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LNE FRANCISO GARCIA

BILLETE DE VUELTA

Francisco García

Época de agoreros y milenaristas

Si se acaba el mundo en los próximos días tal vez ocurra en medio de un espectacular despliegue de efectos especiales. Tal es el muestrario de talento cinematográfico que auguran los milenaristas de hábito tenebroso, los agoreros que anuncian un meteorito destructor detrás de cada estrella fugaz que se pasea cada noche por la bóveda celeste a caballo de un carro de fuego. O el baile siniestro de misiles intercontinentales que sobrevendrá por el encendido demoniaco del botón rojo que ordenaría una inteligencia artificial desatada, tal como prevén los profetas del apocalipsis nuclear. Puede que el coronavirus, como apuntan vates con ánimo de futurólogos, sea el preámbulo de una pandemia aún más devastadora, el aperitivo que la naturaleza, hastiada de chulería antropocéntrica, nos sirva en la barra del bar, aderezando con patógenos infranqueables una ración de bígaros y una botella de sidra.

Solo falta que ese anónimo que hace unos meses, a la amanecida, apuntaba el número de un misterioso versículo de los Evangelios sobre la arena de la playa de San Lorenzo, anote mañana, con caligrafía gótica, "Mateo 24: 2-29". O sea, el acabose: el no quedar piedra sobre piedra cuando se levante nación contra nación y reino contra reino; época de pestes, hambres y terremotos.

Sin ánimo de resucitar a Nostradamus, échense a temblar: se avecina una lluvia ácida de literatura catastrofista. Recen los creyentes, por si las moscas, los murciélagos y los pangolines, con idéntica devoción que el monje Adalberto, cuyas súplicas detenían el croar de las ranas. Y los ateos, como no tienen cura, reciban al fin de los días descorchando una botella de Enate Chardonnay 234 mientras visionan el desenlace de la tercera temporada de "Dark".

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