El alcalde todoterreno

Justo García Fernández

Manuel Bedia era ante un todoterreno de la política, torero de las grandes plazas que nunca se plegó a lo que viniera impuesto. No sé si sería el Cid Campeador, Robin Hood, Rambo o cualquier otro guerrero de la vida real o de la ficción

Sin embargo, y después de haber utilizado estos adjetivos, yo me quedo con un artículo publicado en el año 1996 por el añorado columnista de LA NUEVA ESPAÑA Jorge Jardón, cuyo título era "Ronaldo Bedia".

Todos ustedes oyeron hablar de este jugador (en sus buenos tiempos). Jugó con el Real Madrid y el Barcelona, entre otros, y fue elegido durante varios años mejor futbolista del mundo. En ese artículo se establecía el símil entre el Ronaldo futbolista y el Bedia político; la conclusión era evidente.

Navia, bajo su mandato, experimentó un notable crecimiento económico, urbanístico, en infraestructuras, en servicios…

Pero no solo se preocupó por su municipio: su comarca también le importaba y, por ello, luchó para obtener los mejores servicios comarcales para los vecinos, dejándose de localismos y apoyando cualquier iniciativa de mejora, sin importarle la procedencia.

Por poner un ejemplo, podemos destacar una de sus últimas batallas, la de poner en marcha el Parque Histórico del Navia, (julio 2005), tarea nada fácil.

En su faceta humana, cabe destacar las innumerables ocasiones que de su bolsillo se adelantaban algunas nóminas a trabajadores de pocos recursos, en "la confianza de que algún día lo recuperaría". Todo ello baja la más estricta confidencialidad, con discreción y sin ningún tipo de interés personal.

También fue acreedor involuntario de deudas que otros producían en algún establecimiento y que de su bolsillo hacía frente.

Fue Puerto de Vega su morada, Pueblo Ejemplar 1995 por la Fundación Príncipe de Asturias, rincón marinero de visita obligada para los turistas que atraviesan el Occidente asturiano.

Este comentario no deja de ser un sumando más en el extenso haber municipal de Manuel Bedia. Por ello le condecoramos en su día con la Medalla de Oro de "Amigos del Concierto". Como buen guerrero, siempre estaba en el punto de mira de los enemigos e incomprensiblemente, a veces, de sus propios compañeros de partido. Saltaba al terreno de juego para darlo todo y nunca escabulllía el bulto, ni vivía de rentas ni estaba preocupado por conservar su puesto.

Yo fui marinero en su barco y estoy seguro que si continuáramos cerca también doblaríamos el cabo de Buena Esperanza, tan temido por los navegantes.

¡Muchas gracias, Bedia!

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