Langreo, P. CASTAÑO

La clausura de la pasarela de La Maquinilla por su avanzado deterioro ha obligado al Ayuntamiento de Langreo a reabrir el viejo puente de Los Ingleses. El paso ferroviario de Sama sobre el Nalón, construido hace 115 años y el más largo de su clase en Asturias, tiene una segunda vida como pasarela peatonal.

El cierre del lavadero de carbón de Modesta hace cuatro años supuso también la clausura del ramal ferroviario que unía las instalaciones mineras con la línea de Feve Pola de Laviana-Gijón a la altura de la zona de Los Llerones de Sama. Aquel ramal había pertenecido al trazado Sama-Samuño del antiguo Ferrocarril de Langreo, una línea de poco más de dos kilómetros construida en 1896 para llevar el ferrocarril al pie de las minas del valle del río Samuño. Para salvar el río Nalón se construyó un imponente puente de hierro, el de Los Ingleses, que se mantuvo en servicio hasta 2007.

Durante los últimos cuatro años el puente ha permanecido sin uso, tapiado por dos vallas que impedían el paso a la estructura. Sin embargo, la pasada semana, el Ayuntamiento, tras llegar a un acuerdo con Feve, eliminó los obstáculos y reabrió el puente como pasarela peatonal tras colocar una estructura metálica provisional sobre las vías. Semanas atrás, el Ayuntamiento había clausurado la pasarela de La Maquinilla por problemas estructurales y ante los retrasos de las partidas de fondos mineros para rehabilitarla. Los vecinos de la zona protestaron, puesto que el paso era la única conexión directa entre los barrios de La Llera y Los Llerones, y el Gobierno local buscó la solución en un puente ferroviario con 115 años de historia.

Los Ingleses no es un puente cualquiera. Recientemente, la asociación de arqueología industrial Incuna incluía esta estructura metálica en una guía con los 33 elementos, conjuntos y paisajes más representativos del patrimonio industrial asturiano. En la ficha correspondiente al puente, el geógrafo Faustino Suárez Antuña destaca que la utilización del metal para este paso sobre el río Nalón se debe «tanto al avance del proceso industrializador ligado a las actividades siderometalúrgicas, como al hecho de que el principal accionista de ferrocarril en esa época fuera Numa Guihou, que en su planta siderúrgica de Fábrica de Mieres contaba con un taller especializado en el diseño, construcción y montaje de todo tipo de puentes dirigido por el afamado ingeniero Jerónimo Ibrán».

Fue Fábrica de Mieres quien construyó el puente, que según destaca Mercedes López García, profesora de Estética de la Ingeniería en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid, en «La vía estrecha en Asturias. Ingeniería y construcción (1844-1972)» «fue proyectado por el ingeniero Miguel Ramírez Lasala, con un solo tramo de hierro laminado de 64 metros de luz, compuesto de una viga de celosía tipo Pratt, apoyada dos metros en cada estribo de fábrica, resultando por tanto una luz de 60 metros entre estribos». El historiador del arte José María Flores Sánchez en «El Ferrocarril de Langreo. Estaciones e infraestructuras» apunta que «las dimensiones de este puente suponen dentro del contexto asturiano la máxima audacia constructiva para esta tipología, acercándose al límite de las posibilidades técnicas del material». En ese sentido añade que «los trazados férreos asturianos, necesitados de abundantes obras de este tipo y construidos precisamente durante la edad dorada de los montajes metálicos roblonados, no excedieron en ningún caso la luz de 60 metros sin el recurso al pilar o pilares intermedios».

El puente, que según Flores pesa 154.258 kilos, solo tiene comparación con el paso que el Ferrocarril de Langreo construyó sobre el Nalón en Sotrondio para el ramal de Santa Bárbara. Es el conocido como puente de Los Gallegos, que también tiene 60 metros de luz pero que es más moderno, ya que data de 1919. El nombre de este último se debe a que la construcción de los estribos fue realizada por los afamados canteros de la región vecina. Sin embargo, el origen del nombre del puente de Los Ingleses de Sama parece más confuso. «Es conocido popularmente así por la supuesta, aunque no esté documentada ni parezca probable, participación de técnicos de esa nacionalidad en su diseño, construcción y/o montaje», señala el geógrafo Faustino Suárez Antuña. Con ingleses o sin ellos, el puente lleva prestando servicio más de un siglo. Antes a los trenes, ahora a los peatones.