Son 15 los cuadros de Luis Fega (Piantón, Vegadeo, 1952) que cuelgan en la Galería Cornión, dos de ellos, los titulados "Zunco" y "Lucoso", del año 2016, y los demás muy recientes, de este mismo año en el que estamos. Así, el visitante puede establecer comparaciones entre lo inmediatamente anterior y lo rabiosamente actual, cosa que puede ayudarle a valorar la última propuesta del incansable pintor. Quienes conocen bien a Luis Fega dicen que es un hombre de fuerte constitución, gran deportista en su tiempo, a quien se le puede ver navegando y pescando por la ría del Eo en los meses de verano, a bordo de un barco provisto de vela latina, el único de ese tipo que anda por la ría. Estamos ante un pintor autodidacta, que no estudió Bellas Artes, sino Filosofía. Su reconocimiento en toda España viene avalado por las muchas exposiciones que ha celebrado desde su primera, en 1976, y más en Asturias, donde empezó su carrera. Ha expuesto en Cornión diez veces desde 1988 hasta hoy. Y son de recordar las muestras en el Palacio Revillagigedo (Gijón, 1997) y en el Museo de Bellas Artes de Asturias (Oviedo, 2003).

Si tuviéramos que señalar algunos pintores de referencia para Luis Fega, hablaríamos de Manolo Millares, del grupo "El Paso"; Antoni Tàpies, del grupo "Dau al set" o "La séptima cara del dado"; o Robert Motherwell, de la llamada Escuela de Nueva York. Sobre este último, muy relacionado con España, organizaron una muestra en la Fundación Tàpies de Barcelona y en el Museo Reina Sofía de Madrid, en los últimos meses de 1996 y los primeros de 1997. Con esto ya decimos que la pintura de Luis Fega se encuadra dentro del estilo o corriente llamada expresionismo abstracto, perteneciente a la mezcla o hibridación de "ismos" ocurrida en todo el mundo tras la II Guerra Mundial.

Luis Fega es un pintor gestual. O sea, que da salida a sus sentimientos y emociones más profundas y de alguna manera subconscientes, a través del movimiento de todo su cuerpo y, en especial, de su mano armada con brocha o pincel. Es lo que se llama automatismo pictórico. Luis Fega dice "que en el momento de pintar, sea la mano la que piense". Tal propósito se materializa en la preparación del soporte de la obra, siempre sobre tabla o sobre tela, y en la pintura acrílica muy líquida que utiliza. Trata el soporte con una imprimación plástica, eliminando todo tipo de texturas que pueda poseer la tabla o el lienzo y pintando con pintura muy líquida, todo ello para favorecer el deslizamiento gestual de la mano "que piensa". Todo esto le obliga a pintar con la obra puesta sobre el suelo o sobre una mesa baja, nunca sobre caballete o inclinada, para evitar todo tipo de churretones o deslizamientos de la pintura. La obra va siendo creada de la siguiente manera: "Mis cuadros resultan de un proceso de destrucción de lo anteriormente construido. Lo que hago en primer lugar sobre el lienzo suele ser demasiado figurativo, demasiado realista, poco expresivo. Entonces comienzo a desfigurar lo ya hecho, tapo partes, corrijo gestos o movimientos, añado algo y, al final, resulta un cuadro completamente distinto del inicial, mucho más expresivo. En esta fase de destrucción-construcción trabajo de una forma agresiva hacia el cuadro".

A quienes le preguntan qué ha querido decir con esta o aquella obra, cuál es su mensaje o su significado, les responde Luis Fega que miren y miren hasta sentir su obra. Y esto porque "la pintura es un lenguaje con un código propio y un alfabeto particular y, como tal, posee la capacidad de comunicar, de transmitir emociones. Por ello, cuando para explicarla recurrimos a otro lenguaje, al de la palabra hablada o escrita, con mucha frecuencia solemos decir generalidades, damos rodeos y convertimos finalmente el cuadro en mera palabrería, transformamos la pintura en literatura. Pero desde ahí nunca podremos adentrarnos en el corazón mismo de la obra. Sucede con la pintura lo mismo que con la música. Al igual que la descripción de una obra musical carece de la expresividad que posee la propia obra en su sonoridad, la cual es capaz de producir diferentes estados de ánimo en el oyente, así también la pintura se desdibuja, se decolora, al ser verbalizada. Los colores son fuerzas expresivas y para que nos digan algo, para que remuevan nuestro ánimo, necesitamos verlos. La palabra "azul" no posee la magia ni la profundidad del color azul". "El gesto, lo que surge sin mediación intelectual, lo que conecta en directo con el inconsciente, con el lado oscuro, lo que llega sin ser invitado, es a menudo lo más interesante en una obra". (Los textos entre comillas están tomados del libro "Aquí y ahora", Luis Fega, Madrid, 1994, y del texto "Una reflexión sobre la pintura", en las pp.11 y 12 del libro "Luis Fega. Grafías del olvido". Roberto Ferrer, 2006).

Quien se expresa de esta manera será asturiano porque ha nacido y vivido en Vegadeo, dentro de una línea de demarcación territorial administrativa que se llama Asturias, pero comparte con intensidad efluvios que le llegan de la tierra que está al otro lado de la raya, Galicia, tierra de meigas y misterios, primitiva y a la vez del todo actual. Y esto porque gentes y territorios forman un todo continuo, imposible de separar por una raya en el mapa.

¿Y qué podemos decir de los títulos que Luis Fega pone a sus obras? En un principio iban algunas sin título o con palabras que están en el diccionario académico de la lengua española. Pero desde hace unos años, Luis Fega titula sus obras con palabras propias que él mismo inventa, tal vez para expresar que no se pueden confundir lenguajes. Y sin embargo, tales títulos inventados tienen una relación con la obra, resultan evocadores y sugerentes en su sonoridad, Así "Argudelo" suena gallego, mientras que "Tabes" y "Trolla" tienen sabor asturiano.

Hagamos finalmente una somera lectura de cuatro de los cuadros que van en las imágenes:

"Zunco". La gestualidad se expresa en los brochazos en negro sobre fondo de diversos colores. Unos tapados posteriores, amarillos y naranjas, equilibran colores y dan base de apoyo a la parte inferior del cuadro. Una pelea de monstruos digna de figurar en una de las estampas del test de Rorschach.

"Malca". Habitación con suelo, techo y tres paredes, dispuestas a la manera anterior al descubrimiento de la perspectiva: suelo que sube, techo que baja y laterales que convergen de forma irregular hacia la pared del fondo. En primer término transitan cuatro personas en negro portando bultos. Las figuras del centro llevan unos toques de pintura que parecen papel pegado. Subsiste cierto figurativismo. Para mí, una mente llena de basura en la sociedad de consumo.

"Maitán". El espacio total se parcela en dos. Y la parte izquierda se divide a su vez en dos rinconeras, la pequeña de color verde. Por allí discurre una planta bulbosa, típica del pintor. En los extremos y en posición vertical, dos figuras en negro. Hay también cuatro dibujos, uno de líneas verdes y tres en negro sobre blanco, que se refieren a obras anteriores del pintor.

"Torco". La parcelación del espacio se multiplica. Rinconeras en planta y en alzado. No hay figuras dominantes, pero el pintor insiste con tres de sus dibujos, el de la izquierda a base de brochazos gestuales. Enigmática la parte baja, con ese personaje en negro de grandes zapatos.