Si el presidente Zapatero no está dispuesto a explicarle al jefe de la oposición la situación de España en Afganistán, se lo explico yo mismo. O mejor, la ministra de Defensa o el diputado de Izquierda Unida Gaspar Llamazares.

Rajoy se ha empecinado en que Zapatero se lo explique. Hace muy bien Mariano en insistir, porque eso entra en el sueldo de ambos (en uno pedir en otro no conceder) y pudiera ocurrir que no le guste nada la explicación. Ha de acordarse perfectamente (salvo caso de alzhéimer) porque en aquel tiempo formaba en el gobierno de Aznar. Era cuando el entonces presidente español bebía los vientos por el texano Bush y hasta se atrevía a poner confianzudamente los pies sobre la mesa.

Pero, Rajoy insiste. La ministra Chacón ha comparecido en el Parlamento en siete ocasiones y el jefe del Estado Mayor cuatro veces con la misma milonga. Es decir, la milonga talibana.

Los afganos no quieren vernos (a los occidentales) ni en pintura, sus mujeres están encantadas dentro del burka, aunque nuestras feministas crean lo contrario, y les va muy bien cultivando opio para que se adormezcan todos los viciosos del mundo mundial.

La ocurrencia del texano, celebrada por Aznar y aprobada por el PSOE, nos está costando a los españoles demasiadas pérdidas humanas. Que la Guardia Civil vuelva a casa por la Navidad a ocuparse de chorizos, asesinos y malhechores que por aquí tenemos. Y pasemos a otro asunto.