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Historiador

En los cuarenta años de la muerte de Gaspar García Laviana

Sobre el último libro publicado acerca del cura fallecido luchando contra Somoza

En mayo pasado vio la luz un libro dedicado al cura guerrillero asturiano que murió en Tola (Rivas, Nicaragua) hace cuarenta años luchando con los sandinistas contra la dictadura del somocismo. Fue el resultado desgraciado de una bala perdida en una emboscada de la Guarda Nacional de Anastasio Somoza Debayle, que privaba al joven comandante Martín -el nombre de batalla de Gaspar- de la victoria final que tenía ya al alcance de la mano (1979).

No es la primera obra escrita dedicada a esta relevante personalidad asturiana, casi olvidada y para muchos completamente desconocida. Su vida y su obra admirable como fraile de los Misioneros del Sagrado Corazón, cura obrero en Madrid durante tres años, misionero comprometido con los pobres de la Nicaragua masacrada por los esbirros de Somoza a partir de 1961, fueron recogidas en varios libros publicados hace tiempo. También se editó su poemario, breve, sencillo, directo y lleno de ternura con el campesinado nica. La primera edición se debe a otro de los grandes poetas modernos, el nicaragüense Ernesto Cardenal ("Cantos de amor y guerra", Managua, 1979) y, posteriormente, fue objeto de esmerado estudio en castellano y en inglés, por D. Gullete ("¡Gaspar¡ A Spanish Poet/Priest in the Nicaraguan Revolution", 1994,Tempe, Arizona, Bilingual Press).

El libro recién publicado por el "Foro de Cristianos García Laviana" en Ediciones Trabe con la financiación del ayuntamiento de Llangréu y coordinado por J.M. Álvarez Rodríguez (Pipo), lleva un título significativo: "Gaspar García Laviana visto desde Asturias". Como obra miscelánea que, en la que participan más de 20 autores diferentes a lo largo de sus quinientas páginas, podría parecer, en principio, que adolece de cierta heterogeneidad, característica habitual de esta clase de trabajos. Sin embargo no es así. Comienza precisando y fijando cronológicamente los datos esenciales de la biografía de Gaspar (Pérez Ornia), y prosigue con cinco largos capítulos de temáticas específicas bien definidas: reflexiones sobre el significado del aniversario, el contexto biográfico, los ecos de su muerte en Asturias y fuentes de primera mano, entrevistas y cartas, con tres anexos documentales de sumo interés, conjunto bien trabado que pone de relieve la realidad de una estructura formal bien definida y pareja a la de sus contenidos.

Repasando detenidamente cada uno de los artículos de opinión de los autores, muy diferentes y de formaciones y sensibilidades distintas, se descubre enseguida que en el trasfondo de sus variadas aportaciones subyacen elementos y convicciones llamativamente coincidentes. En primer lugar, la constatación generalizada de la existencia de una voluntad fuerte de Gaspar por ser fiel siempre al Evangelio como fraile y cura obrero en Madrid, misionero en los primeros años de su estancia en Nicaragua y, de manera llamativa, en la opción trascendental de su vida: la decisión, muy ponderada, de pasarse a la lucha armada con el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional). Y además, con la profunda convicción de ponerse del lado de los pobres y oprimidos de este mundo, los preferidos de Jesús que, para Gaspar, tenían nombres y apellidos concretos: los campesinos nicaragüenses y los jóvenes -chicas especialmente- víctimas de la prostitución tan despiadada como inevitable durante la ominosa dictadura. El poema dedicado a una de aquellas chicas abusadas: "Catorce años tenía de edad, / dos de puta, / cara joven, / rasgos viejos, / piel lozana, / ojos muertos. / Pantaloncito ceñido, / desnudas piernas y ombligo, / pies descalzos, / recorriendo el puterio", nos conmovió a todos los que leímos con devoción el mencionado poemario. Estos grandes ideales de Gaspar los glosaba muy bien Ernesto Cardenal, en la introducción a la primera edición de esa obra poética: "Estos son poemas llenos de amor, amor al campesino, a las pobres prostitutas, a las que tanto defendió enfrentándose a las autoridades somocistas, amor al paisaje, al lago de Nicaragua, que él llama 'el lago más bello del mundo', a la tierra por la que él murió; y por lo mismo son poemas llenos de ira. Esta es la poesía que le llevó a la lucha armada a y a la muerte".

Evangelio y lucha armada como salida definitiva de Gaspar a su opción preferencial por los pobres (postulados teológicos de Medellín y Puebla) puede ser objeto de interpretaciones contradictorias -no en este libro- cuando alguien se acerca por primera vez a la trayectoria vital y espiritual de Gaspar. Por eso resulta más fácil hablar de Monseñor Romero, mártir en el Salvador por defender también el derecho de los más desfavorecidos, y santo oficial desde el día catorce de octubre próximo.

En el alma del misionero asturiano se entrecruzaban dolorosamente, como una espada bien acerada, dos experiencias íntimas: sus estudios de sociología y las actividades tradicionales del misionero comprometido le decían que las contradicciones de un pueblo tan dolorosamente oprimido solo podían resolverse invirtiendo el orden establecido injustamente con la subversión armada; su espíritu contemplativo y lleno de pacífica ternura le remitía a experiencias "más religiosas y espirituales" del Crucificado y de algunos místicos modernos como Charles de Foucauld. Pero también sabía bien que la Iglesia del Vaticano II justificaba la violencia armada cuando la opresión de los más pobres no tenía otra vía de salida. Y en su corazón de poeta fue ganando la partida esta última convicción: "Las angustias de mi alma / no las calma el rosario / ni la misa / ni el breviario. / Mis angustias las mitigan / las escuelas en los valles / el bienestar campesino / la libertad?".

¿Para que sirve realmente este libro? En los tiempos que vivimos, dominados por la cultura de la postmodernidad y de la postverdad, un libro nuevo sobre Gaspar, escrito en clave asturiana, parece muy oportuno. Y, además de "recordarle", -volver a meterle en el corazón para hacerle presente- puede constituir también un espléndido alegato contra una mentalidad colectiva, dominada por el "presentismo" radical, la anomía revestida de la supuesta conquista de "libertades", la aversión a los discursos explicativos de problemáticas esenciales de índole social o individual, y, en última instancia, la atracción generalizada de un hedonismo difuso más o menos admitido por casi todo el mundo como forma de vida. Y para la iglesia asturiana, un fuerte aldabonazo frente a nuestra apatía pastoral que a muchos, a los miembros del Foro sin duda, nos parece demasiado plana y de color gris, alejada de los horizontes luminosos apuntados por el papa Francisco en muchos de sus escritos.

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