Entrevista | Marta Elena Díaz García Catedrática jubilada de Química Analítica y profesora emérita de la Universidad de Oviedo

"El Estado tendría que obligar a devolver la beca si el alumno no cumple y no lee la tesis"

"Al hacer mi árbol genealógico, con alguna línea que me lleva hasta el año 1560 y el resto hasta 1600, comprobé que todos mis antepasados son asturianos"

1 |  LUISMA MURIAS

1 | LUISMA MURIAS / E. Peláez

Marta Elena Díaz García (Caracas, 1951) es profesora emérita de la Universidad de Oviedo. Catedrática de Química Analítica, se jubiló en 2018. Sin embargo, no dejó de investigar, aunque ahora lo hace en las partidas del Archivo Diocesano de Oviedo, donde es voluntaria, labor que compagina con la asociación cultural La Serrana de Avilés, en la que ejerce como secretaria. Como resultado de su actividad científica publicó alrededor de 200 trabajos y participó de forma continuada desde 1979 en 32 proyectos de investigación.

Marta Elena Díaz García, en el Archivo Diocesano. | |  REPRODUCCIONES DE LUISMA MURIAS

Por la izquierda, Laura Guardia, Marta Elena Díaz, Adriana López, Maira Granda, Elena Andrés y Rosana Badía, integrantes del grupo en 2006. / E. Peláez

Directora de 18 tesis doctorales y de 44 tesis de licenciatura y trabajos fin de máster, fue además responsable de la Unidad "Espectrometría molecular y XPS" de los Servicios Científicos de la Universidad de Oviedo durante seis años y miembro de la Comisión Nacional de Evaluación de la Actividad Investigadora. Durante 26 años dirigió un grupo de investigación. También atesora gestión universitaria, siendo la máxima responsable entre 2008 y 2012 del Centro de Servicios Universitarios de Avilés.

La infancia. "Nací en Caracas el 21 de diciembre de 1951, aunque soy asturiana de pura cepa. Mis padres eran emigrantes, se habían trasladado en la posguerra a Venezuela, donde estuvieron 15 años y nacimos mi hermano Carlos Enrique, en 1954, y yo. Volvimos cuando tenía 13 años y no regresamos más allí. Mi madre había nacido en el concejo de Illas y mi padre en Molleda, Corvera, y se fueron cuando llevaban tres años casados. Podrían haberse quedado aquí como otra mucha gente pero unos vecinos se habían marchado a Venezuela y decidieron hacerlo también. Les pedían tener un contrato de trabajo, un certificado de que estaban sanos y otro de antecedentes penales".

1. Marta Elena Díaz, con su hermano Carlos Enrique, en Caracas. 2. Marta Elena Díaz, en su más tierna infancia. 3. Por la izquierda, Laura Guardia, Marta Elena Díaz, Adriana López, Maira Granda, Elena Andrés y Rosana Badía, integrantes del grupo en 2006. 4. Héctor Argüelles, Rosana Badía y Marta Elena Díaz, en un congreso celebrado en La Coruña en 2003. 5. La catedrática de Química Analítica en su despacho, en una imagen tomada en 1996. |

Marta Elena Díaz, con su hermano Carlos Enrique, en Caracas / E. Peláez

La vida en Venezuela. "Allí pusieron un negocio, lo que llaman un abastos, que es el antiguo ultramarinos de aquí, y después mi padre, que era ebanista, trabajó en varias empresas. Mi madre se ocupaba de la tienda. Mi hermano y yo íbamos a la escuela nacional Bernardo O’Higgins, donde tenía dos maestras, Alida y Manula. A ambas las recuerdo con cariño porque enseñaban muy bien. Dejé amigos y personas cercanas, como la hija de mi padrino, que todavía vive allí y me escribo con ella. Pasé una muy buena infancia".

El regreso. "Embarcamos en La Guaira. Nada más entrar en el barco, cuando habíamos subido todos, empezó a sonar un pasodoble, y fue como si me arrancaran de mi sitio. Sentí mucha rabia. Pero fue ese momento, porque después, como en el barco iban más niños se me pasó, aunque ese recuerdo siempre se quedó muy marcado. Tras volver, mi madre cogió una depresión, porque aquí no era igual que allí. No se adaptaba al clima. Mis padres abrieron una tienda y al poco tiempo se jubilaron".

2

Marta Elena Díaz, en su más tierna infancia. / E. Peláez

Intento de retorno "Queríamos regresar a los tres años, pero hubo un gran terremoto en Venezuela. Lo teníamos todo preparado para irnos, pero al final no lo hicimos. Había sido un cambio drástico, veníamos del trópico, donde te caía un aguacero tremendo, a los diez minutos salía el sol, y aquí llovía y llovía. La zona de Venezuela en la que vivimos es muy verde y hay dos o tres cosechas al año porque el clima lo permite".

Recuerdos de la infancia en Caracas. "En Historia explicaban que habían llegado los españoles al país, que eran muy malos con los indios y que iban a Venezuela a matar el hambre. Yo tenía 9 años y fui para casa a contarle a mi madre que los españoles eran muy malos sin darme cuenta de que yo era española. Mi madre me dijo ‘tu padre y yo somos españoles y vinimos aquí, que no te oiga decir eso otra vez".

El ingreso en el Instituto. "Empecé a estudiar Bachiller e hice la vida aquí. Pero tenía 14 años y me decían ‘vas a empezar en primero y todos van a ir más adelante que tú’. Yo no quería hacer otra cosa que ir al Instituto. Fui a la academia Lumen en Avilés y me prepararon el ingreso. Preparé el primer y el segundo curso de Bachiller y me presenté libre. Empecé en tercero. La prueba de ingreso se hacía antes con 10 años e incluía un dictado en el que no podías tener ni una falta de ortografía. También ponían una cuenta para dividir con decimales y una prueba oral, con tres señores en la tarima que te preguntaban por cuestiones relacionadas con la historia. Ahora, en la Facultad sacas a un alumno a la palestra y no quiere porque no es capaz de hablar frente a sus compañeros. Recuerdo que en esa prueba me preguntaron sobre los viajes de Cristóbal Colón y dije: ‘qué casualidad’. Tuve que ponerme a estudiar toda la geografía de aquí. Seguí todo el Bachiller en Avilés, primero en el Instituto Carreño Miranda y después en el Menéndez Pidal".

4

4.Héctor Argüelles, Rosana Badía y Marta Elena Díaz, en un congreso celebrado en La Coruña en 2003. / E. Peláez

Balance de la Enseñanza Secundaria. "En el Instituto fue todo muy bien. Hice amigos enseguida. Acudían muchos estudiantes del vecindario, que eran conocidos. Y tengo muy buenos recuerdos de muchos profesores del centro. Recuerdo a uno de Física y Química, Arturo García; a la profesora Corrales, que impartía Latín, y de Matemáticas, José Martínez. Me gustaba mucho cómo enseñaba Literatura Mercedes Saldaña e Historia Marta Berián".

Aficiones. "No era muy de salir. Como vivía en Molleda, en la aldea, por los veranos ayudaba por casa a la hierba o iba con mi amiga María Jesús y con los perros a dar paseos hasta el pantano de Trasona. Era más de salir al campo que de ir a guateques. Sí iba al cine".

Elección de la carrera que iba a cursar. "Antes había que hacer cuatro años de Bachiller elemental y después había una reválida para hacer el Bachiller superior y otra antes del preuniversitario o COU (Curso de Orientación Universitaria). A mi promoción le tocó el primer año de COU que se impartió. Elegí el Bachillerato de Ciencias, donde teníamos las asignaturas de Matemáticas, Biología, Física y Química. Aquel Bachillerato fue para mí genial. Y decidí escoger Química porque se me daba bien".

Primeros pasos en la Universidad de Oviedo. "La Facultad estaba en la calle Calvo Sotelo. Empecé la carrera en 1972. Hacía el viaje en tren, pero primero tenía que bajar caminando desde mi casa, en Molleda, hasta Villalegre. En ese trayecto no había luz por la carretera ni estaba asfaltada. Además, como vivía, y lo sigo haciendo, en una zona cuesta, cuando llovía, como entonces no estaba pavimentada, había unas canaletas de agua por allí. Cogía el tren de las 7.30 horas en Villalegre hasta Oviedo y luego subía hasta Calvo Sotelo a la Facultad. El tren iba en aquellos años repleto de gente, de estudiantes, de forma que cuando llegaba a Villalegre ya había cogido gente por el camino. Tardaba tres cuartos de hora en el viaje en tren. Teníamos las clases por la mañana y los laboratorios por la tarde".

Premio fin de carrera. "Cuando llegué, vi que era lo mío. El primer curso, el Selectivo, lo hacíamos juntos todos los de Ciencias y después cada uno se iba a su Facultad. Aprobé año por año todas las asignaturas y fui premio extraordinario fin de carrera".

5

La catedrática de Química Analítica en su despacho, en una imagen tomada en 1996. / E. Peláez

Profesores referentes. "Fueron Siro Arribas Jimeno, que daba clases amenas y era exigente; Aurora González, que impartía Inorgánica y enseñaba genial, y Socorro Martínez, que dio laboratorios en el Selectivo. Más adelante tuvimos también a José Barluenga, de Orgánica".

Continuar en la Universidad. "Acabé la carrera y me dije ‘me gustaría seguir en la Facultad’, y hablé con Siro Arribas para hacer la tesina y entré en departamento de Química Analítica. Ese año tuve un contrato parcial de profesora ayudante de laboratorio. La tesina duraba un año y al año siguiente llegó al departamento un profesor que venía de Madrid, Alfredo Sanz Medel. Con él empecé a hacer la tesis doctoral, que me la dirigió durante cuatro años. Durante ese tiempo tuve una beca FPI para hacer el doctorado. Defendí la tesis en 1983 y ese año me fui a Inglaterra a hacer una estancia posdoctoral en la Universidad de Loughborough, con el profesor James Miller, que era especialista en técnicas de luminiscencia".

Experiencia en Reino Unido. "La experiencia fue muy buena. Entré en contacto con gente de otros países (Pakistán, Omán…). Gracias a esa estancia de un año publiqué el primer trabajo en una revista de mucho impacto, ‘Analytical Chemistry’. Después regresé y en 1987 me presenté a las oposiciones de profesora titular de Universidad. Durante ese tiempo estuve siempre trabajando con el grupo del doctor Sanz Medel. En 1992 saqué la cátedra y me convertí, creo, en la primera catedrática de Química en la Facultad".

La investigación. "Me incorporé al grupo de Alfredo Sanz Medel, muy buen docente y gran investigador. Cambió la forma de investigar en el departamento, se hacían muchos análisis cualitativos y él venía de Madrid y del Imperial College de Londres y había visto otras cosas que no habían visto aquí. Te llevaba de la mano, te enseñaba. Cuando acabé la carrera, un día me pregunta: ‘¿Me puedes explicar de dónde salen estos datos? ¿probaste el pH?’. Le dije: ‘No’. Y me contestó: ‘Pues prueba el pH con distintas fuerzas iónicas’”. Sabía lo que eran las fuerzas iónicas, pero no sabía cómo hacerlo de forma experimental en el laboratorio. Fui a la biblioteca para ver cómo se hacía, pero pasaron dos días y seguía sin darle salida. Le dije: ‘Es que no sé cómo es y no sé hacerlo’. Y se puso él a hacerlo. En ese momento me dije: ‘No voy a preguntar más, ya me buscaré la vida por donde sea”. Esas cosas te enseñan a que te tienes que defender, que el libro no te lo va a decir todo y que tendrás que echarle imaginación y descubrir cómo lo puedes hacer".

Las promociones han ido llegando a la Universidad cada vez peor formadas; hemos ido bajando tanto el nivel para adaptarnos que no puede ser

La dirección de un grupo propio. "Cuando saqué la cátedra quería formar mi grupo. Me casé, tuve a mi hijo y el Rectorado me concedió un espacio en el departamento para trabajar. Empecé con Rosana Badía Laíño, que fue directora del departamento hasta hace poco, sin ningún instrumental en el laboratorio a pedir proyectos y a comprar material. Siempre tuve proyecto, siempre tuve financiación y fuimos teniendo algún becario, haciendo tesinas, tesis doctorales y siguiendo nuestras líneas de trabajo. Desde que se formó el grupo se publicaron cerca de 200 trabajos. Como resultado de esa investigación he dirigido del orden de 18 tesis doctorales, 44 tesis de licenciatura y trabajos fin de máster y he participado en congresos nacionales e internacionales (en varios países de Europa, México, EE UU y Cuba). Los premios recibidos fueron cinco".

La jubilación. "Estaba muy desencantada, entre la poca motivación que percibes en el alumnado, el bajo nivel y la mala educación. Me jubilé en 2018. El último año empecé a recoger cosas del despacho y encontré exámenes que hacían en 1987 alumnos de cuarto de carrera de Análisis Instrumental. Si lo ponen ahora... Hemos ido bajando tanto el nivel para adaptarnos a lo que está llegando que no puede ser. No se puede acceder a la Universidad pensando que todo es gratis, sin saber que un equipo que está en un laboratorio de prácticas cuesta y que se gasta en luz, en la calefacción…".

Las becas. "Si dan una beca será porque el alumno lo merece, pero cuando acabe de estudiar tiene que demostrar que ha utilizado el dinero para lo que se lo dieron. Tuve gente haciendo la tesis doctoral con becas y hay casos en los que se independizan, se van de vacaciones y creen que tienen un sueldo. Después tienen que ir a un congreso y dicen que no tienen dinero. Pero ¿no tienes una beca que es para estudiar? Están cuatro años con esa beca y después no leen la tesis. Reciben el dinero, pero contra ese derecho hay una obligación, que era leer la tesis. Gastan el dinero del Estado y de los proyectos, porque han utilizado equipos y el tiempo del director. Si no han cumplido y leído la tesis, el Estado debería obligarlos a devolver el dinero".

Profesora emérita. "En 2018 recibí el reconocimiento de profesora emérita de la Universidad de Oviedo, que creo que se dio por primera vez a una mujer en la Facultad de Química. Para tenerlo tienes que demostrar trabajos de investigación, publicaciones en revistas internacionales de impacto y haber tenido un cargo en la Universidad (fue secretaria en la dirección del departamento de Química Física y Analítica y directora del Centro de Servicios Universitarios de Avilés)".

El Archivo Diocesano. "Un cuñado mío estaba de voluntario aquí y cuando me jubilé le pregunté que cómo podía hacer para ser también voluntaria. Me encanta manejar estos libros y a veces encuentras cosas curiosas. Llevo en el Archivo Diocesano desde el año siguiente a jubilarme, en 2019. Suelo ir todos los días. Busco partidas de bautismo, matrimonio o defunción de personas que las piden y ayudo a aquellos que quieren hacer su árbol genealógico. Yo también hice el mío. Alguna línea me lleva hasta 1560 y el resto hasta 1600 y comprobé que todos mis antepasados son asturianos. En el Archivo Diocesano también transcribo partidas. Te llaman de otros países descendientes de españoles que buscan información sobre sus familiares. Ahora estoy buscando en Santa Eulalia de Oscos, pero me está costando encontrar datos. También soy la secretaria de la asociación cultural La Serrana de Avilés, que organiza muchas actividades culturales".

Centro de servicios universitarios de Avilés. "El balance en los cuatro años en los que ejercí como directora, de 2008 a 2012, es muy positivo. Me gustó estar y trabajar en Avilés. En el centro se dan clases de PUMUO (Programa Universitario para Mayores de la Universidad de Oviedo), de idiomas y charlas organizadas por distintos colectivos y por la propia Universidad. Tiene bastante actividad. Durante ese tiempo lo compatibilicé con las clases".

La mujer en la Universidad. "Éramos bastantes mujeres en la Facultad cuando yo estudiaba y empecé a trabajar, pero creo que puede que haya alguna más ahora. En la docencia, en el departamento de Química Analítica creo que hay un número similar de mujeres y hombres".

El futuro de la Universidad de Oviedo. "La Universidad tiene que tener a los mejores y no se pueden desdoblar grupos artificialmente para dar empleos. Vale más la calidad que la cantidad. Las promociones han ido llegando cada vez peor formadas. Estuve dando clases en la Facultad en tercer y cuarto curso y no podía entender que les costase trabajo entender lo que leen. Como ahora se cuelga todo y los estudiantes no cogen apuntes. Ahora, tienen una biblioteca que es de envidiar, una sala con ordenadores y les das todo masticado para que no tengan que pensar".

Su hijo no siguió sus pasos. "Estudió Mecánica Naval y tras acabar encontró trabajo en el puerto de Gijón haciendo calados de barco. Estuvo año y medio en las oficinas y dijo no es lo mío. Dejó el trabajo y se cogió un año sabático y viajó por EE UU, Canadá y por Europa. Cuando regresó dijo: ‘Ya sé lo que voy a hacer’. Estuvo buscando financiación dirigida a jóvenes empresarios pero se habían acabado. Empezó en un vivero de empresas que hay en Gijón y ahora tiene una empresa de reforestación, que trabaja para grandes empresas o ayuntamientos. La empresa, que ya planto más de 100.000 árboles, tiene doce empleados".

Suscríbete para seguir leyendo