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Vicente Montes

El respaldo de Bildu al Presupuesto, ardor de estómago callado en el PSOE asturiano

La desactivación por el covid de las casas del pueblo, espacio de debate del partido, convierte la crítica interna en una incomodidad silente

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE

El respaldo de Bildu a los presupuestos de Pedro Sánchez cae en el PSOE asturiano como un ardor de estómago: se sobrelleva, se sufre lo justo, pero tampoco se cacarea ni se convierte en el mayor de los problemas. Los dirigentes socialistas que en otro tiempo se enfrentaron internamente a Pedro Sánchez admiten que no es un buen trago. Mas no se forman corrillos ni conspiraciones. “Básicamente porque ahora es imposible verse ni para criticar”, reconoce un dirigente socialista. La pandemia ha aplanado la discrepancia.

“Es cierto que no es algo con lo que nos sintamos cómodos, pero también es verdad que en algún momento hay que pasar página. Ni Bildu es HB ni ha habido una negociación a las claras, más bien ha sido alguien que Pablo Iglesias nos ha traído del brazo”, sostienen fuentes socialistas.

Es precisamente el papel de Pablo Iglesias lo que más reproches ocasiona internamente. La enmienda de desahucios presentada por Podemos, ERC y Bildu a los presupuestos de su propio gobierno, por ejemplo, no es ardor de estómago, sino otra laceración más que puede acabar en úlcera. En el PSOE ovetense son bastante conscientes de eso. “En Oviedo hubo la experiencia de un gobierno tripartito en el que el socio de Podemos se dedicaba a bombardear desde dentro”, aseguran.

La “vieja guardia” del PSOE asturiano –apelativo de edad que Adriana Lastra aceptaría–, es decir, aquella que básicamente se convirtió en el javierismo resistente hasta el último momento, está en otras cosas o se muerde las discrepancias. La paz silenciosa de las agrupaciones contribuye a ello. “Ese es un problema severo, las casas del pueblo, que eran el lugar donde se debatían o se escuchaban las disonancias, están desarmadas”, señala un dirigente territorial del PSOE.

El barón asturiano, Adrián Barbón, deja pasar la bola, aunque sea a regañadientes. Las personas más próximas señalan que no traga bien el sapo de Bildu, aunque en sus intervenciones públicas opta por una aparente equidistancia que para algunos ya tiene significado: “Que no sea de los que aplauden ni refuerzan el mensaje de Ferraz ya dice mucho”, asegura una destacada militante socialista.

Barbón ha expresado en varias ocasiones que acordar con Bildu “no es plato de buen gusto” y que no siente “ninguna pasión en pactar absolutamente nada” con esa fuerza. Lo aseveró, por ejemplo, cuando el PSOE llegó a un acuerdo para derogar la reforma laboral y salvar votos para lograr una prórroga del estado de alarma, el pasado junio. Ahora, más matizado, como en la entrevista del pasado domingo a LA NUEVA ESPAÑA, devuelve la pelota reprochando a los partidos que no respaldan las cuentas.

Es en la reacción de los votantes donde se percibe más preocupación. “Hay muchas decisiones que no gustan, no me gustan ni a mí. Primero que se hable con Bildu y, segundo, qué se negocia por detrás, porque somos un partido que mantiene la E de español, y aquí lo que necesitamos es más país y no más países”, asegura otro dirigente. Pero por ahora lo que en otro tiempo sería ruido solo es susurro en las casas del pueblo vacías.

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