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Muchas tablas en Vegadeo

"Ayuda a hablar en público y a perder la vergüenza", señalan los alumnos del instituto que han montado un grupo de teatro clásico

Las docentes Lulas Somoza, Sandra Gavino, Eva Pérez y María Meitín. T. CASCUDO

Con menos nervios de lo esperado, porque "el ensayo previo salió muy bien", los trece alumnos que este curso conforman el Grupo de teatro clásico del Instituto Elisa y Luis Villamil estrenaron ayer la obra "La suegra". Es el octavo trabajo del colectivo, creado hace ocho años por las docentes Eva Pérez y María Meitín, hoy orgullosas de los avances y progresos de sus alumnos. Los primeros espectadores fueron compañeros de instituto y del vecino Galileo Galilei, pero hoy y mañana repetirán de cara al público en general. Ambas funciones serán a las seis de la tarde en el auditorio veigueño.

Esta iniciativa, pionera en la comarca, se mantiene en el tiempo por la implicación de seis profesores del centro, que dedican muchas horas de su tiempo libre a ensayar y preparar hasta el más mínimo detalle. "Elegimos la obra y la adaptamos en función de los actores", precisan las responsables, que citan a los chavales para ensayar un día a la semana durante hora y media.

Los alumnos llegan al grupo de maneras diversas, como la de Jorge Chapero al que invitaron para cubrir un hueco vacante y se enganchó: "El primer año me lo pidieron, luego me gustó y seguí. La verdad es que me gusta representar distintas historias y ponerme en el papel de otra persona". Añade Laura Veigueña, de tercero de ESO, que el teatro ayuda "a hablar en público y perder la vergüenza". De paso, precisa, sirve para conocer gente, ya que el grupo, de edades variadas, ha conectado bien y es una piña.

En estos ocho años han preparado obras de lo más variado -desde Romeo y Julieta para el primer año a El caballero de Olmedo o La venganza de don Mendo- y curiosamente, pese al nombre del grupo, este año es la primera vez que recurren a un autor del teatro latino, en concreto a Terencio.

El decorado elaborado este año representa un atrio romano y es un diseño de Lulas Somoza ejecutado por Emilio García y Hugo Camblor. "El primer año invertimos 3.000 euros en comprar unos tableros que se reutilizan cada año para hacer un decorado diferente. Llevan ocho repintes, es arte efímero", bromea Somoza, quien insiste en que no hacen falta grandes presupuestos para hacer cosas, sino que con "un buen equipo y ganas, las cosas salen". Aunque explican que la escenografía elegida este año es más sencilla que en otras obras, al decorado no le falta detalle y hasta cuenta con una fuente que echa agua.

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