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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Brindis

"In vino veritas". Solo quien bebe dice la verdad, dicta el adagio latino. Lo cierto es que en torno a una botella de vino reverdecen las amistades más verdaderas, las que alcanzan vocación de permanencia. Bajo la influencia del alcohol se han dictado algunas de las páginas más dilectas de la historia del pensamiento y la literatura. Se dice que los persas cuando tomaban una decisión en estado de sobriedad la sometían después al escrutinio de considerarla estando ebrios. Y los pueblos germánicos celebraban los consejos decisorios en completa borrachera para garantizar la supremacía de la verdad.

Claudio Rodríguez ganó el "Adonais" a los dieciocho años con un poemario sublime, "Don de la ebriedad", y los recuerdos principales del poeta zamorano se reúnen en torno a un vaso de vino, como lo dibujó el pintor Antonio Pedrero en "La Golondrina", una tasca señera en la ciudad levítica que baña el Duero. El filósofo danés Søren Kierkegaard sitúa una de sus obras en una celebración festiva al modo de "El banquete", de Platón, donde los discursos de los personajes se celebran bajo la influencia del alcohol.

En torno al vino ha tejido uno durante una azarosa década relaciones fructíferas en Gijón, a mesa y mantel con los amigos de Puente de Mando y de la Andecha, y en ocasiones también en La Boya. Ha labrado lazos aún más firmes en la tertulia de los viernes en el Asturias, pese a las dolorosas pérdidas ya casi innumerables. Y últimamente en El UME, donde Esteban y Úrsula abrieron de par en par la cocina, el corazón y la bodega.

Donde no triunfa la amistad aparece la discordia. La amistad merece cultivarse y no obtiene mejor riego que un buen caldo en una copa al alza.

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