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Un humanista de la hostelería

Siento el fallecimiento de Marcelo Conrado Antón, un humanista de la hostelería a quien las fronteras de su querida Asturias siempre le quedaron pequeñas. Sin saber cocinar, ni tampoco preparar Dry Martini, su sapiencia del sector le llevó, unida a una gran capacidad de trabajo, a alcanzar las más altas cotas de prestigio a través de sus dos establecimiento "Casa Conrado" y "La Goleta".

Fueron ambos referencia de la capitalidad ovetense acogiendo a lo largo de los últimos cuarenta años, hasta su cierre hace tres, a numerosas e importantes personalidades comenzando por el Rey emérito Juan Carlos I, pasando por su hijo el hoy Rey Felipe VI, hasta llegar a figuras de la política, el deporte, el espectáculo y los medios de comunicación. caso del recordado general Sabino Fernández Campos, Conde de Latores, Luis María Ansón, Florentino Pérez, Woody Allen, y un largo etc. que tras su paso por los establecimientos de Marcelo Conrado Antón se convertían en voceadores privilegiados de la excelencia culinaria de los mismos.

Recuerdo, por cierto, una agradable cena que un grupo de amigos tuvimos en Casa Conrado con el que fue presidente de México, Vicente Fox, con raíces en el oriente asturiano, así como reuniones con Luis del Olmo, gran amigo del hoy llorado restaurador, con mi querida colega María Eugenia Yagüe, otra defensora a ultranza de la cocina de Marcelo, y también con Carlos Herrera entonces no tan famoso como lo es ahora. Casa Conrado no fue solo lugar de buen yantar; era también sede de tertulias, principalmente de la judicatura, de empresarios y de la vida cultural local. Durante años, el profesor Emilio Alarcos tuvo allí su santuario, venerado en su saber por intelectuales como Ignacio Gracia Noriega o Juan Benito Argüelles, lugar de cita también del todo Oviedo tras las sesiones de ópera en el teatro Campoamor o la entrega de los premios "Princesa de Asturias".

Marcelo desprendía vitalidad y un magnetismo que hacía que los amigos crecieran y se multiplicaran en su derredor, algo que sin duda heredó de su padre, otro gigante de la hostelería que puso una pica asturiana en Medina de Rioseco y luego en el corazón del Principado, o sea, en Oviedo, primero con el Taxi Bar, luego con el Cervantes y posteriormente con Casa Conrado, que inauguró y en su momento transmitió a su hijo quien no solo mantuvo el tipo sino que además internacionalizó el negocio.

Recuerdo también que durante años nos reuníamos en Casa Marcelo los miembros de la Cofradía de los Quesos del Principado de Asturias bajo la presidencia de Dionisio Cifuentes, discutiendo no solo sobre tan atractivo manjar sino también sobre lo divino y de lo humano tal era la diversidad de los socios en cuanto a ideología y profesiones. También se reunía allí una vez al año el jurado de la revista "Vivir Oviedo" para elegir el "Ovetense del año" bajo la magnífica escultura de los reyes asturianos hecha por Urrusti padre.

Marcelo atendía a todos, comía en su local muchos días y echaba la partida con amigos del alma como Pedro Laguna o Galiano, o bien estaba de cháchara con un parroquiano ilustre y fiel al establecimiento que lamentablemente también se nos ha ido, el cura José Franco, responsable en materia eclesiástica del Centro Asturiano y que se hubiera emocionado sin duda saber que su presidente Alfredo Canteli va para alcalde.

Con el fallecimiento de Marcelo Conrado Antón el oviedín del alma se apaga un poco más aunque el combativo e intenso espíritu tinetense de quien fue maestro de la restauración seguirá siempre entre nosotros.

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