde Pravia, advierte, a pesar de la inflación de situaciones convulsas, de que el planeta «no ha estado exento ni lo estará de conflictos, de adversidades y dificultades. Puede dar la impresión de que tenemos ahora una serie de enanos que crecen cada día más, pero eso es como la fiebre alta para los bebés. Nos sirve para crecer. Me siento tremendamente optimista», remata.

Federico Torres y la «obligación de convivir con Rusia»

De vuelta a Madrid después de cumplir como embajador en Ecuador y El Salvador, Federico Torres Muro se ha hecho con una ventana de privilegio para observar las convulsiones de un mundo agitado por el retorno de la guerra hasta las puertas de Europa. En plena respuesta a la invasión rusa de Ucrania, el diplomático langreano ejerce como director general de Política Exterior y de Seguridad en el Ministerio de Asuntos Exteriores, con responsabilidades sobre las posiciones de España en asuntos muy sensibles de la defensa dentro de la UE y la OTAN. Desde esa atalaya afirma que con todas las dificultades «estamos siendo relativamente exitosos en la respuesta a la presión militar de Rusia contra Ucrania». Hay que reconocer «carencias», sobre todo que «nos falta un grado de cohesión» debido al elevado número de países y de sensibilidades que conciliar, «pero en las sanciones a Rusia y en las ayudas militares a Ucrania creo que hemos dado muestras de cohesión». La labor es complicada, y como prueba queda su advertencia de que «nos guste o no, por su ubicación y su dimensión, tenemos que convivir con Rusia», y que «no nos podemos permitir el lujo de ser vecinos de un país de esas dimensiones empobrecido. Eso es algo que en el debate interno de la UE a veces falta», sobre todo porque algunos países miembros tienen respecto al gigante ruso un «problema existencial»: «Temen que ellos pueden ser el próximo».

Alberto Aza y el «trabajoso y estimulante» Consejo de Estado

«Yo trabajo». A la salida de la diplomacia, después de cuatro décadas largas de embajadas y destinos, Alberto Aza trabaja «muchísimo». Como consejero permanente en el Consejo de Estado, le ocupa la tarea «importante, cualitativa y cuantitativamente», aunque públicamente desconocida, que desarrolla el órgano consultivo para «informar sobre todas las cuestiones que el Gobierno somete a su consideración». En el reparto, porque cada consejero tiene atribuidos unos ministerios, a Aza le han correspondido el de Hacienda y, entre otras instituciones, órganos independientes como el Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores o el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Por la comisión permanente «pasa toda la actividad normativa del Gobierno», resume el diplomático, asuntos «triviales o complicadísimos», y la variedad convierte la tarea en «muy trabajosa, pero estimulante». Lo pasa «muy bien» y se siente «despierto». Acaba de ser ponente de la ley LGTBI. Ha pasado por allí desde el debate todavía candente en Asturias sobre la protección del lobo hasta, hace algunos años, las reclamaciones por las inundaciones en El Bao (Navia)...

José Laviña y la excepcionalidad guatemalteca

Con un gran esfuerzo de síntesis, Guatemala se resume en una palabra. «Atípico». José Laviña, dos años al frente de la legación diplomática española en el país centroamericano, explica por qué cuando asegura que «no se puede juzgar América Latina por Guatemala». En un entorno que vive sus crisis con una extraordinaria polarización, antesala de la «movilización social contra los partidos tradicionales», el país donde ejerce el diplomático ovetense es otra cosa. «Primero porque allí no hay partidos políticos tradicionales», después porque habla de una nación extremadamente conservadora, donde los cuatro partidos de la izquierda suman 14 diputados de 160. La historia de un conflicto de 36 años (1960-1996) que «nunca tuvo opciones de ganar la guerrilla» ha articulado este sistema donde dominan «unas élites empresariales» que se quedaron durante los años duros «y se sienten con derechos». Han armado un modelo «que les ha funcionado muy bien desde el punto de vista económico» con la contrapartida de unos cuantos problemas con la corrupción fusionados con los de la enorme desigualdad social y los enormes contrastes entre Guatemala capital y el resto de una nación muy condicionada además por su altísima diversidad indígena, con sus 23 razas nada bien avenidas entre sí. No extraña que allí la cooperación española se haya vuelto «muy potente, muy visible y muy necesaria».

Luis Arias, la jubilación «feliz» y el año dividido en dos

Después de las más de cuatro décadas largas en la carrera, después de embajador de España en Corea del Sur o Filipinas, de cónsul general en París, Houston, Montreal o Bruselas, ahora el respiro de Luis Arias Romero le permite dividir el año en dos grandes mitadeds, «de octubre a junio en Madrid, de junio a octubre en Barcia (Valdés)». En los dos sitios «hago cosas muy parecidas», enlaza el diplomático, madrileño de nacimiento y valdesano de corazón. Se trata de «leer muchísimo, todo lo que no he tenido tiempo de leer antes, de seguir la actualidad con cierta atención» y de consumir al menos una hora al día en la conversación, en Barcia «con mi propia tertulia con gente de allí, con la que me lo paso muy bien y de la que aprendo mucho» a través de las visiones «muy distintas de las que puedo encontrar en Madrid». «Feliz con la profesión y con la jubilación», el descanso activo «después de tanto ajetreo» combina el cultivo intelectual y la sana confrontación de opiniones con el tiempo que dedica a hacer ejercicio, sobre todo para divertirse montando en bicicleta. Al final, después de tantos años y destinos alrededor del mundo, uno piensa a veces que «no puedo ni entender cómo pude yo hacer todo eso».

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