A lomos de sendas monturas, y como manda la tradición vaqueira, los novios de la comparsa de los "guilandeiros" de Tineo pasearon ayer su amor por los pueblos del concejo. La dama, subida en "Golfo", un brioso corcel. El galán, sobre "Palomero", que pasa por ser un noble pollino. La introducción de los animales en el pasacalles se convirtió en la principal novedad de esta mascarada de invierno. La cita, en su sexto año, logró reunir a una treintena de personajes, dando colorido, alegría y ruido a un frío sábado de enero.

"Vamos a ver cómo se da, no estoy hecha a ir a caballo", decía minutos antes de comenzar el paseo la novia, que el resto de días del año responde al nombre de José María de Miguel. "Espero que sea bueno y no me tire", apuntaba, a su lado, el novio, que encarnaba Elena Suárez. Ambos forman un matrimonio, y para esta ocasión tan especial se intercambian los papeles. La pareja es el núcleo central de los "guilandeiros", ya que durante la jornada se escenifica su boda. A su alrededor surgen una serie de personajes ya míticos y muy reconocibles. Es el caso del cura y el diablo, la gitana, la profesora, el indiano, el fotógrafo, la preñada, el sacamuelas, el sastre o el militar.

"Son todo personajes que antiguamente, hace décadas, salían en estas comparsas. Están perfectamente documentados", explica Elías Vega, promotor, junto con Rosa Delgado, de la tradición de los "guilandeiros" en el concejo. La costumbre es antigua, tanto que se desconoce su origen exacto, aunque se cree que se trata de un "rito de paso" ancestral, común en la zona suroccidental asturiana, relacionada con la llegada del invierno y los ciclos de la naturaleza. "Era costumbre que los mozos de los pueblos participasen en estas mascaradas, cada uno interpretando un papel", incide Veiga.

Cada personaje tiene una función específica: el diablo hace el mal, la preñada se pone de parto cada dos por tres, y es ayudada por el médico en sus contracciones. Los encargados de defender la comparsa son los xamasqueiros, que llevan una xamasca (rama) en la mano, y el vixirigueiro, que porta las vixirigas (o vejigas) del cerdo. El llamativo conjunto revolucionó desde primera hora de la mañana la villa de Tineo, y después se desplazó hasta las localidades de Truébano y Nieres para hacer lo propio. En Berzana representaron la obra teatral del desposorio.

La fiesta es total, acompañada de un pequeño grupo de gaitas y animada por los vecinos. "Nos reciben muy bien, con comida y bebida. Ellos también disfrutan mucho", apunta Chema de Miguel, que encarnó al mismísimo diablo.