Una imagen que nos sobrepasa; una situación que no es la deseada, un problema que debemos atajar si no queremos acabar con la "gallina de los huevos de oro". Como epicentro Los Lagos de Covadonga y la masificación registrada en estas fechas, con más de 4.000 personas en días punteros merodeando por esos parajes en uno de los veranos atípicos por la incertidumbre de la pandemia y con todo el sector de la hostelería intrigado, hace un par de meses, sobre si contarían o no con turistas procedentes de otras comunidades autónomas. Las estadísticas que se barajan, a tenor de la que está cayendo, son impresionantes, digan lo que digan.

Ya se elevan voces que sugieren en la necesidad de controlar los actuales volúmenes de usuarios que acceden en el operativo del Plan de Transporte a Los Lagos de Covadonga, sobremanera en fechas o épocas puntuales de temporada alta, como puede ser agosto. Desde la semana pasada, mientras apretó el buen tiempo, con algún pico de más de 4.000 usuarios; y para lo que resta de quincena de agosto con similares previsiones en el área de influencia de los Picos de Europa. Cifras, quizás mareantes, referentes tan sólo a los buses-lanzaderas, pues, por si fuera poco, hay que sumar a los que suben, y bajan, en taxis (servicio más personalizado).

"Vivimos todos del turismo, pero hay que desestacionalizar estos volúmenes de gente. Hay que imponer limitación de gente diaria como en la mayoría de Parques Nacionales de España. Esto es insostenible, sin marquesina si llueve, o todos en espera de una hora y media al rayo de sol y más con esta pandemia del Covid-19, todos amontonaos. Esto es de locura. Si hubiera aforo diario mediante reserva, tendríamos gente todo el año y trabajaríamos todos más tiempo. Calidad y no cantidad", comenta a una voz autorizada en la materia, curada en espantos, pero que conoce como la palma de la mano los secretos del Parque Nacional.

Por si fuera poco, queda por solventar ese dilema de las decenas, por no hablar de cientos, de coches particulares que aprovechan para poner rumbo a Los Lagos antes del cierre de la CO-4, un día sí y otro también, que también deben contabilizarse como visitantes. Eso sin olvidar a aquellos que aguardan en Covadonga a partir de las 21 horas para enfilar la misma carretera una vez finalizada la habitual jornada del operativo del Plan de Transporte. Al final, ¿es soportable para un espacio natural protegido? ¿Mejor poner un cupo máximo por día, englobando los buses-lanzaderas, taxis y coches particulares?

La carretera C0-4 (Covadonga-Lagos) está teniendo bastante "movimiento" en estos días de agosto y no solo debido al operativo del Plan de Transporte a Los Lagos de Covadonga, pues, varias decenas de automóviles -se estima en doscientos coches- acceden antes de que se cierre a la circulación ese angosto vial, a veces antes de las ocho de la mañana, rumbo al área de servicio de Buferrera o al parking de Vega La Tiese, antes de que los reguladores comiencen su jornada laboral en la vertiente canguesa del parque nacional de los Picos de Europa.

El dilema es que, una vez en marcha el operativo, muchos de esos turismos que suben antes del corte, incluso con densa niebla, se cruzan cuando bajan en dirección a Covadonga y Cangas de Onís con toda la parafernalia de buses-lanzaderas, así como con buen número de taxistas locales que ofrecen servicios más personalizados al cliente. Ello provoca que, en curvas puntuales del angosto itinerario se propicien momentos tensos e incluso espectaculares, aunque sin pasar, afortunadamente, a cotas mayores en la citada carretera de Los Lagos.

Lo que sí deja atónitos a algunos de los usuarios del Plan de Transporte es contemplar cómo algunos conductores forasteros estacionan en cualquier lugar para deleitarse con el paisaje y con el consiguiente riesgo para el denso tráfico en una vía con bastante circulación en estas fechas de la temporada estival y en uno de los destinos preferidos, a tenor de lo que está aconteciendo, por el turista nacional. Hasta el momento apenas se han registrado incidencias de calado, salvo alguna que otra excepción, en la susodicha C0-4, entre coches particulares y autobuses del citado operativo de servicio público.

Por otro lado, la denominada Semana Grande en el área de Picos, con un promedio de más de 20.000 personas diarias por el concejo de Cangas de Onís, también centra su atención en el gran tirón de la actividad estrella en el Oriente: el descenso del Sella en canoa. Como era de esperar las empresas asentadas en la ribera sellera están haciendo su agosto, pues, desde mediados de julio ya vienen trabajando a muy buen rendimiento. Solo por poner un ejemplo, en este caso del pasado fin de semana -días 8 y 9 de agosto-, es que cerca de 9.000 palistas surcaron sus aguas. Aún más, las previsiones son bastante halagüeñas para el resto de mes.

Ante tan cantidad de gente lo que abundan son las anécdotas, unas gratificantes y otras no tanto. Entre las ingratas cabe reseñar la que padeció un joven cangués que tomó uno de los buses-lanzadera en la estación de autobuses de Cangas de Onís con destino -billete de ida, es decir 1,55 euros- a la última parada del operativo, en El Peregrino, en el real sitio de Covadonga, pues acudía a echar una mano en un conocido negocio familiar de hostelería, allí localizado. Fue la pasada semana, al mediodía, con el mercurio marcando los 30º.

Pero, lo llamativo del caso, pese a que se había informado, previamente, de poder bajarse en El Peregrino, en Covadonga, es que no hubo parada, dado que el conductor eludió hacerlo -quizás por error- al darles prioridad a los turistas, en una jornada de récord de usuarios. El joven aguantó estoicamente hasta Buferrera y una vez allí, no se le ocurrió mejor cosa que poner pies de por medio, caminando y con un calor sofocante, para acabar llegando a su destino a las cinco de la tarde.