Para los creyentes en el Apocalipsis ésta es una buena oportunidad. Decir esto cuando se lucha desenfrenadamente por detener una catástrofe nuclear en Japón y cuando no se sabe cuántos miles de muertos hay entre los desaparecidos puede parecer una frivolidad, pero lo cierto es que lo que le faltaba a la maltrecha economía mundial es que la tercera potencia económica, que ya atravesaba graves problemas, se vea sumergida en una catástrofe como la que asuela Japón. ¿Alguien apuesta más?

La energía nuclear, supuesto elemento fundamental de la solución económica por la crisis energética, está en algo más fuerte que en una cuarentena, porque en Japón se está comprobando que nunca todos los supuestos de catástrofe pueden estar contemplados. Los programas nucleares en proceso están en congelación y los enemigos de la energía nuclear tienen a mano un nuevo vademécum de prejuicios.

Hay signos claros de cambio de época. Quizá estemos asistiendo al alumbramiento auténtico del siglo XXI, en donde nada de lo que parecía imposible está en condiciones de evitar que suceda.

A nuestra pequeña escala, Zapatero sigue siendo un aprendiz de brujo del más riguroso capitalismo, de la ortodoxia económica huérfana de cualquier ideología. Seguimos apretándonos nuestras propias tuercas, excepto en las grandes corporaciones que siguen multiplicando sus beneficios y los bonus de sus ejecutivos. Y ahora, ¿harán falta más recortes por la catástrofe de Japón?

En España hay una extraña calma chicha. Nadie, ni partidos de izquierda -¿existen?- ni sindicatos han entrado en fase de rebeldía. La derecha tiene una posición de cubito supino esperando que la fruta caiga del árbol cuando la izquierda le haya hecho el trabajo sucio.

Nuestros jóvenes preparados aprenden alemán para ganarse la vida en el extranjero. Y nuestros políticos calculan cuántos kilómetros les quedan por recorrer en coche oficial.

En estas condiciones, lo ocurrido en Japón, al margen de la inmensa tragedia humana, es un señal de un Apocalipsis que muchos españoles ya están viviendo en sus casas.