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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Cura de ateos y otras curas

El obispo de Alcalá de Henares se saca de la manga de la sotana cursos para revertir la homosexualidad y se queda tan fresco, tan oreado. A juicio del polémico prelado, que cojea del pie derecho y del ala de Rouco, "con una terapia apropiada" cada gay, lesbiana y demás acepción puede retornar de la acera de enfrente a este lado y cerrarse, de camino, las puertas del infierno. O sea, regresar del lado oscuro a la luz como un jedi arrepentido dispuesto a enfundar la espada láser.

Como era de esperar, las manifestaciones del obispo de las sonoras perlas, tales como comparar el aborto con los trenes de Auschwitz o reconocer la "malicia" de los anticonceptivos, han provocado el vapuleo de Su Eminencia, hasta tal punto que la Conferencia Episcopal, en un gesto de caridad cristiana, ha salido en su defensa, dándole "apoyo y afecto" y disparando al mensajero y su "ejercicio de manipulación de la verdad y desinformación intencionada".

Es obvio que cuando la Iglesia habla de sanación no se refiere a la curación del cuerpo, sino a la reparación del alma, pero aun aceptando pulpo como animal de compañía metafísica, no es de recibo calificar de desalmado a quien se desvía del camino que la jerarquía eclesiástica considera recto. Renglones torcidos los hay en la caligrafía de cualquier género, número y persona.

Convengamos pues en que un cura no cura porque no es un médico; en todo caso alcanza a psicoterapeuta espiritual de quien acuda libremente a su consulta. No pueden aspirar a tener a toda la humanidad en nómina o pasando por caja.

Con estas ocurrencias episcopales, ¿cómo quiere la Iglesia que los ateos tengan cura? Ni cura, ni obispos, ni cardenales.

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