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Dando la lata

Desperdicio

La conveniencia de ajustar la oferta de formación a las necesidades del país

Licenciados en Filosofía y Letras barriendo las calles. Titulados en Bellas Artes, trabajando como teleoperadores. Biólogos vendiendo a domicilio. Geólogos repartiendo publicidad en los portales. Cientos de miles de universitarios españoles desempleados. Un auténtico desperdicio. Una imperdonable agresión a unos ciudadanos que se esforzaron en la consecución de un fin, que dedicaron años de sus vidas a formarse, a adquirir unos conocimientos concretos que, se suponía, podrían poner en práctica en beneficio propio y de la sociedad. Jóvenes condenados injustamente a arrinconar su preparación a cambio, con suerte, de un sueldo miserable y un contrato precario.

El sinsentido español nos conduce a mantener abiertas decenas de universidades, cargadas de catedráticos y profesores especializados, dedicadas a la capacitación de las futuras generaciones de españoles, las destinadas a convertir éste en un país mejor, al tiempo que ahoga a sus recién licenciados en el oscuro pozo del paro.

Médicos, ATS e ingenieros han puesto pies en polvorosa y son recibidos en el extranjero con los brazos abiertos. Jóvenes titulados, bien preparados, cuya formación ha corrido a cargo del país que les obliga a emigrar. Un chollazo para el que los recibe. Los que no apostaron por una carrera universal, que capacita al individuo para ejercer en cualquier lugar del mundo, o se lo montan por su cuenta o han de estar dispuestos a olvidarse de lo estudiado para ganarse la vida. Y gracias si lo logran.

Por muy incuestionable que sea que todo ciudadano español tiene derecho a cursar estudios universitarios, si el fin principal de estos es servir de llave para acceder al mercado de trabajo, y la llave está en el fondo del mar, matarile, habría que ajustar convenientemente la oferta de formación a las necesidades del país. Y así dejar de andar regalando por ahí los licenciados en los que tanto invertimos. Que nos cuestan una pasta, oiga.

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