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José María Ruilópez

¿Tú a quién quieres ver?

El partido dialéctico de los dos equipos del Gobierno

Hay concursos en los que el premio consiste en ofrecer la ocasión de ver y conversar con un personaje que forma parte de tu mitología. Unos eligen al Papa, otros al automovilista Fernando Alonso, algunos al presidente de los EEUU, Joe Biden, los menos, al expresidente de Uruguay Pepe Múgica. Tal vez, los más, les gustaría charlar con el tenista Rafa Nadal. En mi caso tengo que confesar que daría algo por presenciar un consejo de ministros del gobierno de España.

Ya saben que en el juramento o promesa de un cargo público como el de ministro contempla la fórmula: “mantener secreto de las deliberaciones del consejo de ministros”. Pediría a un ujier: por favor, ¿podría traerme una sillina para ponerme aquí en este rincón? Y me colocaría allí muy formal para ver esa especie de partido dialéctico entre los veintidós miembros (dos equipos de fútbol) del Consejo de Ministros arbitrado por el presidente del Gobierno. Soy consciente de que yo no sería el más indicado para narrar semejante evento deportivo político. ¡Ah, el gran Matías Prats padre! Haría malabares dialécticos para describir la confrontación entre esos dos equipos que son un mismo equipo; entre dos partidos políticos, que son un mismo gobierno; entre dos ideologías, que se sientan en la misma mesa. Me cuesta imaginar al presidente decir: compañeros y compañeras. Primero porque el presidente de la Real Academia Española (RAE) le recriminaría por el uso incorrecto del español. Segundo, porque los de un equipo no son compañeros, son camaradas. Además hay cuatro vicepresidencias, tres del PSOE y una de Podemos, lo que ya crea un conflicto, en cada equipo tiene que haber igualdad de capitanes con el brazalete y las siglas bien a la vista.

Y comienza la sesión. ¡Ah, el gran Matías Prats padre!: Saca el vicepresidente segundo mientras se coloca la goma de la coleta. “España no es una democracia real”, argumenta ante el estupor de la cancerbera Carmen Calvo, que recibe el improperio con una respuesta muy bien ajustada junto al palo derecho. El presidente levanta el brazo, pero le falta el pito, por no decir otra cosa. Debería haber sacado la tarjeta roja por rojo al vocero de la incongruencia. Y nadie le hace caso. Los jueces de línea publican en grandes titulares y a cuatro columnas las desavenencias entre ambas formaciones y el juego sucio de los podemitas. Y mientras se lleva a cabo el partido, la grada salta por los aires, intervine la policía, vuelan las vallas, hay fuego en las casetas. Pero el juego sigue. Para animar a los suyos el portavoz del “no pasarán” desde su elevado atril rodante anima a los violentos para que destruyan todo lo que se encuentren a su paso; total, piensa él, yo lo veo por la tele… Para colmo de complicaciones salta un espontáneo al campo. ¡Ah, el gran Matías!, es un águila, lo identifica como un banderillero al que le falta la entrepierna de la taleguilla, un tal Pablo Hasél, un rapero que quiere llevarse el balón como trofeo.

Ajena a todo, la ministra de Igualdad saca unos papelotes sobre leyes sexuales. El nudismo al poder, y déjense de tonterías. “Sí, sí”, dice Grande-Marlaska, “ahora me voy. Quedé a las siete”. El republicano Alberto Garzón (no se alteren, sigue siendo ministro) hace un solitario con la baraja española y le salen los cuatro reyes. Nadia Calviño: “¡Cuanto echo en falta Bruselas y sus coles!”. Pedro Duque, ministro de Ciencia e Innovación, es un soñador: “con lo bien que estaría yo ahora en Marte”. El presidente, por un momento, pensó en suspender el partido. Pero acto seguido se dio cuenta de que la grada del Congreso es un guirigay a la que le importa un pimiento la gigantesca deuda externa que tenemos, ni las colas del hambre en las grandes capitales españolas, ni la caída del PIB del 11 por ciento en 2020, ni la formación de un gobierno racional en la esquina oriental de la península, ni la gente que se muere por la pandemia, ni los pequeños negocios en bancarrota. Al fin, el gran Matías Prats grita con el micro apoyado sobre el arco el cupido: ¡Goooool! La gente se tira al césped: Las vacunas no alcanzarán para todos los españoles hasta finales de año. Hay uno por ahí que habla de la cuarta ola. No sé si es un científico o un surfista. ¡Vaya nochecita!, ¿eh Matías?

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