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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Váyanse ustedes a la mierda

Observamos en estos días el lado más decepcionante y miserable de la política, el de la anteposición del interés partidista al del común de la ciudadanía, exhausta tras un año de sufrimiento personal y colectivo. En medio de una terrible pandemia aún sin fecha de caducidad, sin conocer el alcance definitivo de sus efectos secundarios en la vida social y económica del país, o en la cabeza de cada uno de nosotros, una pota en la que cuecen temores y ansiolíticos, los principales partidos de este país e incluso los periféricos se embarcan en una deriva que empeña seriamente su coherencia y su dignidad. En un examen de la asignatura de ética la mayoría recolectaría un rotundo suspenso. Como el futuro no envía heraldos, en la asignatura de estrategia política aún desconocemos quién va a obtener réditos del tsunami maquiavélico de las mociones de censura, fallidas o no, y de los interesados adelantos electorales.

Si a la fatiga pandémica de la población se añade ahora un nuevo ataque del virus pernicioso del descrédito político, ¿qué le queda al corpus social para sujetar desde el silencio y la resignación la columnata del edificio democrático, si son los elegidos por las urnas los inductores de la colocación de cargas potentes de explosivo en los pilares de sus cimientos

Los que hace unos meses, durante el ataque de la segunda ola, calificaban de irresponsabilidad mayúscula la presentación de una moción de censura contra Sánchez las alientan ahora en el teatrillo autonómico, intrigando desde las covachuelas para provocar un efecto dominó que haga caer gobiernos regionales prendidos con alfileres o sujetos por bisagras tan poco engrasadas que chirrían.

Las alianzas de conveniencia pretenden dar paso, por intereses de siglas, por pura supervivencia política y arraigo de la poltrona, a una guerra sin cuartel de unos contra otros, de todos contra todos que los ciudadanos soportan con desaliento y estupor, sin más ánimo que decir, a voz en grito: “Váyanse ustedes a la mierda”.

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