El reajuste funcionó. A la segunda o a la tercera pero funcionó. El primer intento se produjo en el debate a cuatro de hace casi diez días. La idea era que Sánchez machacase a Rivera para así consolidar su segundo puesto, detrás solo del PP. Pero el tiro salió por la culata y el socialista fue rebasado por el centrista al menos en las encuestas publicadas. La pasada semana, a modo de segunda intentona, al catalán le cayó la del pulpo, con ataques feroces por todos los flancos, pero la cosa siguió en veremos.
Este lunes, sin embargo, se despejaron muchas dudas porque, durante el debate televisivo, el aspirante a ala-pivot de la NBA se lanzó a la yugular del registrador que, ajajá, apenas supo defenderse. ¿Eso dictaba el guión? Cada cual habrá sacado sus conclusiones de la pugna pero es probable que, aún con el sambenito de matón y zafio, Sánchez avanzó lo suficiente como para enseñarle el sillín a Rivera. Lo que queda de campaña -y de jornada de reflexión: ojo, no sería la primera vez que en esas horas todo cambia- apenas será un dulce dejarse ir porque los números están hechos y al fin cuadran.
Dicho lo dicho y como ya no se pueden publicar encuestas y estamos siempre a expensas de un susto morrocotudo, las variables ocultas pueden darle una voltereta espectacular a lo indicado. Pero sospecho que no. Y ojalá no salte ningún factor ajeno a la campaña, porque de ser muy relevante, tendría rasgos de tragedia.
Por cierto ¿dimitirá antes de las elecciones Ovidio Sánchez por las asesorías globales que apunta la Fiscalía Anticorrupción?
