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Sol y sombra

La digestión de la fabada

El ministro de Fomento y las infraestructuras del Pleistoceno

Ábalos se ha llevado a Madrid los problemas de infraestructuras que Asturias padece aproximadamente desde el Pleistoceno. ¿Cristalizará por fin alguno de ellos? De ser así, cuando lo veamos también veremos reforzada nuestra fe.

En circunstancias normales el compromiso de un político cogido por los pelos se diluye fácilmente en un vaso de agua, el del ministro de Fomento tiene bastantes posibilidades de naufragar en la fabada que todavía se encontraba digiriendo cuando empezó a recibir las peticiones de las obras sin acabar, las que aún tienen que empezar y las que dependen de un proyecto que cuesta esfuerzo imaginarse dadas las suspicacias que genera el paso del tiempo.

El de Asturias es un caso singular de desatención política. Dentro del contexto nacional pesa poco por la escasa oferta electoral que rinde. Los votos están sujetos a una disciplina que impide trapichear con ellos un puente, una carretera o un ferrocarril. No somos vascos ni navarros, tampoco catalanes.

Por eso, el asturiano está con la mosca detrás de la oreja, no porque Ábalos forme parte de un gobierno menos creíble que otros, sino porque casi siempre han decaído los compromisos de las distintas administraciones. En la última digestión de la fabada del ministro de Fomento podría estar, por ejemplo, el plan para suprimir las vías de Avilés, del que han oído hablar generaciones de avilesinos y fue objeto de abundante literatura en las pasadas décadas. De este siglo y del anterior.

En el último instante, el alcalde de Oviedo, para no ser menos, ha pedido un tunelón en el Naranco que el Ministro, puestos a ello, ha prometido evaluar como solución subterránea. Sí, sí.

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