Entrevista | Guillermo Martínez Compositor, autor de la cantata del monasterio de Cornellana, que hoy se estrena

"Que una obra artística nueva se inspire en Cornellana abre otra puerta a este magnífico cenobio"

"Hay versos de la cantata creados en interacción con ChatGPT y eso me permitió crear un diálogo entre el momento que vio nacer el monasterio y el actual"

Guillermo Martínez.

Guillermo Martínez. / Irma Collín

A. Rubiera

A. Rubiera

Dice el compositor asturiano Guillermo Martínez que la cantata que hoy se estrena en la iglesia del monasterio de Cornellana, conmemorativa del milenario de este cenobio –efeméride cuyo acto central se celebrará el 31 de mayo–, es "un sueño". Una creación que pone en valor la historia, pero que no renuncia a la modernidad. De ahí que sus letras, enraizadas en los orígenes del cenobio y con recuperación casi milagrosa de estrofas que sonaron hace siglos entre esos mismos muros, se hayan abordado con ayuda de la inteligencia artificial (IA).

La pieza, que se estrena a las 20.00 horas, es un encargo de la Fundación Valdés Salas que contó para llevarla adelante con el patrocinio de la familia Cosmen Menéndez-Castañedo (CMC XXI). De todo lo que discurrirá en los 45 minutos que dura la composición habla su autor, a quien la música atrapó desde sus años de infancia en la Escolanía de Covadonga y que como creador ha logrado el reconocimiento nacional y ha firmado más de 100 obras en todos los géneros (ópera, zarzuela, cantata, poema sinfónico, concierto,…).

–¿Cómo describe esta composición?

–La cantata "Sancti Salvatoris in Corneliana" es una obra en siete movimientos o capítulos musicales para: soprano solista, mezzo-soprano solista, octeto vocal, gran coro de voces mixtas, dos oradores y ensemble instrumental. Agradezco a la Fundación Valdés Salas, de donde parte el encargo, que hayan hecho realidad este proyecto un día soñado. Por tanto, esta pieza es en su quintaesencia una música de celebración y júbilo dedicada a este lugar salense.

–¿De dónde salen los textos?

–Los textos empleados en la obra incluyen pasajes de la carta dotacional del monasterio de Cornellana, pergaminos medievales provenientes del mismo cenobio y otros versos creados en interacción con la inteligencia artificial, y más específicamente con el ChatGPT. Con eso busco presentar un retablo de escenas del monasterio de Cornellana a través de los tiempos; los pretéritos, los presentes, los futuros e incluso los soñados.

–Dirigirá Joaquín Valdeón.

–La concepción general de la cantata "Sancti Salvatoris in Corneliana" ha sido creada en diálogo con él. Y esta será la quinta cantata que el maestro Valdeón me estrene, subrayando que entre todas suman unas tres horas de música. Por ello, esta cantata es al tiempo la coronación de un ciclo y la culminación de un estilo madurado con los años. Y así, como maestro inspirador (del concepto, más allá de las notas) y como titán que con sabia mano gobernará este estreno junto a más de 100 músicos, siempre le estaré infinitamente agradecido. Tenerlo a la batuta es para mí un regalo.

–¿Qué narración hay detrás de esta nueva obra?

–El discurso musical, en sus siete movimientos presenta siete capítulos pasados, presentes, futuros y soñados del cenobio. Al igual que en las estaciones del año, cada uno de los movimientos se mostrará con una luz, naturaleza y fuerza distintas. En el primero nos encontraremos ante una majestuosa fachada sonora, erigida como símbolo del nacimiento de una idea que hoy cumple mil años. El segundo movimiento dibujará con suma delicadeza los primeros días y cantos del cenobio. Y así se irá discurriendo por el tapiz de la historia hasta nuestros días, en su encaje intrincado.

–Cien músicos es una gran puesta en escena.

–La obra irá navegando por capítulos de gran lirismo en las arias de las solistas (Patricia Rico y Serena Pérez), y capítulos de gran pompa en las fanfarrias de metales, y otros de gran virtuosismo coral (participa el Coro del Colegio de Aparejadores de Asturias y el Coro de la Universidad de Oviedo) defendido por el octeto vocal; la música irá engrandeciéndose nota a nota, compás a compás, minuto a minuto. De este modo, el discurso musical alcanzará en el séptimo y último movimiento un clímax final. Este último capítulo se mostrará colosal en sus dimensiones como símbolo del monasterio que hoy soñamos y que mañana será.

–¿Una obra así ayuda a visibilizar, relanzar o dar más valor a un monumento de la importancia del de Cornellana?

–El que una nueva obra artística se inspire en el monasterio de Cornellana ayuda a visibilizar la figura del lugar, creándose con ello una nueva puerta que conduce hasta tan egregio y mágico monumento. Así, el que un compositor y con ello el arte de nuestro tiempo se haga eco de este milenario establece un tipo de sinergia de fuerza probada en la historia de la música. Asimismo, la realización de una grabación de la obra crea un nueva vitrina de exposición y observación del lugar y de su historia. El hecho de que siempre que esta cantata suene estaremos hablando del monasterio de Cornellana relanza su inefable importancia y lo seguirá haciendo en el futuro. Y por supuesto, entiendo que celebrar los mil años de este conjunto y gozar de tan grande patrimonio, más allá de un honor es también una responsabilidad.

–Disponer e incorporar a la cantata la edición del texto latino fundacional del monasterio, y de antífonas y responsorios originales del tiempo de la orden de Cluny, es un plus. ¿No?

–Los textos relativos a la carta fundacional ocuparán una posición destacada, siendo empleados en el primer y último movimientos, fachada y culminación del discurso musical. En otro plano, la antífona "Hic accipiet", recuperada de entre los pergaminos del lugar y que sonó entre aquellos muros siglos ha, brotará en múltiples ocasiones a lo largo de la cantata como una cita musical con una fuerza evocadora única. Todo eso supone un gran valor añadido. Es fantástico disponer de las transcripciones realizadas por los profesores Miguel Calleja y Ángel Medina, quienes brindan a estas fuentes un rigor académico y una erudición de inmensa relevancia, iluminándonos en el conocimiento de quienes fuimos. Estos textos hacen asimismo renacer el monasterio que en sus orígenes fue, mediante la expresión del sentir de entonces y la descripción de un todo, tiempo ha.

–En esta obra ha recurrido a la IA. ¿Cómo lo hizo? ¿Ya había probado antes ese apoyo?

–Desde el primer instante entendí que esta obra me brindaba una ocasión fantástica para emplear la IA en la creación de textos, deseoso de presentar al monumento en las cuatro dimensiones que alcanzamos a percibir: esto es en sus formas como en sus tiempos. Incorporar una tecnología que está estableciendo un cambio de paradigma en nuestra era y que es ya presente, permite crear un diálogo entre aquel tiempo que vio nacer al monasterio y este que ve emerger la IA con una fuerza casi telúrica. Es la primera vez que empleo esta tecnología y, su utilización me ha aportado una colección de cinco poemas dedicados al monasterio hechos a la medida de la cantata, a partir de datos que la IA gestiona y que la humanidad previamente creó.

–¿No teme que se entienda ese uso como un demérito?

–La IA es en cierta forma una aleatoriedad controlada y gestionada por una máquina. Y la aleatoriedad como concepto es una herramienta aplicada a espuertas en las artes del XX y con menor frecuencia en los siglos anteriores. La IA se nutre de conocimientos creados por la humanidad y se gestiona con una tecnología creada por la humanidad. ¿Por qué renunciar a este canto universal, al tiempo que digital? Y en un sentido más amplio, que al artista se le establezcan límites en su libertad creadora... Eso sí que lo consideraría criticable. El arte no entiende de tales límites (de debates sí, debates los tenemos todos). En este caso, entiendo que la IA, como pudiera ser el surgimiento de la imprenta u otras tecnologías, es un hito de unas dimensiones inconmensurables, con miles de aplicaciones y algo ya imposible de revertir... Cual genio salido de una lámpara, ¿quien o qué lo meterá de nuevo en ella?

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