A medida que el territorio sirio cambia de manos, los nuevos ocupantes encuentran, horrorizados, fosas comunes repletas de cadáveres. El espanto es unánime, y se suceden las declaraciones condenando estas salvajadas sin paliativos. Pero, coincidiendo con el 20 de noviembre, recuerdo nuestras fosas comunes y me encolerizo repasando las declaraciones de los más conspicuos representantes del partido en el Gobierno. Alguno acusó a los defensores de la memoria histórica de aprovechados "cazasubvenciones", de ser remedos del "abuelo Cebolleta" con sus historias guerracivilistas, y alguno presumió públicamente de no soltar ni un euro para continuar la búsqueda de familiares y amigos asesinados al más puro estilo Daesh. Para atenuar tanta tristeza y tanto cabreo, en el occidente de nuestro maltrecho Paraíso Natural se reconoce a Hilda Farfante, luchadora infatigable por la recuperación de la memoria histórica, con el XI Premio a las Libertades "Rafael del Riego". A pesar de ellos, lo justo es demasiado evidente.
