Ya aventó fumata blanca la chimenea de la calle Génova y el PP dispone desde primera hora de la mañana de ayer, ¡albricias!, de cabeza de cartel en Gijón, que es plaza fuerte donde poner pica. Y donde la derecha, centrada, menos centrada, escorada y mediopensionista, mantiene el afán de evitar, ocho años después, el regreso de las huestes izquierdistas, que no habrá partida con bola extra por segunda vez; que no va a sonar dos veces la misma flauta; que si en mayo existe posibilidad de entenderse, los que durante este mandato tiraron por el sumidero la posibilidad de una moción de censura llegarán a un acuerdo tripartito al ovetense modo para recuperar la Alcaldía.
Pulsada una primera impresión entre la militancia popular y en algunos de sus cargos intermedios, la designación de Alberto López Asenjo como candidato al principal sillón del Consistorio ha disparado las expectativas. Con todo el respeto a los nombres barajados hasta la fecha -quien apuntó seis alcaldables distintos se equivocó hasta en cinco-, López Asenjo ofrece un pedigrí inigualable.
El currículo del candidato abruma. Sólo con su lista de méritos se podría llenar un capítulo de la Enciclopedia Salvat. Hay quien goza de fama de buen gestor y hay quien la ha demostrado durante su extensa carrera profesional, como es el caso de Alberto López Asenjo, que se educó en el colegio de la Inmaculada y que está muy bien relacionado en distintos ambientes de Gijón, con gente que, a la vista o en la sombra, tiene muchas ideas que aportar a la propuesta de cambiar esta ciudad.
Queda por ver si quien ha pisado frecuente moqueta sabrá desenvolverse en el barro, que la política municipal no entiende de relaciones internacionales, sino que se basa en el aquí y en el ahora. Pero si los populares están contentos y no aparece disensión, será que han acertado.
