Destrozado. Así está Luis Freijanes y también su familia por la muerte de la pequeña “Inga”, la cachorra de lince que estaban criando junto a su hermano “Trasgu”, y que tenía poco más de una semana de vida. “Se empezó a poner mala y a perder peso y murió el martes por la tarde”, lamenta su cuidador, que asegura que es muy difícil criar linces sin contar con un centro adecuado para ello y añade que ya es excepcional que superasen el primer día de vida.
El esfuerzo de Luis Freijanes y su familia por sacar adelante a los cachorros ha conseguido mantenerlos con vida más de una semana. El macho “Trasgu”, por ahora continúa bien, aunque también le preocupa a Freijanes que pueda caer enfermo. Ambos cachorros son hijos de los ejemplares de lince europeo “Zar” y “Sasha” que Freijanes trajo de Alemania y están en las instalaciones que tiene en Vega de Pope. Allí hay un tercer cachorro, que además ya ha sido aceptado por el macho, lo que ha facilitado que todos puedan estar en el mismo recinto. “Es excepcional hacer esto en 8 días. En libertad el cachorro no sale al exterior hasta que tiene un mes y no se relacionan con los machos”, explica Freijanes, que valora el trabajo que hizo la lince para lograr la adaptación del macho.
