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"Vivir ahí fuera es una gran escuela", dice el lucense que pasó trece meses viajando en bici

David Val, que recorrió casi 20.000 kilómetros a través de veinte países, presentará hoy en Vegadeo el libro en el que cuenta su aventura

David Val, en la bahía tailandesa de Prachuap. REP. DE T. C.

"Un nómada en bicicleta. Pedaleando alrededor del mundo" es la historia del mariñano David Val, que en junio de 2016 rompió con su rutina y emprendió un viaje de trece meses a través de tres continentes (Europa, Asia y América). Ha plasmado sus vivencias en un libro que se presenta esta tarde en Vegadeo y el viernes 14 de diciembre, de la mano del colectivo "Asturies con bici", en Gijón.

La experiencia para Val, que tiene 46 años, es natural de Foz (Lugo) y trabaja como locutor de radio, no pudo ser más positiva, y no duda en trasladarlo a quien le escucha: "Vivir ahí fuera, exponerte a lo bueno y a lo malo, es una gran escuela. El que viaja es feliz". Hoy narrará su periplo y mostrará las fotos de su viaje en el albergue Mar y Montaña de la capital veigueña. El acto comenzará a las ocho y media de la tarde y está abierto al público en general.

Reconoce Val que es "difícil romper y que te entiendan", pero asegura que, en su caso, era una necesidad. Así fue como planificó un viaje por los destinos que le gustaría conocer, pero, sobre todo, un viaje interior. Cogió su bicicleta y avanzó hacia Europa para que, explica, el proceso de descontaminación y deshabituación de su cultura fuera más paulatino. Aprendió a conocerse mejor y descubrió que, lejos de su zona de confort, uno toma decisiones por instinto, al despertarse una intuición innata. Si algo le llamó la atención es descubrir "que la gente es mejor de lo que pensamos y te trata bien".

"Me di cuenta de que la seguridad está también en uno. El miedo nos domina y nos impide vivir cosas buenas", añade. En este sentido, explica que Irán fue el país más hospitalario de los veinte que cruzó en su ruta de casi 20.000 kilómetros. "La hospitalidad reina en Asia y te sientes seguro. Por ejemplo, no candaba la bici", narra como anécdota. En cambio, haber estado en Irán sí que le generó algún que otro problema en la frontera estadounidense.

En general, su viaje estuvo exento de problemas importantes y por eso dice que en todo momento se sintió "afortunado". Aunque inicialmente planteó la aventura como un viaje íntimo, con el paso de los días tuvo la necesidad de compartirlo. Primero lo hizo con sus allegados a través de un grupo que creó en Whatsapp, después abrió un blog y ahora llega el libro, editado por un sello de Vivero (Lugo), con los apuntes que fue escribiendo cada día en su diario de viaje.

De las 395 noches que duró su aventura por el mundo, solo cuatro las pasó en un hotel. En su tienda de campaña, en casas de vecinos que se prestaban a alojarle o en hospedajes para viajeros pasó la mayor parte del viaje, al que se aventuró "sin tecnología y sin apenas mapas". Y así, pedaleando a bordo de su inseparable bicicleta, descubrió que "la soledad y el silencio son grandes maestros".

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