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Reflexión sobre una creencia muy arraigada en la cultura popular

Cerebro "unisex"

Permítame comenzar este artículo pidiéndole que piense en un elefante. ¿Dónde está ahora el elefante? El elefante está en su cerebro. ¿Cómo es ese órgano tan misterioso que del tamaño de una caja de zapatos y con un peso en torno a 1,4 kg. es capaz de encerrar a un elefante en su interior? Es capaz incluso de encerrar al universo entero o de reflexionar sobre sí mismo. ¡Ahí radica la grandeza del cerebro y también su complejidad! El cerebro es el órgano más complejo del universo y una de las grandes incógnitas de la Ciencia. Conocemos relativamente poco sobre el mismo y probablemente nunca logremos entenderlo completamente. A este respecto el gran científico Max Planck argumentaba: "La Ciencia no puede resolver el misterio último de la Naturaleza porque, en último término, somos parte del misterio que tratamos de resolver".

El desconocimiento del cerebro ha dado lugar a numerosos mitos y creencias muy arraigadas en la cultura popular. Una de ellas es que hay cerebros masculinos y cerebros femeninos. Durante bastante tiempo se pensó que estos cerebros no sólo eran distintos, sino que el del hombre era superior al de la mujer. Así opinaban grandes mentes como Darwin. En el año 2005 investigadores de la Universidad de California publican un estudio en la revista "Neuroimage". En el estudio analizaron los cerebros vivos de 21 hombres y 27 mujeres, tras haber obtenido imágenes de los mismos mediante resonancia magnética. Los autores concluían: "Finalmente podemos verificar las diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres". Esta publicación tuvo un gran impacto mediático. Pero las cosas han cambiado bastante desde entonces.

La neurociencia moderna -provista de más sofisticadas técnicas de imagen o "cámaras fotográficas" del cerebro- no ha identificado diferencias decisivas y definitorias entre los cerebros de hombres y mujeres. Además estas posibles diferencias no parecen innatas, sino adquiridas a lo largo de la vida. Nuestro cerebro no es inmutable, sino variable y adaptable como un plástico. La neuroplasticidad, también conocida como plasticidad cerebral, es la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar a través de las experiencias vividas, comportamientos y hábitos.

Nuestra sociedad, consciente o inconscientemente, imprime un género en nuestras mentes. Pensemos en los Reyes Magos. Al niño le traen un balón de fútbol y a la niña una muñeca a la que debe cuidar. Con el paso del tiempo, los cerebros del niño y la niña serán ligeramente diferentes, pero porque han vivido experiencias diferentes y sus cerebros se han adaptado a la mismas.

En definitiva, podríamos concluir este artículo diciendo que nuestros cerebros son "unisex", al menos al nacer. Pero somos prisioneros de una cultura, no podemos escapar de ella. Y esa cultura puede establecer diferencias de género que tienen su reflejo en nuestro cerebro plástico y dinámico. Las cosas pueden parecer innatas cuando en realidad están tejidas en nuestra forma de vida. Este es el argumento más consolidado en la comunidad científica, aunque el tópico sigue siendo objeto de grandes debates.

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