A casi todos nos dejó perplejos la redada decidida por el juez de la Audiencia Grande-Maslarka, en la actualidad el juez de las causas más «populares» y con más prensa: los piratas del «Alakrana», los cachorros de ETA, que parece continuador de las grandes batallas del juez Garzón desde la Audiencia Nacional. Grande-Marlaska, joven y elegante, se fue una noche a Euskadi y se trajo todo un autobús de aspirantes a dirigir la banda ETA. Ahora, tras tomarles declaración y comprobar sus gloriosos «curriculum», ha decidido enviarlos a prisión -a 31 de 35, nada menos- y algún día tendremos un macrojuicio de lo que hemos dado en llamar «la cantera de la banda», los muchachos que hicieron méritos en la «kale borroka» y que aspiraban a ir supliendo a los terroristas cansados de su lucha contra el Estado español, o que han ido llenando las cárceles, hasta los setecientos, aproximadamente, que ahora mismo residen entre rejas. Hay relevo para quienes quieren seguir la disciplina de llevar a Euskadi a la independencia, al precio que sea en sangre derramada. De manera que el juez Marlaska ha reencaminado aquel autobús de «alevines de etarras» que se trajo de Euskadi y Navarra, en dirección a Soto del Real y otras cárceles, a la espera del correspondiente juicio.

Marlaska, con su decisión, ha venido a reconocer los méritos de su antecesor Garzón, ahora en entredicho, que fue el primero en observar que ETA tenía muchos nombres, muchas tareas, muchas especialidades -desde los comandos a las herrikotabernas, desde la violencia callejera a algunos sindicalistas, pero todas formaban parte del mismo tronco común de los independentistas mafiosos y asesinos. Garzón lo dejó escrito hace ya casi una década y ahora Marlaska aplica aquella misma doctrina, que ya fue avalada por el Supremo: quien sostenga lo mismo que los que atentan y matan, o aspire a hacer otro tanto, debe correr idéntica suerte, la detención y la privación de libertad. Todos a la cárcel. Ahora también, Marlaska dice en su auto que Segi es otro tentáculo de ETA, estructurado, y que la banda emplea para las ocasiones que determina. Y que Segi es una auténtica academia terrorista que pretende continuar la lucha armada, ni más ni menos. Todos y cada uno son integrantes y colaboradores de la organización terrorista. Naturalmente, no están todos los que son, si tenemos en cuenta que en los últimos días algunos «solidarios» con los «Segi» presos han levantado sus propias barricadas y quemado autobuses en localidades vascas. Aún quedan alevines de terroristas libres, todavía hay cantera que tendrán ahora su turno y su oportunidad para hacer méritos para entrar en cualquier cárcel cualquier tarde.