Sin necesidad de entrar en otras consideraciones, Berlusconi me resulta tan antipático como sus ocurrencias o sus chistes. Lo penúltimo del recién elegido primer ministro de Italia es que el Gobierno de Zapatero es demasiado rosa por el elevado número de mujeres. «Él sabrá lo que hace. Le costará dominarlas», ha dicho, precisando acto seguido lo estupendas que resultan las señoras para detectar las necesidades reales de la sociedad. Una majadería tras otra. Italia es un pueblo superdotado, inteligente y maravilloso, que ha sabido hacerlo todo en la historia menos elegir a sus políticos.

En cuanto al Gobierno español, lo discutible no es que se haya nombrado a nueve mujeres. Mujeres o hombres, qué más da, lo importante no es la condición sexual del ministro, sino la capacidad para asumir las responsabilidades del cargo. En un Ejecutivo nacional, se deben elegir a los mejores, mujeres, hombres o mediopensionistas. El mayor peligro del Gobierno sigue siendo, además, el propio ZP.

El nombramiento, por ejemplo, de Carme Chacón en Defensa resulta inapropiado y hasta provocador, no porque se trate de una mujer, ni de una mujer embarazada, circunstancia esta última que Zapatero ha querido aprovechar para duplicar el efecto propagandístico de la designación. La foto de la embarazada pasando revista a las tropas revelará al mundo la audacia de un presidente de Gobierno dispuesto a darle la vuelta a cualquier convencionalismo, aunque ello resulte incómodo en el estamento militar y de dudosa eficacia para España. Haciendo algo más de gasto podría haber nombrado para el mismo puesto a Zerolo. Hubiera sido el despiporre.

Lo inadecuado y preocupante en Chacón no es que sea mujer y catalana: es poner al frente del Ejercito a una nacionalista que se despierta y se acuesta entonando «El Segadors».