Hace tiempo que ciertos premios, si no son algo controvertidos, resultan, generalmente, bastante sosos. En la Academia sueca este año la polémica está servida, aunque a Obama su recién otorgado premio Nobel de la Paz no le haga, a mi modo de ver, ningún favor. Al contrario. En realidad parece una estrategia política internacional para condicionar su modo de actuar antes de que sus prometedores proyectos se trunquen con el paso del tiempo. Esto me recuerda en cierto modo a esas actrices como Anna Paquin, que en su infancia o primera adolescencia reciben un Oscar cuando su carrera no ha hecho más que comenzar, arruinando así la posibilidad de superarse. Todo lo que uno pueda hacer a partir de ese momento siempre será peor, o igual en el mejor de los casos. A Obama le pasa algo parecido. Todos los ojos estarán puestos en cada paso que dé y dispuestos a recordarle en cada decisión que tome que ha sido catalogado mundialmente como abanderado de la causa pacifista y que debe demostrar que el premio era merecido. Por muy esperanzadora que nos parezca su presencia en la Casa Blanca, puede resultar muy complicado presidir un país como Estados Unidos con el peso de un Nobel de la Paz sobre los hombros, con tanto detractor dentro de sus fronteras y con el fantasma de la historia haciéndole sombra. No sé si renunciar a él, como hizo Jean Paul Sartre en su momento, le habría beneficiado. Al menos podrá acallar a una parte de la crítica al donar su premio para obras benéficas.

También donará parte del dinero la protagonista del otro premio del momento, Ángeles Caso. De los 601.000 euros del premio «Planeta» que le fue concedido por su novela «Contra el viento» (un relato sobre las mujeres emigrantes), una parte irá a parar a las manos de la mujer caboverdiana que inspiró la historia. Puede que Caso se haya sentido presionada por la obligada generosidad de Obama. En cualquier caso, tal y como le sucede al presidente norteamericano, tampoco ella llega a este punto culminante de su carrera literaria con buen pie. Primero, el desmayo del jurado Pere Gimferrer deja la ceremonia de entrega bastante deslucida. Ahora el escritor Xavier Alcalá acusa a la editorial y a la escritora de plagiar el título. Lo cierto es que si uno consulta la agencia nacional de ISBN puede comprobar que los títulos se repiten con bastante asiduidad. Yo, si estuviese en su lugar, no pelearía por un título tan poco llamativo como ése. Si el relato lo merece, el tiempo pondrá en su sitio la novela escrita por la escritora asturiana. También el tiempo hará lo propio con Obama. Sólo nos queda esperar.