Hoy, cuarto jueves de noviembre, celebran los norteamericanos, cenando pavo en familia y con desfile en Manhattan, el Día de Acción de Gracias -Thanksgiving Day-, fiesta tradicional cuya primera edición, según la versión oficial, tuvo lugar en 1621 en Plymouth, Massachusetts, realizada por los Puritanos ingleses que habían llegado un año antes en el «Mayflower» para dar gracias a Dios al recoger la primera cosecha. Sin embargo, el 8 de septiembre de 1565, es decir, 56 años antes, el asturiano Pedro Menéndez de Avilés, fundador de San Agustín y Adelantado de la Florida, cena con indios y europeos, asistiendo también a una solemne misa concelebrada por cuatro obispos españoles.

Es este un buen ejemplo de cómo la presencia española, y con ella la asturiana, en Estados Unidos es, sin duda, de mucho mayor rango del que aparece en la historia oficial o convencional de este gran país. Un tópico secular mantiene nuestra memoria como pueblo vinculada especialmente a Hispanoamérica. Pero siendo muy justa nuestra mayor afinidad, e incluso devoción, por los países latinoamericanos, esta atención prioritaria se dio en perjuicio de la reivindicación histórica de la importante presencia española y asturiana en USA y, sobre todo, en Florida. Entre los asturianos, sólo se salvan de este pecado de «esqueicimiento» los avilesinos, que siempre han mantenido viva su relación con San Agustín.

La historia la escriben los vencedores, según un repetido tópico, y, después, los historiadores se las ven y se las desean para rescatar la memoria histórica. En este caso, la tergiversación de la historia consiste más en silenciar determinados aspectos o puntos de vista que en faltar a la verdad directamente. Así, cuando se subraya la crueldad de Pedro Menéndez, en sus luchas con los franceses en la toma de Fort Caroline, Florida, se silencia al mismo tiempo que la estrategia y propósitos del ejército francés eran de la misma dureza, ya que el contexto de las guerras de religión y, sobre todo, el entorno ecológico de la selva no facilitaban precisamente el respeto y cuidado de los prisioneros.

Michael Gannon, historiador de la Universidad de Florida, recuerda que cuando llegan los ingleses a establecerse en Jamestown, Virginia, ya llevaban los asturianos y españoles cuarenta y dos años, desde que Pedro Menéndez funda San Agustín en 1565, empeñados en reformas urbanas y en sentar las bases de lo que después será la gran industria ganadera de Estados Unidos: cuidando caballos, vacas, ovejas, gallinas, etcétera.

Dentro de tres años, en 2013, se cumplirán 500 años del descubrimiento de la Florida por Ponce de León y, por tanto, de la llegada de españoles y asturianos a lo que después serán los EE UU. Es de esperar que esta gran efemérides dé lugar a nuevas investigaciones sobre la historia de los españoles y asturianos en Florida. Esta presencia sigue aún viva en la vida pública norteamericana actual.

El pasado agosto toda la prensa deportiva norteamericana se hizo eco de la retirada del famoso Luis Piniella, pelotero y bateador de béisbol de los Yankees de Nueva York y mánager de los Cachorros de Chicago, tras dieciocho años como jugador y veintidós como técnico, elegido en tres ocasiones como «Mánager del año» y que tuvo un estadio en Tampa con su nombre. Abandona la práctica deportiva a los 66 años para atender a su anciana madre asturiana enferma, Margarita Magadán. «A mi edad es el momento de comenzar una nueva etapa de mi vida», declaró. También de Tampa, y jugador de los Yankees, además de los Tampa Bay, es Tino Martínez, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988, y dos veces elegido en el equipo de las estrellas. En algún partido de béisbol entre los Yankees y Tampa participaron más asturianos de origen de los que podrían jugar hoy en un imposible Oviedo-Sporting.

Otro gran jugador de béisbol de origen asturiano es Tony La Russa Cuervo, el primer entrenador que en USA fue elegido cuatro veces «Mánager del año», y que compitió con numerosos equipos entre los que figuran los Tampa Bay y los Yankees. En el pasado, un jugador y mánager mítico, también en el deporte rey para los norteamericanos, fue Alfonso López, Al López «El Señor» (Tampa 1908-2005), que cuenta con una estatua y un parque con su nombre en su ciudad natal y que forma parte de varios salones o templos de la fama.

En fin, Barry Alvarez, de familia oriunda de Avilés (1946, Langeloth. Pensilvania), fue una figura de máximo nivel en el fútbol americano. Estuvo vinculado a la Universidad de Wisconsin y fue elegido entre los 100 hispanos más influyentes en USA. Cuenta con una estatua y forma parte del Templo o Salón de la Fama de Wisconsin. Todos estos deportistas de origen asturiano alcanzaron en EE UU el valor de mitos, como entre nosotros Herrerita, Lángara o Quini.

Pero si es destacada la presencia de asturianos de origen en el deporte norteamericano, no lo es menos en el campo de la cultura, con Severo Ochoa, Nobel de Medicina en 1959, y Luis Álvarez, Nobel de Física en 1968, a la cabeza de un gran número de profesores e investigadores asturianos integrados actualmente en las universidades de ese gran país.

Del Senado USA forma parte Roberto Menéndez, Bob Menéndez, orgulloso de ser nieto de asturianos, y en los años ochenta figuraban entre los políticos más destacados de Florida dos asturianos, ambos oriundos de Candamo y rivales políticos: Robert Martínez, gobernador de ese Estado, del partido republicano, y Emiliano Salcines, fiscal general, del partido demócrata, uno de los más eminentes asturianos nacidos en la emigración y que, afortunadamente, goza de una fecunda madurez intelectual, dedicado al estudio de los orígenes españoles y asturianos de Florida. De Tampa escribió Valentín Andrés Álvarez, en su «Guía espiritual de Asturias», que «casi toda la ciudad es de origen asturiano».

En el cementerio asturiano de Tampa está enterrado un héroe nacional de la Guerra de Corea, Baldomero López, de familia praviana, Medalla de Honor del Congreso, a propuesta del general Mac Arthur y del presidente Truman. Del Centro Asturiano de Tampa proceden también destacados intelectuales y actores como Andy García. Es de esperar que dado el significado histórico de Tampa, a los seis institutos Cervantes que enseñan español en USA se sume pronto el de esta ciudad, antes de que se hayan borrado las huellas de la cultura asturiana y española del último siglo. Afortunadamente, uno de esos institutos Cervantes está en Alburquerque, ciudad fundada por Cuervo y Valdés, de Candamo, gobernador de Nuevo México.

En las actas de los servicios de inmigración USA, los asturianos se distinguen porque jamás se olvidan, al identificarse cuando llegan, de citar su origen regional, al lado del español.

Los asturianos que inicialmente llegaron a Florida se fueron diseminando por todo el país, llegando hasta Alaska, donde dieron nombre a la isla de Revillagigedo, y, entre Alaska y Vancouver, dejaron como recuerdo el topónimo Valdés. En Pensilvania, Ohio, y, sobre todo, en Virginia Occidental quedan hijos y nietos de mineros asturianos y de trabajadores de la industria del cinc. En Nueva York, California, Texas, Nuevo México, Arizona, Nevada, Colorado, por todas partes, hay asturianos de origen. La próxima conmemoración, en 2013, del descubrimiento de la Florida por Ponce de León será un buen motivo para reivindicar la importancia de la presencia española y asturiana en USA, comenzando por la primera ceremonia de Acción de Gracias de Pedro Menéndez, que tiene el mismo fundamento teológico-filosófico que la celebrada más de medio siglo después por los Puritanos ingleses del «Mayflower».