En noviembre de 2014, orbitando a unos 400 kilómetros sobre la superficie de la Tierra a bordo de la Estación Espacial Internacional, un astronauta de la NASA recogía una placa de una impresora 3D. Un día antes, desde el centro de control de Houston, se habían enviado a la Estación las "instrucciones" para imprimir tridimensionalmente la citada placa. ¡Se trata del primer objeto "impreso" en el espacio!
Podríamos decir que con la impresión 3D la NASA ha encontrado un método económico para "enviar" piezas al espacio. En realidad lo que se envía no es la pieza, sino las instrucciones para fabricarla. Empieza a vislumbrarse el gran potencial de esta tecnología a la hora de generar piezas dañadas de satélites, que podrían ser fabricadas "in situ" y en función de las necesidades.