La historia del jurista asturiano Ramón de Posada, el primer presidente del Tribunal Supremo

Nacido en Onao (Cangas de Onís), inició su carrera en la Audiencia de Guatemala y desde la Audiencia de México fue un decidido protector de los indígenas

Retrato de Ramón de Posada realizado por Francisco de Goya en 1794.

Retrato de Ramón de Posada realizado por Francisco de Goya en 1794. / rafael fonseca

Rafael Fonseca

Ramón de Posada fue un cangués ilustre, que desempeñó, pese a los avatares de la época que le tocó vivir, y entre otros altos e importantes cargos, el de primer presidente del Tribunal Supremo de España, o Supremo Tribunal de Justicia, en la terminología de la Constitución de 1812.

No pretendo profundizar, al detalle, en los datos biográficos del personaje porque, como sostiene José Manuel Trespando Corredera, en su magnífica y documentada obra sobre "La casa de Soto: el linaje olvidado de Cangas de Onís", publicada en 2017, poco podemos aportar a lo ya expuesto por Vicente Rodríguez García en sus trabajos sobre este ilustre personaje, entre otros, su tesis doctoral sobre "El Fiscal de la Real Hacienda en Nueva España (Don Ramón de Posada y Soto 1781 a 1793)", defendida el 9 de junio de 1982 en la Universidad de Sevilla y que publicó la Universidad de Oviedo en 1985, como aportación a la conmemoración del V centenario del descubrimiento de América.

Nació Ramón de Posada en el bonito pueblo de Onao, a menos de cuatro kilómetros de Cangas de Onís, el 3 de enero de 1746. En la Partida de bautismo que consulté en el Archivo Diocesano de Oviedo, aparece al margen, una anotación con letra actual, ignoro su autor, y bajo una pequeña cruz griega, que dice "Presidente del Tribunal Supremo".

Las fuentes históricas dicen que fue un jurista, político, escritor y académico. Era hijo de Joaquín de Posada y Rivero, natural de Llanes, y de Josefa de Soto Posada, natural de Labra.

Su andadura universitaria, tras superar tres años preparatorios de filosofía en el Convento Benedictino de San Salvador de Celorio, comienza en la Universidad de Valladolid (1762), donde estudia Cánones y Leyes. Obtiene el grado de Bachiller en Derecho Civil en la Universidad de Burgo de Osma y se licencia en Derecho Civil y Cánones en la Universidad de Ávila (1766).

Con el grado de licenciado en Derecho Civil se incorpora a la Universidad de Valladolid (1767) en la que permanece hasta 1772. No llegó a obtener la Cátedra en dicha Universidad, pero completó su formación en la práctica jurídica en diversos despachos jurídicos (1768-1772). Estuvo entre los fundadores del Gymnasio Carolino de Leyes y cánones.

Deja el ámbito estrictamente universitario al trasladarse a Madrid, donde es recibido por el Consejo de Castilla como abogado de los Reales Consejos en 1773 y al año siguiente es nombrado Académico de Honor y de Mérito en la pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, dada su capacidad e interés por las Bellas Artes.

La carrera judicial de Posada comienza al ser nombrado por Carlos III Oidor de la Audiencia de Guatemala, donde toma posesión el 22 de diciembre de 1774, deja la abogacía y con dicho nombramiento inicia, se ha dicho, una larga y fructífera carrera en la magistratura indiana.

En 1779 (el 6 de junio), es nombrado Alcalde de Crimen de la Audiencia de Lima, si bien no llegó a tomar posesión de dicho cargo puesto que, en octubre de dicho año, es nombrado Fiscal de la Real Hacienda en Nueva España (Audiencia de México), cargo del que tomó posesión en el año 1781.

En este cargo desarrolló una ingente labor en pro de la política reformista del Ministro de Indias, en especial en la decidida protección de los indígenas. Y puso en marcha la política de reformas administrativas, económicas y fiscales que durante el reinado de Carlos III se habían impulsado.

De esta época son sus numerosas e interesantes obras que canalizaron tales reformas, y en las que muestra D. Ramón un profundo conocimiento de los temas que trata con sólidos fundamentos.

En 1775, por sus méritos y virtudes, se hizo acreedor al nombramiento de caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III.

A partir de 1787, mostró su deseo de volver a España –así lo había manifestado en varias ocasiones– y vacante la fiscalía del Consejo de Indias por fallecimiento de su titular, es propuesto como fiscal del Consejo y Cámara de Indias en 1794, puesto que desempeñó durante nueve años.

De estos años es el retrato de Goya (que se encuentra en el de Young Memorial Gallery de San Francisco, EE UU), en el que sus manos están ocultas, y a tal circunstancia se refiere Javier Junceda en un magnífico artículo periodístico hace poco más de un mes. En esta época realizó numeroso dictámenes y estuvo vinculado con otras instituciones en las que ocupó diversos cargos.

Con su regreso a España, en 1794, inicia una nueva etapa que le llevará a presidir el Alto Tribunal, creado por la Constitución de Cádiz, en 1812. Fue uno de los veinte magistrados elegidos por el Consejo de Estado Constitucional para componer el Tribunal Supremo diseñado por la Constitución gaditana, del que fue elegido Presidente. Ostentó el cargo desde 12 de junio de 1812 hasta el 4 de mayo de 1814, en que fue suprimido al producirse la restauración absolutista.

Restablecido en 1814 el viejo sistema de Consejos por Fernando VII, Ramón de Posada no aceptó volver al Consejo de Indias, obtuvo el retiro y falleció un año después en Toledo.

Como presidente del citado Tribunal Supremo pronuncia un brillante discurso el 20 de junio de 1812, día de su instalación, en el que muestra, entre otros aspectos, un homenaje a la justicia y a las cualidades y conocimientos que deben reunir los que han sido destinados para ocupar unos puestos tan difíciles y trabajosos, como es administrar esa justicia. Una lectura sosegada de su discurso pone de manifiesto la gran altura jurídica de este ilustre cangués.

Ramón de Posada fue un personaje eminente, jurista y político de una talla impresionante, defensor de la justicia y de los valores esenciales de la persona, cuya vida y obra son de tal interés que muchos estudiosos se fijaron en él. Es necesario rescatar la trayectoria vital, que debiera ser de conocimiento para todos los que aún lo desconocen, de este hijo de Cangas de Onís que este concejo tuvo el honor de ofrecer a Asturias, a España y al mundo.

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