Cada jornada laboral se registran en Gijón 739.592 desplazamientos a pie o en vehículo, lo que supone 2,64 traslados diarios por habitante, según recoge el diagnóstico previo a la redacción del Plan Integral de Movilidad Sostenible de la ciudad, a partir de 1.500 entrevistas telefónicas a usuarios del transporte público y privado, peatones y ciclistas. En Gijón hay censados 118.600 vehículos particulares, en los que se lleva a cabo el 36,8% de esos desplazamientos diarios, porcentaje que sumado al 10,9% de los recorridos que se realizan en transporte público certifica que casi la mitad de ese movimiento diario de ciudadanos genera tráfico rodado.

Más de cien mil vehículos en las calles de Gijón suponen que el 55% de la contaminación que esta ciudad sufre procede de los tubos de escape del transporte privado, según un estudio realizado el pasado año por la consultora Inypsa por encargo de la Administración regional. Ese porcentaje se eleva al 64% si se añaden las emisiones procedentes de la circulación por la autopista "Y" y las carreteras autonómicas cercanas. La contaminación achacable a la gran industria gijonesa, radicada mayoritariamente en la zona oeste del concejo, alcanza el 33%. O sea, que las empresas contaminan la mitad que los coches en esta ciudad. Tal vez haya que empezar a plantearse medidas para paliar una situación que debería hacer reflexionar a las autoridades locales y regionales.

Sorprende que, pese a las frecuentes campañas municipales en apoyo del uso de la bicicleta como transporte urbano y a la tupida red de carriles bici que atraviesan la ciudad, sólo uno de cada cien desplazamientos diarios en Gijón se haga mediante este tipo de transporte no contaminante, que sigue perdiendo la batalla frente al coche. Si bien puede decirse, mirándolo por el lado positivo, que en esta ciudad existe un amplio margen para reducir el uso del vehículo privado y aumentar el de la bicicleta. Es lo que reclaman iniciativas tan loables como las que promueve el colectivo "30 Días en Bici Gijón", muy activo en la defensa de una ciudad más sostenible y menos contaminada.

A la vista de los efectos nocivos de la contaminación en la salud, Gijón debería embarcarse en medidas tendentes a reducir la polución relacionada con el tráfico, tales como la recuperación del espacio público para favorecer los desplazamientos a pie; la promoción de un mayor uso del transporte público a partir de frecuencias más regulares y precios más asequibles, o plantear la señalización de zonas de baja emisión, con control estricto de la circulación de los vehículos más contaminantes.

Pero no toda la responsabilidad debe descargarse en los poderes públicos: también se requiere de un cambio cultural en la ciudadanía, que a la vez que debe exigir medidas a las administraciones ha de valorar en mayor medida los desplazamientos a pie y en bicicleta o al menos en vehículos compartidos. Sólo así, con el compromiso de todos, de responsables políticos y ciudadanos, podremos conseguir que Gijón disponga de las ventajas de disfrutar de un espacio público de calidad.