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Sol y sombra

Una historia amarga

El día en que Oé se sinceró sobre su madre

No conocía la amarga desafección de la madre de Kenzaburo Oé por su hijo hasta que me entere de ella por Juan Villoro. Casi nadie conocía esta historia hasta que el propio Oé decidió contarla en 2004 en Barcelona durante la presentación de uno de sus libros, poco después de los atentados de los trenes. En palabras del escritor mexicano, el interés literario por la obra de Oé, un extraordinario intérprete de la devastación, se mezclaba con la necesidad de escuchar, en medio del desconcierto, a "un gurú dotado de una llave espiritual".

Por razones extrañas, quizás relacionadas con la emotividad que para él supuso dirigirse a la audiencia en un salón llamado Tagore, el escritor favorito de su madre, Oé decidió aquel día sincerarse. Lo hizo, después de la conferencia, ante un grupo restringido que, con la ayuda de traductora, asistió sobrecogido a lo que estaba escuchando.

Tras recibir el Premio Nobel, un equipo de televisión quiso recabar la opinión de su madre y ésta sólo tuvo palabras elogiosas para el poeta bengalí. "Kawabata no me interesa", dijo del otro laureado japonés. "En cuanto a Oé, es una basura", añadió. Oé tuvo que explicarse.

Cuando era niño su madre había mantenido relaciones con una mujer joven que más tarde se casaría y mudaría a Hiroshima. Ella, como regalo de despedida, le había ofrecido un pino italiano de color rojo. Después cuando la bomba atómica cayó allí, la madre de Oé tomó un bote y navegó río arriba en busca de su amiga. En el lugar donde había vivido sólo halló destrucción. De regreso a casa, el futuro escritor, la vio llegar bañada en lágrimas y sólo acertó a preguntarle: "¿Encontraste el pino italiano?". Jamás se lo perdonó.

Villoro lo cuenta mucho mejor en su libro "¿Hay vida en la tierra?" y profundiza, además, en ello, pero no he podido resistir la tentación de hacerme eco. Es una de las historias más terribles que conozco. No sé ustedes.

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