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Acta non verba

En relación a las declaraciones del Ministro de Cultura

Devastado. Estoy completamente devastado por las declaraciones del Ministro de Cultura ayer martes 7 de abril después de 25 días de cuarentena. Declaraciones irresponsables, vacías de contenido y carentes de liderazgo. Impropias e inadmisibles. ¿La Cultura? Que se arroje por el balcón y se estrelle de bruces contra la anécdota y el pasatiempo gratuito. A cerrar informativos y provocar media sonrisa.

Porque no es una crisis de la Cultura. ¿No? Posiblemente el término crisis se quede corto, sí. Me atrevo a afirmar que en el caso de la Música Clásica ya estábamos en crisis antes de la pandemia. Porque es un sector infravalorado e inestable, donde la mera supervivencia es harto complicada y, no digamos ya, el desarrollo de una carrera digna. Toda una heroicidad. Porque el desequilibrio en número de conciertos, y presupuesto destinado a ellos, entre los artistas nacionales y extranjeros es de escándalo y la ausencia de una Ley de Mecenazgo o subvenciones realmente útiles es acuciante. Que los músicos españoles estamos para el repertorio pequeño, para la sala secundaria. Que no podemos repetir en un mismo festival. Que ni siquiera nos contestan en muchos casos a las propuestas artísticas. Nuestro pasado inmediato es el de profunda indefensión y el futuro que nos espera desolador. Trágico. ¿No se entiende, entonces, nuestra urgencia, nuestra profunda inquietud?, ¿Tan insolidario es exigir una gestión informada, decidida y valiente ahora mismo?

La mera mención de la prioridad sanitaria en esta situación es un insulto a la inteligencia. Prioridad clara y contundente, qué duda cabe. Pero también previsión y medidas concretas en el resto de actividades, por favor. El sector cultural, como el de la hostelería, la restauración o la industria, ha de seguir funcionando. Latiendo. El día después no existe: ha de ser ahora, en este preciso momento. La labor del Ministerio de Cultura no es pensar en los enfermos, Sr. Uribes, es pensar en los artistas. Si no, corremos el riesgo de que el remedio sea peor que la enfermedad.

Un conjunto extraordinario de asociaciones, federaciones, personalidades y sindicatos del mundo de las Artes ha puesto toda su experiencia y conocimiento al servicio del Ministerio de Cultura proponiendo una batería de medidas muy concretas. Estudiadas, contrastadas e informadas. Un trabajo ingente y generoso que no se ha visto correspondido por la Administración. Un asesoramiento valioso pero no apreciado. Nada nuevo por otra parte: es el menosprecio nuestro de cada día.

Hacer campaña para que la gente vuelva a los cines cuando vuelvan a abrirse o mandar una carta (sic) a las televisiones para que intensifiquen su esfuerzo con la cultura y el cine español son intenciones loables, claro que sí. Pero muy lejos de las capacidades reales de un Ministro y, sobre todo, de nuestra petición de ayuda inmediata. Reprogramar los conciertos no es posible en la inmensa mayoría de los casos y el más que dudoso beneficio de esta aplicación, por el consiguiente baile de fechas y compromisos adquiridos anteriormente, no la convierte en recomendable.

No son medidas. No es gestión.

No es liderazgo.

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