Opinión

Sí a la regeneración, no a su uso partidario

Sí a la regeneración, no a su uso partidario

Sí a la regeneración, no a su uso partidario / .

La regeneración no debe ser una forma de autodefensa ni de venganza, sino una apuesta por mejorar la calidad de la democracia española, por garantizar la convivencia y el respeto entre los ciudadanos y por preservar y respetar sus derechos de participación. Después de cinco días de reflexión, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido seguir adelante, según sus propias afirmaciones, para abordar una operación "de limpieza del fango" de la vida pública nacional. ¿De qué estamos hablando? Si reconstruir políticamente el país y barrer los lodos significa tender puentes y buscar consensos, bienvenido sea el "punto y aparte" que pregona el líder socialista. Si lo que entiende por eso el Presidente supone fracturar la sociedad, extremar la polarización y acorralar al que piensa diferente, cambiando las reglas del juego en beneficio de un choque ideológico de parte, nada bueno nos aguarda por delante.

Sin cuestionar en ningún momento la profundidad del dolor que sienta por las acusaciones vertidas contra su esposa, la forma de gestionar esta situación se aproxima más al patrón del oportunismo político que al del líder que reclama respeto por su derecho a sentirse conmocionado y a expresarlo públicamente. La reflexión que ha hecho es legítima, pero podía haberse formulado perfectamente en la intimidad, con idéntico resultado, sin el espectáculo desencadenado en su propio partido, sin promover una "coordinada" encuesta a favor del CIS y sin culminar el episodio con una entrevista en la televisión pública a mayor gloria, en horario de máxima audiencia.

No es el actual mandatario socialista el primer jefe del Ejecutivo que ha sufrido el castigo de la opinión pública, ni siquiera el que hasta ahora ha salido más vilipendiado. De Suárez un máximo dirigente del PSOE dijo que era "un tahúr del Misisipi". A Felipe González le arrojaron cal viva en un escaño por los GAL. Aznar fue tratado de genocida y asesino. Y, en fin, el discurso de Zapatero fue bautizado por sus propios compañeros como "pensamiento Bambi" y a Rajoy, en un debate televisado, el mismo Sánchez lo tildó de corrupto y de no ser "una persona honesta". Asimilar por tanto, como hizo el actual inquilino de la Moncloa en su alocución, las críticas que recibe, por duras que le parezcan, con un ataque a la democracia en su conjunto supone un exceso.

La ausencia de reformas estructurales en el país en todos los ámbitos resulta clamorosa. La política ha sufrido un grave deterioro. El objetivo de recomponerla resulta incuestionable. ¿Qué puede hacerse? El Presidente acierta en algunos temas, pero habrá que estar muy atentos a la naturaleza de sus propuestas. Es urgente la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Pero en base a un amplio consenso, sin alterar las mayorías reforzadas que ahora se necesitan y que hay que preservar. Y eso pasa también por exigir a la oposición igual responsabilidad. Pero no puede pasar en ningún caso por abrazar los postulados de los que intentan protegerse con apelaciones al mal llamado "lawfare".

La mejor manera de garantizar la libertad de expresión no es hacerse entrevistar la misma noche del anuncio en la televisión pública, que tiene una presidenta interina, la segunda desde la dimisión del candidato elegido por el Parlamento. Urge una renovación de los órganos de gobierno de RTVE, sin ingenuidades, pero poniendo en igual cuarentena la falta de pluralismo político e ideológico y las maniobras para alimentar proyectos de comunicación privados desde los presupuestos públicos. Igualmente, es necesario asegurar la equidad en el reparto de la publicidad institucional de todas las administraciones, que deberían exigir a toda plataforma la responsabilidad editorial que requiere la ley a los medios convencionales.

La regeneración que apunta Sánchez, pues, es necesaria, aunque no en la línea en la que ha gestionado su periodo de reflexión, sino en la de afrontar los problemas de fondo. Se lo piden el mismo PSOE, sus socios de gobierno y de investidura y el líder de la oposición, que, no olvidemos, ganó las elecciones. Iremos viendo.