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¿Esperando a Godot?

España se encuentra en una espera becketiana por falta de grandeza

Bien se sabe que la auto calificada "tragicomedia en dos actos" de Samuel Beckett fue escrita originalmente en francés, la segunda lengua del autor, que siempre negó la fácil equiparación inglesa entre "God" y "Godot". Beckett dejó entrever, por el contrario, que la exasperante espera provenía del argot parisino que podría significar "bota".

Nuestro país, para el que deberíamos mantener, dejando ambigüedades semánticas, el digno y escueto nombre de España, está en una pelmaza, por falta de grandeza, espera becketiana, pero sin el genio irlandés que mereció el Nobel.

La tragicomedia no debería concluir en ulterior tercer acto, que Beckett en su enloquecido absurdo ya ni quiso escribir.

Hay que bien actuar con la actual carpintería escénica; más en la segunda subida del telón.

Los actores han de jugar el papel encomendado y si hay quien olvida el texto, los exigentes espectadores, la calidad del coliseo que escucha respetuoso, por muchas tediosas reiteraciones que tenga el argumento "dèja vu", ha de suplirse, pues hay cantera y, confío, timoneles.

En cualquier caso, la obra tiene un célebre final:

"Vladimir (primer vagabundo): Qué! ¿Nos vamos?

Estragon (segundo vagabundo): Sí, vámonos.

No se mueven".

Los vagabundos sin inmutarse, quedan en monótona e insolente quietud, rayando entre provocadora estupidez e inerme impotencia.

¿A qué clase de bota se refería el autor?¿capaz de algún puntapié? ¿La Literatura y el absurdo, o quizá el Teatro del absurdo, preceden, o futurizan, una vez más a la realidad?

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