Taramundi mira al castro
Arqueólogos vigueses destacan el valor del puñal de
antenas localizado en 1999 en el yacimiento de Os Castros
Taramundi,
T. CASCUDO
Hace trece años que los investigadores hallaron en el yacimiento taramundés de Os Castros un puñal de antenas de gran valor por su antigüedad. Se sabe que su construcción es anterior al siglo IX antes de Cristo, una época en la que el mineral de hierro con el que se fabricó su hoja apenas tenía presencia en la península. El investigador Aaron Lackinger ha dedicado su tesis a esta joya -que forma parte de los fondos del Museo Arqueológico de Asturias- y ayer habló de su valor en las primeras Jornadas de metalurgia prehistórica experimental que organiza el Ceder Oscos-Eo.
Lackinger reinvidicó la importancia de este puñal, poco reconocido y sobre el que apenas se ha investigado. «Es una pieza que pasa por ser una de las más representativas de la edad del hierro a nivel europeo», subrayó el investigador.
Precisamente, las jornadas acogen hoy una sesión experimental para «realizar una pequeña aproximación a cómo se pudo haber hecho la pieza». Y es que los apasionados de la metalurgia experimental buscan saber cuáles eran los procedimientos prehistóricos con los que las sociedades antiguas trabajaban los metales.
La profesora Beatriz Comendador, quien, junto a Lackinger, forma parte del Grupo de Estudios de Arqueología, Antigüedad e Territorio (GEAAT) de la Universidad de Vigo, explica que el puñal de antenas taramundés es un punto de partida, «una excusa para hacernos muchas preguntas que nos gustaría poder responder». Para Comendador, el papel de estas jornadas, que Taramundi acoge hasta mañana, es que permiten debatir sobre la metalurgia prehistórica analizando tres puntos de vista: el de la arqueología, el de la química y la ciencia de los materiales y el lenguaje antropológico y de la experiencia.
Comendador señala que Europa lleva mucha ventaja a España en el fenómeno de la arqueología expermiental, cuyo objetivo es testar si los modelos teóricos que plantean los arqueólogos fueron o no viables, «con el problema de que contamos con muy pocos restos y de que ninguna de las personas que participaron en aquellos procesos está viva», explica.
En la sesión teórica de ayer también se abordó el papel del patrimonio arqueológico como generador de empleo en el medio rural. Según el investigador Abraham Herrero, el primer paso es lograr que las comunidades que conviven con el patrimonio lo conozcan y lo valoren, pues sólo así se evitará que caiga en el olvido. «Muchas veces la gestión que se practica olvida a las comunidades que conviven con ese patrimonio. Al final, los turistas lo conocen mejor que los locales y eso es un poco triste», concluye.
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