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Aguantar el envite

"Asta de toro, pezuña de caballo, sonrisa de sajón"; este dicho irlandés se recoge en algún lugar del "Ulysses", creo. El sajón sonríe para seducir, salvo cuando muestra los dientes; no se altera, salvo si le conviene asustar; espera paciente, salvo cuando acelera el paso hacia la víctima; usa el honor como si fuera invento suyo, salvo cuando echa mano del engaño, como un Colt. La cúpula de la UE debe confiar en su interlocutor sajón sólo lo justo, o sea, nada. Seguramente habrá un punto en que algo se tendrá que volver a negociar, pero que sea en caso extremo, al borde del abismo y con garantías de que no haya más vueltas. En otro caso el juego que se traen las tres instancias del interlocutor (el Gobierno en la torre, la Cámara de los Comunes en el castillo, la calle en la barbacana), en apariencia enfrentadas pero de acuerdo en lo esencial (vencernos en el pulso), acabaría triunfando.

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