La literatura ha sido la gran ausente en la Noche Blanca avilesina, salvo por unas pequeñas pinceladas poéticas en los centros expositivos de arte. Actualmente las «noches en blanco» europeas muestran una clara tendencia a integrar o vincular la literatura con las artes visuales en instalaciones o exposiciones, con la música en actos músico-poéticos o de Spoken Word, o con el teatro: actividades de cuentacuentos, de performance lírico que escenifican textos literarios o los combinan con la danza. Algo está cambiando en el mundo de la literatura, como nos muestra el festival de «Perfopoesía» de Sevilla, el de «Polipoesía» de Barcelona o «Expoesía» de Bilbao. Sólo son algunos de los ejemplos de poesía experimental y sonora, audiovisual o urbana que existen, porque hace tiempo que la poesía sale a calle, y lo hace con todos los medios y formatos a su alcance.

Algunas iniciativas de otras ciudades apuestan por distribuir versos en masa, como los «poemas voladores» de Madrid: 30.000 globos de helio que sobrevolaron la plaza Mayor como pistoletazo de salida de la noche de la cultura y que llevaban escritos poemas de Benjamín Prado y la micropoetisa Ajo, o «La invasión de los rollitos de poesía» que formó parte de la Noche Blanca de Roma en su última edición, y con la que el colectivo «Opiemme» presentó papeles enrollados con poemas sobre el amor y la noche que colgaban de un hilo de lana.

En la vanguardia de las actividades de poesía y arte emergente está el festival «Comospoética» de Córdoba. También ellos apuestan por difundir la literatura de forma masiva y de una manera original: la última vez lo hicieron colgando de las ramas de los árboles de algunas calles 5.000 ejemplares de una antología poética para que los cordobeses pudiera hacerse con un ejemplar. También plantearon el «Muro de libre expresión poética: deje su SMS», formado por 5 paneles de madera sobre los que cualquiera podía escribir sus versos improvisados (o no) a pie de calle. Las posibilidades son muchas y variadas: recitales en bares, proyección de vídeo-poemas, literatura en espacios expositivos urbanos como mupis, paradas de autobús o medios de transporte, talleres literarios, encuentros con escritores, maratones de lectura, poemas comestibles (gastronomía y poesía no tienen por qué estar reñidas) o proyectos multidisciplinares podrían servir para aventajar a nuestras competidoras en la carrera hacia el título de «Capital Europea de la Cultura». Esperemos que para futuras convocatorias las letras ocupen un espacio visible en nuestra Noche Blanca. Una buena forma de pasar la noche en vela es rodearse de palabras.