Entrevista | Javier Andrés González Vega Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Oviedo

"Tras dos años de guerra nadie gana, pero Ucrania pierde más"

"Integrar Ucrania en la UE es muy arriesgado: trastocaría equilibrios, al ser un estado muy grande y con mucha población, aportaría muy poco, por ser pobre, accedería tras una guerra que ha destruido parte de sus recursos y no ha sido una democracia modélica"

Javier Andrés González Vega, en su despacho.

Javier Andrés González Vega, en su despacho. / Fernando Rodríguez

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

Dos años de guerra Ucrania-Rusia y el balance para Kiev es devastador: más de 10.000 muertos (alrededor de 560 niños), 20.000 heridos y seis millones y medio de refugiados. ¿Hasta cuándo continuará la sangría? Javier Andrés González Vega, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Oviedo, no ve el final a corto plazo: las posiciones están enquistadas, no hay avances ni de un bando ni de otro y ambos juegan al desgaste.

González Vega (Avilés, 1963) es experto en Derecho de los tratados, la libre determinación de los pueblos, los derechos humanos, el uso de la fuerza y la acción exterior de la Unión Europa. También es un reputado especialista en cuestiones jurídicas relacionadas con el mundo árabe y Oriente Medio. En esta entrevista analiza la guerra de Ucrania cuando se cumplen dos años del inicio de la invasión rusa.

–El presidente ruso Vladimir Putin pensaba que tomaría Kiev en tres días y vamos por los dos años...

–Por parte de Rusia ha habido un error de cálculo muy claro y un exceso de confianza. Lo que se pretendía que fuese una operación relámpago, que supusiera el pronto derrocamiento del gobierno de Kiev, ha acabado siendo un fiasco. La resistencia de Ucrania ha sido mucho más dura de lo que se pensaba y hoy nos encontramos con una guerra de posiciones.

–¿Cómo ha evolucionado el conflicto en este último año?

–Está prácticamente congelado. Las operaciones que se han producido han dado lugar a un cambio de posiciones periódico. Lo que ayer estaba en manos de Ucrania, hoy está en manos de Rusia, y viceversa. Las alteraciones en el mapa son mínimas con respecto a hace un año. Lo que nos lleva a una cuestión: ¿En qué medida pueden mantener ambos estados una guerra de posiciones, sin ninguna victoria a la vista? ¿Eso cuánto puede durar eso?

–Respóndase.

–Hay que tener en cuenta los contendientes. Rusia ha mostrado mayores debilidades de las que se pensaban, pero sigue siendo una potencia con un ejército y unos medios considerables. Ucrania tiene un ejército mucho más reducido e incluso se ha comentado recientemente que tiene problemas para reclutar nuevos efectivos, al existir una oposición creciente dentro del país a lo que se ve como una sangría con escaso rendimiento. A ello hay que sumar los apoyos tímidos que recibe por parte de Occidente y que en los últimos tiempos son mayores los de la UE que los de Estados Unidos, debido a los problemas que tiene Biden para autorizar los gastos para Ucrania. El escenario de cara al futuro es muy muy incierto.

–¿A qué bando beneficia más el alargamiento de la guerra?

–Beneficiar no beneficia a nadie. Rusia tiene más capacidad para aguantar el tirón, aunque su potencial económico se está viendo muy afectado. Está siendo una sangría. Para Ucrania, uno de los estados más pobres de Europa, estar en guerra durante dos años es inasumible. Nadie gana, pero Ucrania pierde más.

–¿El final aún tardará llegar?

–No veo cerca el final porque las posiciones son irreductibles. Rusia no contempla una solución que no sea consolidar las ganancias territoriales que ha obtenido en 2014 y a lo largo de la presente guerra de adhesión. Ucrania no admite una solución que no pase por la reintegración de la totalidad del territorio, incluida la península de Crimea, arrebatada y anexionada por Rusia en 2014. Los escenarios son radicalmente opuestos y o una de las dos partes cede o vamos a la mutua extenuación, lo que nos lleva a un escenario a muy a largo plazo.

–¿De esas dos opciones cuál ve más probable?

–En este tipo de conflictos siempre suele aparecer alguien que, en último término, consigue reducir el enquistamiento de las partes. Hablamos de los mediadores. En este conflicto ya ha habido varios, como China o Turquía, aunque sin resultados. Si Ucrania sigue teniendo problemas para conseguir efectivos, puede verse obligada a atenuar su posición y la intervención en ese momento de un mediador, que ofrezca un arreglo de carácter transitorio, puede ser clave.

–Por ejemplo?

–Un alto al fuego o un armisticio que deje el tema pendiente, de forma que ni Rusia quede claramente como vencedor ni Ucrania definitivamente derrotada, con el adiós a ciertos territorios. Fórmulas de este tipo ya se han ensayado en otros conflictos y han tenido efecto, como en Corea. Cierto es que trasladar lo que se pactó al término de la segunda Guerra Mundial a pleno siglo XXI, en el continente europeo, a las puertas de la UE y con claras violaciones del derecho internacional es duro de tragar. Pero si buscamos una solución práctica que aleje el fantasma de la guerra, habrá que hacerlo. Soluciones ideales no existen.

–¿Qué consecuencias tiene para Europa la prolongación de la guerra?

–Las consecuencias económicas que estamos sufriendo, como el aumento de precios, continuarán durante un largo periodo de tiempo. Eso nos pone en una situación muy frágil. Además, en la UE hay un compromiso para integrar Ucrania, que nos supondrá un coste adicional.

–¿Qué opina de esa futura adhesión?

–Puede ser comprensible desde el punto de vista de la solidaridad, de apoyar a la resistencia ucraniana frente a la agresión rusa, pero, teniendo en cuenta la experiencia de anteriores procesos de adhesión, me parece una maniobra muy arriesgada.

–¿Por qué?

–Sería incorporar un estado muy extenso y con mucha población (más de 40 millones de habitantes), que trastocaría los equilibrios de la UE y aportaría muy poco, puesto que es uno de los países más pobres del continente. Además, Ucrania accedería tras una guerra que ha destruido parte de sus recursos y riquezas. Ucrania tampoco ha sido una democracia modélica y ha sido condenada reiteradamente por violación de derechos humanos fundamentales. Su adhesión sería más traumática que las de 2004 , 2007 y 2013. Temo por la Unión.

–¿Por qué las sanciones de la UE contra Rusia no han provocado los efectos deseados? A Putin parece no hacerle ni cosquillas.

–No son sanciones; son medidas restrictivas. Con sanciones nos referimos a que la comunidad internacional en su conjunto impone a todos los estados una serie de medidas en contra de otro. Eso se ha hecho con Libia o Irak, pero no con Rusia porque el Consejo de Seguridad de la ONU está bloqueado. La UE, Estados Unidos, Canadá o Reino Unido han optado por medidas unilaterales, que nunca tendrán la eficacia de otras con carácter global. Muchos estados no siguen esas medidas: China, India, Sudáfrica, buena parte de los estados iberoamericanos...

–¿Qué papel juega España en esta guerra?

–Pese a que ha habido algunas fisuras en el seno del Gobierno, su posición es de alineamiento con Ucrania. El apoyo ha pasado de ser retórico en un inicio a ceder en la actualidad recursos militares. En todo caso, no somos el mayor contribuyente. El papel de los estados en este conflicto depende también de su historia y trayectoria. No es lo mismo la concepción que se tiene en los países bálticos o en Polonia que aquí. La guerra de Kiev nos queda un poco lejos.

–A nivel de donación de recursos militares, ¿juega en contra de Ucrania la reactivación del inagotable conflicto de Oriente Próximo?

–Sí, sin duda. El conflicto de Gaza resta importancia al de Ucrania y hace que la atención internacional se centre allí. Juega también en contra de Ucrania el astío, el cansancio. Las llamadas sanciones no han dado sus frutos y estamos en una situación de impasse, sin solución a la vista. Eso hace que sus colaboradores vean la guerra con un poco de cansancio; el apoyo es poco fructífero.

–Rusia tiene elecciones presidenciales en un mes. ¿El apoyo a Putin se mantendrá inalterable?

–Desde aquí se habla de efectos de la guerra de Ucrania, de la crisis por la muerte/ asesinato de Alekséi Navalni... pero no parece que los apoyos a Putin vayan a menguar. Por mucho que aquí se quiera magnificar, los efectos de los desertores son mínimos y el apoyo sigue siendo bastante rotundo. Me temo que haya un refrendo, y además abrumador, a Putin. La hipótesis de caída de momento no la veo.

–¿Con la muerte de Nalvalni queda un vacío en la oposición rusa?

–¿Cuál era el valor real de esa oposición? ¿Cuánto movilizaba? ¿Movía a la opinión pública y a una fuerza política que supusiera un serio riesgo para Putin? Yo creo que no.

–¿Qué pasará si Trump se convierte de nuevo en noviembre presidente de EE UU?

–Ya ha dicho que Estados Unidos no tiene por qué pagar por la defensa de otros. Y fue muy claro con la OTAN; de que si defendían intereses que no fuesen los propios de los Estados Unidos de América, tenía que pensar en los recursos de los estados europeos. Por otro lado, aunque cuando estalló el conflicto, Trump ya no era presidente, sí que sabía cuál era la situación, tras lo ocurrido en 2014 con Crimea, y durante su mandado no fue un presidente belicoso con Rusia. Me temo que la posible victoria de Trump no supondrá un alineamiento férreo con la defensa de Ucrania. Al contrario: como dice Trump, primero América.

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