La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El hallazgo del tesorillo de Penaturmil cumple un siglo

El Museo Arqueológico de Asturias conserva la hucha medieval que un niño de Vegadeo encontró en 1922 y una pequeña parte del millar de monedas que al parecer contenía

La hucha y las monedas, tal y como están expuestas en el Museo Arqueológico de Asturias. | P. T.

En el Museo Arqueológico de Asturias, en Oviedo, se guarda desde hace décadas el llamado “tesorillo de Penaturmil” (Vegadeo), un abundante conjunto de monedas medievales de diversa factura que aparecieron junto a una cerámica a modo de hucha. Dar con las piezas fue, como sucede muchas veces en hallazgos de estas características, producto de la casualidad. En este caso, combinada con la curiosidad y el empeño de un niño que perseguía a una alimaña y se topó con el descubrimiento. Justo ahora se cumple un siglo del momento en que Eladio Prieto Cotarelo, entonces un joven de unos doce años, dio con el recipiente y su contenido. De la historia de este tesorillo dio profusa cuenta Fermín Bouza Brey y Trillo, que la recogió de su protagonista en 1953 y la publicó en 1961 en el Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), concretamente en el número cuarenta y cuatro.

“Es Penaturmil un paraje que no figura como entidad de población, situado a 451 metros de altitud, que recibe su nombre de un gran peñasco (…) A las inmediaciones de esta roca dedicose el entonces muchacho a la busca de una marta o garduña que por allí se había escondido, y al sacar una piedra oyó caer las monedas que recogió en unión del objeto continente. Las contó y eran mil ejemplares justos, según nos ha referido. Regaló muchas de ellas a lo largo de los años, desde 1922 o 1923 en que ocurrió el hallazgo, y, al ser requerido por nosotros, entregó con gusto las restantes para que, en unión del recipiente, fuesen depositadas, previo estudio de la Comisaría, en el Museo Provincial de Oviedo”.

El párrafo corresponde al literal del artículo con el que Fermín Bouza Brey describe cómo sucedió el hallazgo, tras reunirse con Eladio Prieto, entonces ya un hombre y que donó las piezas que aún conservaba, ochenta y dos, todas ellas de “vellón, esto es, de una aleación de plata y cobre en proporciones variables que fue degenerando en los siglos medios hasta ser eliminada la plata en absoluto”.

La hucha y las monedas, tal y como están expuestas en el Museo Arqueológico de Asturias. | P. T.

Escribe Bouza Brey en el Boletín del RIDEA sobre el hallazgo que “hallábase el conjunto primitivo de mil numismas apiñado, apretado hasta no admitir más en su compañía, dentro de un cacharro rústico y pequeño”. “Nuestro ejemplar, que será del siglo XIII o XIV, según veremos por las monedas (…) también está roto, con rotura antigua, de la época del escondite, en el lugar dónde asentaba la ranura, a causa, sin duda, de forzarlo al querer meter la mayor cantidad de monedas posible”, añade. Sobre los detalles de la acuñación de las monedas muestra sus dudas, aunque igualmente ofrece sus consideraciones y conocimiento para exponerlo al juicio del lector: “Apenas cabe hablar sino de las cecas o casas de moneda donde han sido acuñadas las piezas, toda vez ha llegado tan mermado el hallazgo a nuestro conocimiento que no permite otras deducciones. En las monedas de Fernando III se advierten talleres monetarios de Burgos (B); ¿Córdoba? (C); Cuenca (un cuenco); Sevilla (S), y Toledo (T), con más otra ceca que marca con dos puntos. En otras no puede apreciarse marca alguna, por su mala conservación (…) Las dos monedas catalogadas como de Alfonso X llevan una B correspondiente a la ceca de Burgos. En las monedas de Sancho IV solo encontramos una P, una borrosa concha y estrellas de seis puntas en las monedas (…)”.

Pero, ¿en qué época pudo haberse escondido la “hucha” de Penaturmil? “Si hubiésemos de tener en cuenta solamente las piezas examinadas, y si entre las desaparecidas acaso no existiesen ejemplares pertenecientes a monarcas posteriores a Sancho IV, habríamos de concluir que el tesorillo de Penaturmil debió ser escondido a fines del siglo XIII o a lo más tardar en los primeros años del XIV, cuando aún no se había difundido el numerario acuñado por Fernando IV, que tantas dificultades ofrece (…)”, concluye Fermín Bouza.

Compartir el artículo

stats