El río Esva se convirtió ayer en escenario de guerra. Una guerra inofensiva, de globos y pistolas de agua, de disfraces y bañadores, en donde la diversión y el ingenio fueron los verdaderos protagonistas sobre el campo de batalla. Más de dos centenares de personas tomaron parte en el vigésimo octavo descenso folclórico que acoge la localidad valdesana de Trevías, donde se hizo frente al calor con refrescantes baños que llenaron de color este cauce fluvial.

Como cada año, los participantes se dieron cita algo más de un kilómetro río arriba de Trevías, donde se da la salida a este descenso, con mucho tirón en la zona. Familias enteras trabajaron para concebir elementos flotantes a cada cual más original. Como la familia de Manuel Fernández, que tiró del tema bélico para dar ambiente. "Hemos fabricado un BMR 600 Mercurio, un vehículo de guerra que es el que yo llevaba en la mili, allá por el año 1984", explica este vecino de Cortina. El ingenio, realizado a partir de material reciclado, disparaba agua por el cañón y ofrecía protección a los ocupantes, autodenominados como "El Pelotón Chiflado". "Siempre que podemos participamos, porque es la fiesta más guapa de Asturias", apunta Fernández.

Para la guerra, todo objeto susceptible de flotar es útil. Así, ruedas de camión, pequeñas barcas hinchables, flotadores de todo color y condición y hasta colchones y colchonetas de aire surcaron las aguas del Esva río abajo. Unas aguas que, como apunta Miguel Ángel Pérez, presidente de la sociedad de festejos treviense, "vienen más crecidas que en años anteriores, gracias a todo lo que llovió durante el año". La organización se mostró "muy satisfecha" de la participación: "Contamos con un gran número de fieles que participan, se trabajan sus carrozas y disfrutan de la fiesta, que es lo importante. Que todos pasemos un buen día aquí", incide.

También hizo gala de originalidad la familia de Julio Pérez, que reprodujo fielmente el "madreñogiro" que Alfonso Iglesias concibió para narrar las aventuras de Pinón, Telva y Pinín. "Lo vi un día en el aeropuerto de Asturias, le hice fotos y me dije que algún día lo construiríamos para esta fiesta. Y así fue", explica este vecino de Trevías, que se ha vestido, junto con sus compañeros, de los míticos personajes del historietista asturiano.

Lo cierto es que la batalla se convirtió en legendaria a la llegada de las originales embarcaciones al puente de Trevías, donde una multitud esperaba impaciente, armada con millares de globos de agua, para defender sus posiciones. Nadie se libró del fuego cruzado, ni siquiera los intrépidos reporteros que arriesgaron su vida para informar del cruento enfrentamiento. El resultado fue un gran número de "pingaduras" en ambos bandos, pero sin tener que lamentar bajas personales. Todo quedó en abrazos y risas durante la tarde, con la comida campestre, la romería y los juegos tradicionales en la "fiesta del frixuelo", donde se selló con sidra y viandas la paz? hasta el próximo año.